Francisco

Pedro ShimosepedroAcaba de realizar una visita pastoral a Bolivia, parecida a la que protagonizara Juan Pablo II en mayo de 1988, aunque el talante y el lenguaje llano de Francisco no lo parezcan. Más sencillo, menos intelectual que Benedicto XVI; más devoto de San Francisco de Asís que de San Ignacio de Loyola, llega a Bolivia 248 años después de que el rey de España Carlos III expulsara de América a la Compañía de Jesús, en el siglo XVIII. ¿Qué hubiera comentado el historiador cruceño Marcelo Terceros Banzer (+) al ver a un papa jesuita en Santa Cruz? Estudioso de las Misiones Jesuíticas, se habría maravillado al ver que un jesuita ha ascendido al trono de San Pedro y se habría entristecido porque la planta de Francisco no pisó Moxos y Chiquitos…Pero el papa no vino a hacer turismo. Francisco lo dijo con toda claridad. Vino a compartir la alegría del Evangelio con los pobres y olvidados de la periferia; con los marginados, enfermos, ancianos, desamparados, discapacitados, con las víctimas de la violencia social, los presidiarios y expulsados del banquete de la vida. El papa no vino a apoyar ninguna reivindicación marítima ni a emitir mensajes subliminales a favor de la integración latinoamericana, como la desaprensiva encargada de negocios de Bolivia en Roma declaró a la prensa internacional, hace unos días (La Razón/ Madrid, 05.07.15).Vino también a confirmar el hecho de que en Bolivia no hay dos iglesias católicas: la del cardenal Terrazas y la Conferencia Episcopal, por un lado, y la de los ‘católicos de base’, por otro; como si la Iglesia fuera un sindicato cocalero. Es sabido que el presidente Evo sostiene que la Iglesia católica de Bolivia es un sindicato, “el sindicato católico”, como él suele llamarla. Así, compara al papa con un líder sindical.Por eso, cuando la Conferencia Episcopal emite un documento que al Gobierno le incomoda, el presidente vuela a Roma, a quejarse al papa con la intención, quizá, de que este llame al orden a sus presuntos ‘movimientos populares’. Lo cierto es que el ‘sindicato católico’ no funciona así. Aglutina a 1.200 millones de fieles ungidos por la fe en Cristo, cuyo representante en este mundo temporal es el papa Francisco. El tiempo dirá si esta visita papal ilumina al presidente Evo y le hace ver las cosas espirituales como son y no como él quiere que sean.Si el papa Francisco consigue que el Gobierno masista deje de hostigar a los católicos, en beneficio de una paz concertada en el trabajo común y en beneficio de los pobres, se produciría un milagro. Amén. // Madrid, 10.07.2015.El Deber – Santa Cruz