“Las uvas estaban verdes”

Marcelo-Ostria-Trigo1Marcelo Ostria TrigoEn “La zorra y las uvas”, una fábula atribuida a Esopo, se relata que este animal ve un racimo de uvas y procura alcanzarlo. Luego de varios intentos fallidos, pues las uvas estaban muy altas, las desprecia y dice. ”Están verdes”. La moraleja es que a menudo fingimos despreciar aquello que, finalmente, no pudimos alcanzar. Esto mismo sucede cuando fallan los planes, o se presentan dificultades insalvables o se hace notorio que la ineficiencia es la causa de un fracaso, y como justificación se apela a cualquier excusa, así sea la menos creíble.Pocas veces, en los asuntos públicos, se da informaciones veraces. Siempre se echan a otros las culpas; o se arguye que el objetivo no logrado nunca fue parte de un plan oficial. Los culpables según los que ahora gobiernan Bolivia son invariablemente los neoliberales, los capitalistas, los periodistas o el imperio yanqui, que financia campañas electorales de la oposición. Ejemplos de este escapismo, son también los que atribuye a la Iglesia Católica, a ciertas ONG’s y, recientemente, a Chile como instigador de las justas demandas, como las del pueblo potosino.El empeño, ahora, es negar que estamos en peligro de sufrir una grave crisis económica. Se dice que, junto a Perú, vamos a lograr este año el mayor índice de crecimiento económico en la región; que no nos va a afectar la caída de los precios de la materias primas que el país exporta, que hay un manejo eficiente de las finanzas y que las obras se ejecutarán y terminarán para favorecer el desarrollo.Hace ya mucho tiempo que el sueño del Presidente de que en tres lustros Bolivia alcanzaría a Suiza no se cumple. “Está muy verde” repetirían los jerarcas del oficialismo cuando se les pregunte sobre ese delirios de grandeza del jefe de Estado.Aún falta mencionar un sinnúmero de “uvas verdes”: el satélite que no hace sentir su utilidad, las barcazas que se han perdido, los emprendimientos deficitarios, las obras innecesarias, los gastos superfluos y suntuosos, los negociados aún no aclarados, etc. Lo que surge como evidente es que el derroche ha sido tal, que se olvidó que los excedentes debían servir para impulsar el desarrollo con proyectos productivos y no con canchas de fútbol con césped artificial, que pocos las usan, o con aviones de lujo que han multiplicado el costo de los viajes –queremos creer que son inevitables– de los jerarcas del gobierno.Las uvas siguen verdes. Nadie las cuidó para que maduren. Lo peor: todos pagaremos la cuenta por este «descuido» populista.