Su marca aterrizó en Bolivia. la destacadísima diseñadora y empresaria española se instaló en el mall las brisas. Desde allí dio a conocer un poco de su alma. Una entrevista de lujo
SILVANA VINCENTI –
Es muy ella. Ama la moda, lo que no significa que disfruta las poses. No es muy alta, pero cada gesto y cada palabra denotan a una mujer grande.
Ni su brazalete de Cartier logra ocultar a una mujer humilde, no de cuna, sino de espíritu. Salió de abajo. Comenzó vendiendo sus diseños en la playa, etapa que recuerda con una nostalgia que no le interesa disfrazar. El brillo de sus ojos delata el cariño que le inspira ese pasado, lo saborea cuando lo nombra; lo cataloga como una era fácil.
Sorprende que Purificación García, una de las empresarias de la moda más influyentes en España, y que hoy dirige la Sociedad Textil Lonia (STL), la segunda compañía textil más grande, luego de Inditex, en la que también fabrican ropa de la afamada Carolina Herrera, no se aferre a un presente lleno de éxito, logros y de dinero.
“Empecé en la época hippie, era un cambio importante. Yo hacía cosas con mucho cariño, personificaba las piezas con algo que quería decir y me fue muy bien. Fue una época divertida, con mucha pasión, era una forma de hacer ‘business’ sin presiones. Ahora no es lo mismo”, dice desde el mall Las Brisas, donde abrió la franquicia que lleva su nombre.
Asegura que haberse encaramado a una multinacional fue el secreto para crecer como la espuma. “Yo era propietaria de una empresa pequeña, pero tener una multinacional atrás es un cambio increíble. Puedo pensar realmente en mi colección, evolucionar y tener el poder de reacción. Ya no debo pensar que a fin de mes hay que pagar las cuentas o que hay un dinero que no llega”, reconoce, aunque sabe que esto tiene un costo, negociar la pureza de sus diseños, sacrificio que, según ella, no pasa del 5 al 10%.
“No nací para ser una diosa, trabajando en una pasarela, me gusta que mi colección llegue a mucha gente, no que se quede para cuatro elitistas. La pasarela a veces es humo, sí es muy bonita, pero luego te deshinchas y hay cosas atrás”, dice sin anestesia, pero con mucha clase, esa con la que se nace, aunque ella asegura que disiente en este punto con Coco Chanel. “El estilo también se hace, la mayoría de la gente puede cultivarlo. El que no quiere tener un cierto gusto por la moda es porque no quiere. El estilo es saber llevar un bolso, cómo te manejas, cómo hablas a un niño, al perro o cómo cruzas la calle”, sostiene.
Aunque es bastante accesible, reconoce que alguna vez, como a todos, se le subieron los humos y dice que es precisamente el ego el mayor enemigo de la expansión de los diseñadores. “El ego es una cosa muy lejana o cercana. El éxito puede producir mucho ego, lo que hay que saber es manejar ese éxito, pero sobre todo el ego, que es dañino. Muchos diseñadores se creen dioses, suben como la espuma, pero también bajan como la espuma, y no se dan cuenta de que sin una industria, sin una multinacional, no son nadie”, cuestiona.
Es la familia de Purificación, sus tres hijos, los que se encargaron de ponerla en su sitio cuando se le subieron los humos, y es ese mismo clan el que la retiene en el pedestal de la moda, pues a ella le han sobrado ganas de tirar la toalla. ¿Por qué abandonaría sus logros una mujer tan exitosa? “Conlleva muchos sacrificios. Vi crecer a mis hijos con la nana, dirigiendo mi casa por teléfono, y luego te pasan factura de muchas cosas. Llega un momento en el que dices primero mi familia… recapacité y con ayuda de un buen equipo funciona, aunque yo no esté. Eso me ha impulsado a seguir adelante, y yo podía estar con mi familia”, celebra.
Va por el mundo con su marca, pero más huellas han dejado en el corazón otros viajes menos convencionales, los que tienen que ver con su labor filantrópica. Tiene una organización que es su ‘adulada’, es la fundación de Elena Barraquer, que lucha por erradicar la ceguera en países como Congo, y a quien Purificación acompañó varias veces.
Cuando habla sobre este punto, se emociona hasta las lágrimas. “Ojalá mi empresa pueda seguir colaborando y dar algo más que moda, porque no creo en esas empresas que donan 17 millones de euros para desgravar, aunque no debería decirlo. Hacer esta labor por los niños me llena, me emociona, es genial y Elena Barraquer es una ONG con la que se sabe dónde va el dinero”, asegura.
Esa faceta filantrópica que trasciende el aporte a control remoto es apenas una de las varias sorpresitas que acompañan la vida de
Purificación.
La talentosa gallega de ojos verdes que detesta los excesos en cuanto al maquillaje, tiene bien guardado un exceso que la vuelve loca, los viajes de aventura. El año pasado, en junio, por su cumpleaños, aceptó como regalo de sus hijos una visita a Ruanda, para ver desde las montañas a los gorilas. Quedó embelesada con la adrenalina, y también tentada por los comentarios de que en Bolivia, si bien no hay semejantes gorilas, existen paradisiacas cataratas en el parque Noel Kempff Mercado.
Lamentablemente su visita fue fugaz y, a pesar de que sus anfitrionas le ofrecieron obsequiarle el viaje en avioneta hasta el lugar, el tiempo le escaseó, pero asegura que no se quedará con las ganas, y que una próxima venida la retendrá en tierra camba, por lo menos tres días, para no quedarse solo con la imagen de la catedral y de la plaza 24 de Septiembre.
Probablemente varios esperarán con ansias un pronto retorno, pues en esta visita, Purificación se dio el trabajo de pedir las hojas de vida de destacadas personalidades de Santa Cruz, entre ellos artistas. Cuando se le preguntó con qué fin lo hizo, ella dio una respuesta digna de expectativa: “Porque podemos trabajar con estos personajes y hacer una colaboración importante para Bolivia”
Fuente: eldeber.com.bo