Sobre Carlos D. Mesa G.

Julio Aliaga Lairana
Primero mi solidaridad con él, porque será los próximos meses la victima con quien ensañarse, de este gobierno ebrio de poder y decidido a hacer lo que sea necesario para atornillarse a la Silla Presidencial por los siglos de los siglos, amén. Sin importarles el rol de Vocero de la Causa Marítima ni el impacto que causará sobre el cuerpo de jueces del Tribunal en La Haya, o en Chile o en la comunidad internacional donde Mesa tiene un prestigio incuestionable, la decisión de perseguirlo hasta el último rincón de la tierra has sido tomada, en la línea que anunciaron hace meses, de llegar a 2019 sin que quede una sola voz contraria a la repostulación de Morales Ayma y menos aún, alguien que le pueda ganar con el suficiente margen como para que ni la manipulación o el fraude sirvan para algo.
Segundo, una pregunta inevitable. Cuando el régimen lo pone contra las cuerdas, no quedándole otra que defenderse utilizando todos los medios que le otorga la desportillada institucionalidad democrática que pervive a pesar de todo, ¿estará Carlos D. Mesa dispuesto a dar un paso al frente y decidir liderar la consigna del 21F y asumir sus consecuencias? ¿Entiende Carlos Mesa que golpear ahora la mesa y sacudir la historia, con toda la fuerza de la rabia que produce una acusación injusta y tirada de los pelos, es ponerse en la mira de régimen para crecer con su palabra, como la espuma, y terminar irremediablemente de candidato ganador, exactamente como nos dice que no quiere ser?
Y tercero, sobre la mezquindad de la oposición, ya no de los líderes, sino de la gente, que de pronto hemos desatado viejas broncas guardadas en el baúl de los rencores, despotricando también contra él, como se nos ocurrió hacer con otros, como cuando Samuel Doria Medina salió a defenderse contra otra acusación tan absurda como esta, reavivando su terquedad de querer ser, lo que a estas alturas es en parte un mérito más que una desventaja, que también lo es. Si la ciudadanía no contiene sus ímpetus de negación de quien pudiera tomar una batuta y esgrimirla como una espada cargada de Libertad y Futuro, malos tiempos nos esperan.
No bastan las plataformas ciudadanas, no son suficientes los clamores de unidad, las marchas de juventud y fuerza que salen a las calles exigiendo el cumplimiento de la ley y el respeto al voto mayoritario del 21F. Si no nos callamos cuando se nos da por hablar mal de quienes han sobrevivido a doce años de destrucción y desconcierto, también mal podremos quejarnos de lo que hagan ellos, los que pueden mañana enfrentar efectivamente y en nuestro nombre a la tiranía. No importa que sean Carlos, o Samuel, o Ruben, o Jaime o Luis, o renovando, Soledad, Rodrigo, Christian, María, Juan, Perico o como se llamen. ¡Hay que apoyarlos a todos, para que crezcan! Después les pediremos rendir cuentas sobre lo que vayan a hacer con ese nuestro apoyo.