Entre fieras y gladiadores, nada resta

maggy__talavera_Maggy Talavera“¿Dolida por la paliza que os ha dado Juan Ramón (Quintana, JRQ) a toda la derecha boliviana?”, me tuiteó uno de los más envalentonados defensores de Quintana en Twitter, a pocas horas de la furiosa intervención del ministro de la Presidencia en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP). No me sorprendió su tono de júbilo, coherente con la práctica de ataques verbales y uso de la violencia estatal que caracteriza cada vez más al Gobierno, pero creí que la arenga del ministro estaba dirigida a todos los que no se inclinan ante él y sus partidarios.Parece que me equivoqué. Leí luego el análisis de un viejo lobo (político) de mar, que después de unas consideraciones históricas y otras de coyuntura llegó a la conclusión de que la furibunda actuación de JRQ estuvo más bien dirigida al interior del MAS, urgido este por la necesidad de recomponer su maltrecha figura y reposicionar su imagen, muy vapuleada por las declaraciones públicas de Gabriela Zapata Montaño. El tuit de uno de sus defensores adquirió entonces otro sentido: fue la confesión (desesperada) de alivio.Un alivio que, en todo caso, dura poco y beneficia menos. Lo actuado y lo dicho por JRQ en la ALP es también una preocupante muestra del caos en el que se debate el Poder Ejecutivo desde que estalló el escándalo Evo Morales-Gabriela Zapata y que dejó en evidencia mucho más que un posible caso de tráfico de influencias. Las revelaciones hechas el 3 de febrero pasado por Carlos Valverde destaparon la caja de Pandora más bien guardada por el Gobierno hasta hoy. Allí está la clave para descubrir no solo cómo se han manejado los contratos millonarios del Estado con empresas extranjeras, sino para conocer también cuál es la verdadera naturaleza de quienes nos gobiernan.Es decir, lo de CAMC es apenas la punta del iceberg. Ayuda a comprender cómo operan y se benefician los articuladores de contratos, los ejecutores de obras, los intermediarios y representantes de las partes involucradas en los negocios; a quiénes benefician y en qué dimensiones, dependiendo del proyecto. No es poca cosa, y esto bien lo saben los jefazos de todos los niveles, como saben también qué riesgos corren. Por eso la ira desenfrenada, tan característica de fieras heridas, a las que no les queda sino lanzar a gladiadores de tercera al ruedo para ver si salvan sus pellejos.Lo más grave es que en ese ruedo caben todos, hasta los que nada tienen que ver con las fieras. Posiblemente esos, los que nada tienen que ver con el negocio y, por el contrario, son más bien los que denuncian, terminen siendo los primeros en ser sacrificados.El Deber – Santa Cruz