El gran resultado del Frente Amplio (izquierda) apunta a una segunda vuelta muy ajustada
La votación tuvo algunos incidentes mayores de lo previsto en el tranquilo Chile, aunque ninguno fue grave y la jornada transcurrió con tranquilidad en medio de un sol primaveral que animaba a la participación. Un grupo de una veintena de miembros de las organizaciones Juventud Rebelde y Ofensiva Secundaria tomaron durante un tiempo la sede central de la campaña de Piñera en el barrio de Las Condes, en Santiago, y fueron desalojados por la policía. Llevaban pancartas que decían “por un Chile rebelde y popular ya no basta con votar”. En La Araucanía, la región donde se multiplican los conflictos con los mapuches, el pueblo originario de esta zona, hubo dos autobuses para trasladar a votantes incendiados, sin víctimas. Los atentados fueron atribuidos a grupos mapuches.
Pero al margen de estas tensiones, que quedaron rápidamente sepultadas por la calma de la jornada electoral, la clave política del día era el combate contra la baja participación. En las presidenciales de 2013 votó el 51%, una cifra que deja a Chile entre los países donde más ha caído la participación. Esta vez, con un electorado muy descontento, el gran objetivo de la izquierda era quedarse lo más cerca posible de esa cifra. Pero todo indica que se quedaron muy lejos.
“Es importante que la gente asista, que ejerza su derecho ciudadano y que vote por quien sienta que representa lo que ellos quieren para Chile”, señaló la presidenta Michelle Bachelet. La baja participación favorece al centro derecha, por eso desde el comando de Guillier se ilusionaban con las primeras impresiones que les hacían pensar en una abstención menor de la esperada. “Hemos tenido buenas noticias de la participación. Fue prácticamente el doble con respecto a la elección municipal pasada —en 2016—. La concurrencia a los locales ha sido substantiva. La gente está sufragando en todo Chile”, señalaba Osvaldo Correa, jefe de campaña de Guillier. El candidato, que votó en Antofagasta, en el norte del país, indicó que “el voto es la clave de toda democracia en todos los países del mundo y es la esencia de sistema democrático”.
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Descontento con Bachelet
La participación está bajando en Chile desde 1993, poco después de la recuperación de la democracia, pero fue en 2012 cuando se dispararon las cifras de abstención, cuando el voto pasó de obligatorio a voluntario. En las municipales de 2016 a las que se refería Correa, apenas participó el 36% de los habilitados.
Según todos los analistas, Piñera debería ser el más beneficiado por una baja participación, ya que son los votantes de centro izquierda los que parecen más decepcionados y dispuestos a no acudir a las urnas tras cuatro años de Gobierno de Bachelet. Además, es en los sectores populares donde menos se vota. Sin embargo, pese a la baja participación, los datos no fueron los que esperaba el expresidente y la segunda vuelta no será ni mucho menos un paseo.
La presidenta se mostró confiada en que con el tiempo se reivindicará su obra y sobre todo que un probable giro político no podrá arrasar con todas sus reformas. “Será el Parlamento y los ciudadanos los que van a defender ese legado. Los ciudadanos me agradecen cada día por las reformas que hemos hecho en educación, en salud, en derechos civiles”, se reivindicó. El resultado electoral que apuntaban los primeros datos no era ni mucho menos un espaldarazo a esa gestión, más bien lo contrario.
Fuente: elpais.com