Explicación innecesaria (o por qué dejé de apoyar la candidatura de Luis Fernando Camacho)

Durante toda mi vida he tratado de buscar la construcción de una sociedad mejor. En esta búsqueda me he equivocado muchas veces. Durante mis años de activismo cívico, la radicalidad, la intolerancia y la violencia parecían la forma de conseguir los fines. Seguí ídolos de barro que más temprano que tarde se convirtieron en aprendizaje y no en modelos.

El activismo político y la búsqueda de la verdad y la razón se convirtieron en mi nuevo horizonte. Recordé las voces de mis mentores que me urgían a cambiar mi mundo, es decir, a mí mismo, con amor y con respeto. Mentores como mi padre, mis profesores Hanley y Roth, y mi amigo Yeyo. Hoy mantengo la bendición de tener a mi padre para sus lecciones diarias y la memoria de los otros tres.

La vida enseña a aprender de los errores, pero lo importante es aprender. Durante los últimos meses, aprendí que era un error renunciar a los ideales. Encontré en un liderazgo cívico renovado la promesa de cambiar la realidad para bien, basándonos en principios y valores. Timoratamente al principio me sumé al esfuerzo común y levantamos las banderas de la democracia, la libertad y el federalismo, del amor y el respeto. Estas banderas nos dieron la capacidad de conseguir lo imposible y recuperar una frágil democracia.



No fue fácil y pusimos todo en juego, nuestros bienes, nuestras familias y nuestras vidas. Tocó intentar sumar sin medir consecuencias, llegar a La Paz pasando por en medio del odio destilado en las puertas del aeropuerto. Tocó reuniones difíciles y momentos de miedo, mucho miedo…pero lo importante era cambiar para mejorar. No importaba lo que nos pudiese pasar, pero no permitiríamos que ese líder cívico se convierta en mártir si no en héroe, nuestros pechos también serían un escudo. Al final, nos arrodillamos ante Dios para pedir su iluminación y luego para agradecer su bendición.

Casi inmediatamente, todo empezó a cambiar, en lo bueno y en lo malo. Empezamos a reconstruir un país.

Lastimosamente, el poder corrompe a las personas, y ya empezaron a ni importar las causas. Aquél que fue nuestro conductor en las horas oscuras que vivimos y nos llevó a un espectacular amanecer, empezó a ser secuestrado por círculos maquiavélicos. Al principio de esta etapa, me preocupó el cambio de paradigma, ya no importaba una propuesta, simplemente llegar al poder, las banderas de causas políticas fueron arriadas y se levantaron banderas electorales.

El fanatismo empezaba a marcar un rumbo preocupante que nos podía llevar a convertirnos en lo que juramos combatir. Aún era una esperanza reconducir desde adentro. Por primera vez en mi vida acepté sumarme activamente como candidato a una diputación supraestatal, con el compromiso de poder tener la voz suficiente para defender la libertad de expresión, la democracia y la dignidad. Triste fue la decepción que todo quedó en discurso y los hechos fueron muy diferentes. Ya solo importaban los votos y no la palabra, los principios, la integridad, ni mucho menos el amor y el respeto. Con el dolor de mi alma ya no podía acompañar en lo que nos habíamos convertido. No podía ser cómplice ni alcahuete. Se me dejó muy claro que las personas no éramos importantes pues ¨sólo éramos un voto¨ y valía más el abuso de las instituciones civiles para gravitar apoyos.

Estas últimas semanas han sido bastante deprimentes de ver que mis miedos cada día son más una realidad. Ese liderazgo de principios, valores y causas se perdió secuestrado por vísceras que solo aspiran al poder y que se vuelven más odiadoras al verlo que se les escurre entre los dedos. Simplemente es decepcionante. Pero hay que reconstruir un mundo mejor, desde donde se pueda, porque mi causa y mi satisfacción es simple: heredarle a mi hija un mundo más libre, más justo, más humano…regado por mis lágrimas, mi sudor y mi sangre.

Las personas pasamos, pero los ideales se mantienen, y hoy toca no rendirse, sino reinventarse. Una vez más, hay que volver a apostar por la esperanza, aunque signifique coyunturalmente nuevos protagonistas. Es parte de este proceso de aprendizaje de ser seres humanos, simples mortales que buscan la iluminación.

Mis oraciones están en que Dios nos ilumine a todos y pronto nos bendiga con llenarnos de su Amor, para poder reencontrarnos en la hermandad que tanto necesitamos.

Prefiero recordar con añoranza lo que fuimos durante los 21 días, que la tristeza que hoy me embarga ver en lo que nos convertimos. No queríamos tumbar un gobierno, queríamos liberar un Pueblo, pero para que sea LIBRE, no para instalar una nueva tiranía. Mi lealtad se mantiene a las causas e ideales que persigo, y aunque hoy coyunturalmente estemos separados de algunos con los que lloramos juntos, Dios nos volverá a juntar más temprano que tarde. Si bien la conductora de hoy puede no ser perfecta, es en estos momentos lo más cercano a en estilo, forma y fondo a lo que creemos.

Mi grano de arena hoy lo llevo dónde se puede construir un futuro mejor, y si me vuelvo a equivocar, la vergüenza no recaerá en mi espíritu, si no en los engaños de almas viles, y a mi hija, la única persona que le deberé explicaciones, podré pedirle perdón por equivocarme, pero es la única forma que sé de poderla amar.

Dios nos bendiga a todos.

Shalom Aleikhem! (la PAZ sea con nosotros, palabras de nuestro Señor)

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