En la primera mitad del siglo XX se hablaba de un “Super-Estado” conformado por grandes intereses fácticos mineros, que supuestamente se superponían y gobernaban al Estado boliviano.Aunque nunca llegó a ser plenamente cierta en ese caso, la figura del “Super-Estado” podría aplicarse con mucha mayor razón al entramado corporativo que define el rumbo del régimen del MAS, donde destaca la influencia de la lumpen-burguesía cocalera del Chapare.En efecto, esa estructura parece ser la que realmente decide en el país, conducida o representada por el Ejecutivo, mientras que los restantes poderes públicos se limitan a gestionar los dictámenes preestablecidos.La nueva orden del Super-Estado Cocalero es hacer un cambio constitucional a su medida, para que el presidente de su sindicato, Evo Morales, pueda seguir siendo también el presidente de los bolivianos después del 2019.Así lo resolvió recientemente un congreso que “dio por hecho” un cuarto mandato mediante “los mecanismos y las formas que hagan falta”. Como dice su caudillo, “le metemos nomás y que después lo arreglen los abogados”.El único detalle que falta definir es si la reforma a la CPE se hará solo para un periodo adicional o directamente para la reelección indefinida.Y es que la perpetuación de Morales en el poder parece ser condición sine qua non para que los cultivadores de coca-para-cocaína del Trópico de Cochabamba puedan seguir con su lucrativo negocio…[email protected]