Una experta dice que el ‘padrinazgo’ invisibiliza el flagelo de trata y tráfico en Bolivia

VIOLENCIA. Varones, foto referencial, pagan por una menor. - . Agencias Agencia Varones pagan por una menor. Foto referencial (Internet)

La Razón / Jorge Quispe / La Paz

Congreso. Precariedad y vulnerabilidad en trabajo familiar pueden llevar a ese delito.



Cuando Isico de Huatajata llegó a La Paz, en 1977, apenas comprendió por qué sus padres le dejaron con su madrina para servirle. Esta escena de la película Chuquiago, de Antonio Eguino, está presente en la sociedad boliviana 38 años después. Bajo la figura del “padrinazgo” y  del “madrinazgo” se invisibiliza la trata, advirtió la socióloga Raquel Romero, quien ayer expuso el tema: Aproximaciones a la problemática de la trata laboral en Bolivia en el IV Congreso Latinoamericano sobre la Trata y Tráfico de Personas, que concluye la tarde de hoy en la ciudad de La Paz con la presentación de las conclusiones.

“Bajo el compadrazgo, el padrinazgo, el madrinazgo y los contratos orales tenemos a muchos niños y niñas que trabajan en condiciones que no responden a criterios laborales”, explicó Romero, para quien aún el trabajo familiar induce a que los niños trabajen con sus familiares gratis. “Hay denuncias de redes de compadrazgo que llevan no solo a niños y niñas a trabajar en cosechas de algodón y caña de azúcar, sino que también generan todo un circuito de explotación sexual”, reveló.

La servidumbre costumbrista, asociada a prácticas y tradiciones como el “compadrazgo” o el “padrinazgo”, es una forma de trata, según el artículo 6, inciso 5 de la ley integral contra ambos delitos  que rige en Bolivia desde 2012, y está penada con la privación de libertad de diez a 15 años.

En 2011, el Centro de Capacitación y Servicio para la Mujer (Cecasem), en la investigación Los métodos de la trata de personas en Bolivia, identificó que el “padrinazgo” es una de estas formas y que es practicada, sobre todo, en el área rural.

Los padres de familia entregan a sus compadres muchas de sus obligaciones y responsabilidades y los “padrinos” se atribuyen la potestad de decidir sobre sus ahijados. “Los vejámenes a los que los ‘padrinos’ someten a sus ‘ahijados’ son la explotación laboral, la explotación sexual, la servidumbre, acogimientos ilegales, entre otros”, sostiene ese trabajo.

Romero insistió ayer en que no hay muchos estudios sobre esta forma de explotación laboral. “Una de las menos estudiadas y más invisibilizada por usos y costumbres y por condiciones sociales es la trata laboral. La economía familiar en Bolivia está centrada en la familia y en esos espacios los trabajos son precarios y esa vulnerabilidad puede llevar a la trata”, apuntó.

En las primeras dos jornadas del IV congreso, al que asisten delegados de 12 países, se identificó además la principal debilidad para combatir estos dos delitos: la falta de indicadores comunes. Así lo hizo notar Irma Sangüesa, del Observatorio Política Pública y Social de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).

Proponen la prevención de ‘jóvenes a jóvenes’

En Colombia hace un año que funciona la Agencia Juvenil, que previene de “jóvenes a jóvenes” contra la trata y tráfico de personas, informó la docente colombiana Jakeline Vargas Parra, quien cree que el programa puede aplicarse en Bolivia.

Este es un programa que comenzó en la Universidad Autónoma de Bucaramanga, desde donde “buscamos impulsar la acción en los jóvenes no solo viéndolos como víctimas potenciales, sino como agentes de prevención de este delito”, explicó la académica, quien participa del IV Congreso Latinoamericano sobre la Trata y Tráfico de Personas, que se celebra en instalaciones de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).

Hasta el momento hay 120 estudiantes formados que sensibilizan a adolescentes y universitarios sobre el riesgo de caer en una de estas redes.

“Son jóvenes que previenen a jóvenes, todos movilizados por un compromiso social”, apuntó la experta, quien ayer expuso el tema Mecanismos de prevención sobre la trata de personas en poblaciones estudiantiles. “Nos gustaría que la UMSA aquí en Bolivia pueda ser la plataforma para quizás impulsar también esta experiencia. Creemos que los jóvenes bolivianos pueden ser los agentes de cambio para prevenir este delito”, precisó.

Marcela Loaiza: ‘Fui explotada sexualmente por la mafia’

Soy Colombiana. En 1991, cuando tenía 21 años, fui captada por un colombiano. Mi hija estaba enferma, yo estaba sin trabajo y él me prestó dinero para los gastos médicos, luego me prometió que como bailarina tenía futuro en Asia, pero cuando llegué a Japón fui explotada sexualmente por la Yacuza (mafia japonesa).

Allí y durante 18 meses, viví diferentes tipos de explotación sexual y de las formas más degradantes que uno pueda imaginar. Ellos se aprovechan de la vulnerabilidad de las personas, ven a una mujer humilde, con necesidades, sin educación y se aprovechan de todo para captarlas. En Japón me retuvieron mis documentos y me hicieron creer, como hacen con todas, que estaba perdida sin ellos, pero escapé fui hasta la Embajada de Colombia y allí me ayudaron, tramitaron mi pasaporte, y me devolvieron mis derechos.

Ahora tengo una fundación en Estados Unidos y escribí dos libros: Atrapada por la mafia Yacuza y Lo que fui y lo que soy. En el primero, cuento mi historia de cómo fui captada, cómo viví 18 meses la explotación sexual; en el segundo, cuento cómo fue el desenlace, cómo pude superarlo y cómo pude salir adelante para la reintegración social en mi país.

Hoy, a mis 37 años, aconsejo a las jóvenes y jóvenes que tengan mucho cuidado con el tipo de información que dejan en las redes sociales, porque al decir: ‘no tengo novio’ o ‘mi papá no me quiere’, hace que los tratantes estén al acecho y las capten con promesas.

Marcela Loaiza sobreviviente de trata y escritora.