Administración municipal nefasta

William Herrera ÁñezWILLIAMAcaban de tomar posesión, previo solemne juramento a la Constitución y a las leyes, las autoridades municipales electas en las urnas. Hay varios rostros nuevos y otros volverán a ocupar la silla edil que por la fuerza les quitó el partido gobernante. ¿Recuerdan el truco legal previsto en la Ley Marco de Autonomía y Descentralización, que permitía suspender a los ediles con una simple acusación, que algunos fiscales obtenían en tiempo récord?Este fue el mecanismo legal que usó el oficialismo contra los alcaldes opositores. Mediante este procedimiento, a todas luces inconstitucional, el oficialismo usurpó la voluntad popular y obtuvo, en los tribunales y el Ministerio Público, lo que no pudo conseguir democráticamente.Con anterioridad estos alcaldes ya habían sido perversamente hostigados, amenazados y bloqueados con auditorías de todo tipo, inspecciones y pedidos de informes de la Asamblea Legislativa, el Gobierno central, etc.En la mayoría de estos casos, ni bien los usurpadores de la voluntad popular tomaban las alcaldías, comenzaba la solución por el desastre. En efecto, la defenestración edil ha llevado a la ruina total de estos municipios, por cuanto los ocupantes hicieron exactamente el mismo trabajo que hacen los virus troyanos cuando invaden un sistema informático. Se trató, en realidad, de una suerte de asalto con el encargo además de destruir todo lo que había avanzado y logrado el alcalde neoliberal.Esto no es ninguna exageración si se toma en cuenta que gobiernos municipales que eran ‘modelo de desarrollo’, no solo que dejaron de ser ejemplos a escala nacional, sino que descendieron en todo sentido y ahora no queda ni la sombra de lo que eran.Uno de los más afectados ha sido, sin lugar a dudas, el gobierno municipal de La Guardia, que en poco tiempo -y para hacerse una idea del caos reinante-, llegó a tener simultáneamente hasta tres alcaldes. Las peleas violentas entre los tres ediles masistas paralizó el trabajo municipal, y sus seguidores varias veces tomaron el edificio municipal, y por supuesto no se hizo gestión, los vecinos que necesitaban algún trámite de rutina tenían que peregrinar entre el edificio principal de la Guardia y el km 9 en donde se atrincheraba una de las autoridades.Lo evidente es que pocas veces los vecinos habían presenciado semejante pandemónium, pues ni bien terminaba de asumir un edil y sus acólitos comenzaban a ocupar las oficinas, ya se informaba de que había sido destituido y, al mismo tiempo, otro grupo ya estaba listo para el asalto y dar el golpe certero.Aunque no ha sido el único caso, el de La Guardia ha sido el más patético, pues era uno de los mejores gobiernos municipales mientras estuvo en manos de Jorge Morales.Es verdad que el voto mayoritario en las urnas ha restituido a este alcalde ejemplar que, gracias a los virus troyanos que acaban de abandonar esas oficinas, ahora se encontrará con una alcaldía en ruinas, con un presupuesto en rojo, y seguramente con las cuentas congeladas, completamente saqueada, con muchas obligaciones pendientes, y todo lo que supone un manejo poco menos que delincuencial.En cualquier caso, Jorge Morales tendrá que pedir con urgencia a la Contraloría que realice una auditoría, de modo que le permita saber, más o menos, cómo y en qué condiciones está recibiendo semejante administración municipal, que pasará a la historia como lo que no se debe hacer ni permitir que se haga más.No habrá que extrañarse, sin embargo, que la Contraloría y el aparato estatal no solo que no le den el apoyo institucional que necesita, sino que nuevamente funcione la poderosa maquinaria gubernamental en contra del alcalde ejemplar. Todo esto tendrá la agravante para los elegidos que reciben una alcaldía en ruina y con las arcas municipales en rojo.El Deber – Santa Cruz