Conviven en medio del abuso y la sobrepoblación

Hereda los mismos males que el de varones. Las viviendas son edificadas por las internas que venden y alquilan habitaciones; también hay prestamistas dentro sin ser presos. Selva Camacho es la nueva regente  

Guider Arancibia Guillén



En 1986, el recinto de mujeres del penal de Palmasola, más conocido como PC-2, fue inaugurado con bombos y platillos. Se entregaron dos pabellones cerrados con capacidad para 100 mujeres, fue creado como centro modelo. Hoy el penal alberga a casi 400 internas, ahora los pabellones cerrados con los que nació son conocidos como los ‘gallineros’, un espacio para ‘ambientar’ a las recién llegadas, y, en medio de los otros dos espacios de reclusión abiertos, hay una población carcelaria que vive y sufre constantes vulneraciones de sus derechos y paga por cada una de las cosas que utiliza.

Según datos de la Dirección de Penitenciaría, más del 50% de las internas son procesadas por  narcotráfico, seguido por los delitos robo agravado y  estafa. EL DEBER visitó el centro y en el tiempo que acompañó una jornada típica en el PC-2, escuchó a reclusas que se quejaron por los abusos constantes, la vulneración de  sus derechos y de la ausencia de soluciones. Mientras unas internas reclamaban, otras ofrecían helados, refrescos, empanadas, budines y dulces, que comercializan para sobrevivir.

Los pagos por habitaciones“Cuando llegué aquí tuve que comprarme una habitación en $us 3.500. Estoy presa por narcotráfico y solo me faltan días para salir. Me voy y esta habitación la devolveré a su dueña, otra interna”, reveló una detenida quien cuenta que la cárcel la cambió completamente; “ya no soy la misma”, afirma.“Cuando llegué, la capitana y otras policías me dijeron que si quería dormir bien, tenía que pagar o si no me iba al ‘gallinero’. Tuve que buscar a mis familiares y pagar entre 500 y 1.000  bolivianos para pasar al pabellón abierto, un galpón sin divisiones, para luego conseguir la pieza que ahora uso”, recordó la mujer y dijo que detrás de las paredes de Palmasola hay alquileres mensuales que van desde Bs 900 por pieza.

Los denominados pasesLas internas denunciaron lo que ya oficializaron a las autoridades penitenciarias, a la Defensoría del Pueblo y otras instituciones. La ley establece los planes familiares para las internas que también tienen a sus esposos presos. Deben pasar cada sábado, bajo control, por horas al recinto de varones y regresar.  Sin embargo, ese plan es mal usado. De casi 400 solo unas 15 tienen esposos. Sin embargo, se denuncia que otras pagan hasta Bs 400 para pasar al recinto de varones sin tener marido detenido y que algunas se quedan hasta el domingo. El director  de Penitenciaría, Iver Melgarejo, dijo que se prohibió eso de los pases y que ejercerán controles más estrictos para que no se aprovechen.El director nacional de Seguridad Penitenciaria, Miguel Ángel Irusta, dijo que a veces hay abusos en el interior, pero que ese tipo de denuncias generalmente no llegan a las autoridades. Admitió que el Estado no ha cubierto las necesidades mínimas, por eso los internos construyen sus propias habitaciones y quedan como dueños. Señaló que para frenar los hechos irregulares en el recinto femenino en Palmasola una solución es la edificación del complejo penitenciario pero a mediano plazo. Agregó que se están pidiendo informes no solo del penal de mujeres, sino del de varones por tantos actos de abusos y también fugas de internos especialmente en carceletas del área rural.

Un purgatorio humanoEl representante de la Defensoría del Pueblo, Jorge Paz, calificó el recinto de mujeres como un purgatorio humano. Señaló que tiene denuncias por injusticias, abusos, agresiones y retardación de justicia, pero que la misión es elevar esos informes a las autoridades responsables de la problemática carcelaria. 

Fuente: eldeber.com.bo