Óscar Urenda: «Tranquilos, todo va a estar bien»

Queridos amigos, querida Santa Cruz y querida Bolivia:

Para la familia, sin duda, este es el momento más triste que nos ha tocado vivir, pero también es cierto, que en medio de tanto dolor, la satisfacción y el orgullo de recibir un reconocimiento tan grande como es el amor y el cariño de todo un pueblo, ayudará a llenar este vacío que nos deja su ausencia.



Creíamos que sólo nosotros, su familia, lo amábamos inmensamente, pero después de éste último tiempo, y sobre todo los últimos días, nos dimos cuenta que él fue amado por miles y miles de corazones, con tanto amor, como sólo alguien como él se merecía. Querendón de su gente, de su tierra y capaz de entregar su vida defendiéndola a capa y espada.

Por todo ello y más, sólo nos queda demostrar nuestro agradecimiento:

A nuestros familiares y amigos, quienes nos han sostenido con amor en esta larga espera, llena de incertidumbre y angustia.

A sus amigos Bacanes, los Tauras, los del “Club”, el Círculo de Amigos, los Palanquetas, los Kareaokeros, por haber sido grandes amigos y compañeros de vida, y ahora guardianes de grandes vivencias y recuerdos inolvidables junto él.

Al Gobernador Rubén Costas, su amigo, su hermano, por haberle brindado el espacio preciso para desarrollar su pasión, para volcar su vocación de servicio, pero sobre todo para demostrar la humildad y la inmensidad de su corazón a través del amor hacia su gente.

Al personal del SEDES y la Gobernación, sus colegas y compañeros del día a día, por haberlo acompañado y complementado con respeto y cariño en lo que tanto amaba hacer, siendo testigos de primera mano de sus sueños hechos realidad.

A su partido, «DEMÓCRATAS», su gente y sus dirigentes de distritos, sus compañeros en calles y barrios, recorriendo los rincones de Santa Cruz, llegando personalmente hasta la gente a tenderles la mano.

A nuestros amigos de la Alcaldía Municipal, al Ing. Percy Fernández, a la Arq. Angélica Sosa y a todos quienes nos colaboraron incondicionalmente en estos momentos tan tristes para nosotros.

Al personal de salud de todos los hospitales, colegas que han crecido junto a él, baluarte de su mayor anhelo que era ver el sector salud reconocido y fortalecido.

A los medios de comunicación, que han sido testigos y han proyectado, con mucho respeto y fidelidad, su lucha incansable por mejorar el sector salud en bien de su gente.

A la población en general de todos los puntos cardinales de nuestro país, por haber hecho propios la angustia y el dolor que nos embargaba, primero por su enfermedad y ahora por su muerte. Por sus caricias al alma, a través de tantas palabras de aliento y muestras de cariño, admiración y respeto.

Todo este amor que recibimos, reflejan la fuente de inspiración que significaban para él su pueblo y la sociedad en general; el compromiso y vocación de servicio que tuvo siempre para ayudar a los demás, de manera desinteresada, planificada la mayoría de las veces, otras improvisadas y muchas de manera anónima.

Ojalá todos podamos ser un poco como él y aplicar en nuestras acciones, algo o mucho de lo que él hacia. De ser así, estamos seguros que tendríamos una mejor sociedad, sirviendo a nuestros semejantes sin esperar nada a cambio, siendo mejores seres humanos. Porque si hubo algo que nos demostró con el ejemplo, y que nos repitió cada vez que le decíamos que era muy arriesgado, que ya era tiempo de dejar de trabajar, es que “EL QUE NO VIVE PARA SERVIR, NO SIRVE PARA VIVIR.”

Óscar Urenda Aguilera se fue en su ley, haciendo lo que más amaba, sin dolor y con la satisfacción de la labor cumplida. Y como solía hacerlo, seguro hoy nos diría a todos: “Tranquilos, todo va a estar bien”

¡Gracias para siempre!

“¡Viva Santa Cruz, Viva Blooming, Fuerza Bacanes y Fuerza Demócratas!”