Los Soles y las Estrellas

Claudio FerrufinoFERRUFINO1¿Que si estamos en el inmenso observatorio del Norte Grande de Chile? No, son Bolivia y Venezuela, y la pedestre condición de enriquecerse a costa de otros. El poder suele destapar héroes o santos, pero igualmente desenmascarar bazofia que se arrastra por el cieno de su miseria humana. La historia tiene Marco Aurelios pero también Heliogábalos, Simón Bolívar y el coronel Chávez.No hace mucho se denunció que Dios-se-lo-pague Cabello, presidente de la Asamblea Nacional venezolana, era el cabecilla del llamado Cártel de los Soles, militares dedicados al tráfico de drogas, provistas por las FARC, sobre todo, y, recién especulado, por otros objetos (seres) celestes más al sur, a decir, Bolivia y su todavía malentendida, festejada y poco analizada revolución cocalera; un eje, Chimoré-Maiquetía, cuyo volumen de traslado excedería la imaginación. Empresas no relacionadas con el común concepto de cárteles que se tiene, que es el de aventuras privadas, para concebirse y concretarse como públicas en esencia, “legales” por fuerza, protegidas, inmunes e impunes. Diosdado, pues, es Diospagado aunque el estrado en el que se para comience a caerse en pedazos con un casi seguro desenlace trágico.Soles y Estrellas brillan en los cielos de América. Como cada imbécil que se asume eterno, lo averiguaron a la mala Qadafi y Hussein, estos proclamados defensores del pobre tienen los días marcados. Rebuznan, asesinan periodistas, avivan los desmanes de la turba, creyendo que en el desconcierto han de borrar huellas. Imposible, menos hoy con la riqueza tecnológica que permite hasta ilusiones. Tienen como contrapeso, y ello está por verse, que en el sillón presidencial del país más poderoso del mundo, que no es ni será China hasta por lo menos 50 años de acá, se sienta un dignatario de medias tintas, preocupado por el legado histórico más que por la realidad, y que en apariencia muestra ojos ciegos y oídos sordos al rumor apocalíptico de sus vecinos. De todos modos y, diremos, a pesar de él, hay separación de poderes e independencia de trabajos en las naciones interesadas como para acumular data acusadora que dará con los huesos de los mencionados en la cárcel.Tuvo suerte Hugo Chávez de morir en oficina. El cáncer fue beneficioso catalizador para que no se juzgaran sus actividades delincuenciales. No lo vio así, porque era otro que se creía designado para el infinito. Lloró, no hubo Magdalena mejor en los dos mil años después de la muerte de Cristo en la tierra. Suplicó, bailó, se revolcó, hizo piruetas de mono, besó crucifijos, se tiró al piso a los pies de vírgenes y de oscuros galanes de la santería y nada. Espero que le hayan dejado pañuelos, o sábanas, para que pene en el más allá sin ensuciar demasiado los pisos.Los diarios del país están llenos otra vez de denuncias, que un coronel desertado, que las bartolinas, que la diputada que se llevó las armas, que el viceministro dicta-normas que apenas puede escribir y menos leer, que la illa, el ekeko, el mandarín, los secuaces, Alí Babá, la cueva, el crucificado, el buen ladrón, el mal ladrón, etc… A eso se añade que supuestamente se estaría conformando otro ejército, como si con uno inservible no bastara, para proteger el “proceso de cambio” ¿o quisieron decir las casas de cambio?, con Kalashnikovs, misiles y más. Noticia que cierta o no apenas produce escozor. Detrás de un fusil cuerno de chivo, para que sirva, debe haber un buen soldado. Me pregunto dónde los hallarán ¿en Chapare? ¿Carrasco? Una cosa es vender en Shinaota, Chinahuata, y otro disparar. La realidad boliviana no es la de los campesinos insurrectos de Ucrania en 1920, y menos la de los pelados que se cargaron a los pelones en México 1910-1923, para ser, en ambos casos, arrasados, humillados y engañados por la historia. No.No necesitamos gigantescos telescopios para saber lo que pasa. Es obvio, tanto como que cada día sale el sol y aparecen las estrellas. Sin embargo, no se descartan eclipses y nubes…El Día – Santa Cruz