Se alojan en el coliseo de la UMSA, donde cocinan y reciben donaciones para comprar pasajes de retorno a su tierra. Necesitan alimentos y útiles escolares.Hace dos semanas, Liliana Ino, de la comunidad Sirionó del departamento de Beni, agarró una bolsa y decidió viajar junto con sus hijos por cuatro días a La Paz para buscar ayuda. Durante la travesía, la mujer pasó por Santa Cruz y Cochabamba.No fue la única. Cerca de 200 indígenas benianos vivieron la misma odisea para llegar a la sede de Gobierno, donde recolectan víveres y alimentos.Ahora, preparan y venden cuñapés para recaudar fondos. De esa manera, buscan conseguir el dinero para comprar pasajes de retorno a su tierra.En diciembre, una riada arrasó con todo. A diferencia de otras gestiones, los comunarios contaron que el agua de las lluvias llegó hasta más del metro y medio de altura, además se llevó techos, ropa, cosechas y ganado. Varios pobladores se fueron a Santa Cruz y otros llegaron hasta La Paz en busca de ayuda. Mañana ya empezarán a volver a tierras benianas.“¡Se venden deliciosos cuñapes benianos en pro de los damnificados! Gracias”, reza un letrero en el ingreso del coliseo de la UMSA. En este espacio, 42 familias, 105 mayores y 65 niños duermen y pasan parte de las mañanas. Desde muy temprano, las mujeres preparan el desayuno, el almuerzo y los cuñapés.En una cacerola se muele una gran cantidad de yuca y en otra se raspa queso. Algunas personas ingresan al lugar preguntando por los cuñapés. “A partir de las 14:00 empezará la atención”, explica el pastor Ezequiel Vichae. “Recibimos la ayuda de la gente, pero la venta de los cuñapés es para pagar el transporte de vuelta a casa”, cuenta.Según el coordinador de la TCO (tierra comunitaria de origen) Sirionó, Hugo Dicarere, la UMSA apoyó con el galpón para pasar la noche, con vituallas y atención médica.Sebastián Negrete tiene 11 años y no recuerda bien cuánto tiempo duró el viaje y cuándo salió de su pueblo. Lo que sí sabe es que la riada arruinó sus cuadernos y mochila. Sabe también que el agua mató a casi todo el ganado de su hermano.Esa fue la misma razón por la que Meyli Mateo, de 30 años, vino a La Paz, junto con su hijo de cuatro años. Dejó a tres de sus niños en la comunidad y al cuidado de sus familiares. Las lluvias arruinaron sus plantaciones de arroz y el dinero que tenía apenas alcanzó para comprar el pasaje.“Fueron como cuatro días”, recuerda Liliana Ino. Junto con sus hijos, caminó por una hora hasta llegar a Casarabe, la población más cercana y donde tomó una góndola rumbo a Trinidad. Luego, tomó otro vehículo para llegar a Santa Cruz.“En cada sitio teníamos que esperar porque no nos alcanzaba para el pasaje; unos vendían más caro y teníamos que esperar hasta que bajen los precios”, cuenta. De Santa Cruz se fueron a Cochabamba y de ahí tomaron un bus a La Paz. Ella sólo compraba un pasaje para ella y su hija de cuatro años; los otros, de ocho y cinco años, viajaron en los pasillos.Cuando arribaron a La Paz, sufrieron por el mal de altura. “Sientes que te duele la cabeza y el aire te falta”, cuenta Mateo.Los benianos que se alojan en el coliseo están abrigados. En el lugar se observan bolsas de ropa, arrinconadas en las paredes. “Allá la ropa mojada se seca en el cuerpo. Además hace mucho calor y sólo nos ponemos una malla”, cuenta Mateo.“Necesitamos víveres, arroz, manteca y harina”, explica el coordinador Dicarere. El pastor Vichae agrega que los alimentos secos son los más necesarios, además de carne, huevo y leche.María Adriana Tuye cursa el tercero de secundaria. Junto con sus seis hermanos, la pequeña llegó para pedir mochilas, cuadernos y lápices para retornar a clases.Además de ropa abrigada, las personas también donaron varios juguetes. Los niños, agrupados en el piso del coliseo, comparten entre ellos tarjetas con dibujos animados. De rato en rato, pelean para adueñarse de las cartas. Cuando llega un paquete de regalos corren desde todas las esquinas para agarrar aunque sea un juguete. Entre las donaciones también hay artefactos y juguetes rotos.Esta ayuda sólo servirá para pasar unos tres o cuatro días en La Paz. “Se distraen un rato”, comenta Mateo. Luego, al partir a Beni, buscarán la manera de reducir el equipaje y llevar los alimentos secos y otras vituallas, y pasar la época de inundación, que suele durar hasta febrero.Fuente: paginasiete.bo