José Urizacari, el «superneumólogo» boliviano que luchó contra el Covid en el pico más alto

El especialista formó parte del Hospital del Tórax de La Paz. Fue docente. Trabajó en el sistema público y la seguridad social. Es recordado como un hombre humilde, lleno de alegría y excelente amigo.

Fuente: Página Siete

 



Verónica Zapana S.  / La Paz

Para el  “superneumólogo”  José Urizacari, luchar contra enfermedades pulmonares no era novedad. Tenía 30 años de trayectoria y siempre batalló contra males crónicos para sacar victoriosos a sus pacientes. Este 2020, el especialista se puso en pie de guerra para enfrentar a un virus que no conocía: la Covid-19. Sólo sabía que era una enfermedad muy agresiva, pero no tuvo miedo.

Así, este  médico ayudó a vencer el coronavirus a cientos de enfermos, cuando Bolivia vivía el pico más alto de la pandemia. Por su arduo trabajo, el galeno se contagió, no logró vencer la enfermedad y perdió la vida.

“Cuando se comenzó a sentir la presencia del virus, el doctor Urizacari salía a luchar contra la pandemia. Muchos colegas le tenían miedo a la enfermedad por su agresividad, pero él no. Él le daba batalla”, rememoró el neumólogo Marco García, uno de sus entrañables amigos y colega en el Instituto Nacional del Tórax de La Paz.

García relató que Urizacari luchó durante mucho tiempo y con los pocos insumos de bioseguridad que tenían en el hospital de Miraflores, ya que los médicos del sistema público no contaban con Equipos de Protección Personal (EPP) necesarios.

El galeno recordó que un día se  acercó a su colega para aconsejarle que no se acelere y para pedirle que se proteja, pero Urizacari le respondió: “Me estoy cuidando, con mi EPP improvisado” y le mostró un par de barbijos sencillos y dos batas de látex que no se asemejan a los trajes de bioseguridad especiales para atender a pacientes positivos.

Además -según García-  su colega le indicó: “Tengo que ver a mis pacientes, sino ¿quién los verá?, nadie quiere hacerlo ¿qué será de su salud?”, recordó.

Urizacari combatió el coronavirus en primera línea desde  marzo,  ya que los primeros pacientes con Covid-19 en La Paz llegaron al hospital donde trabajaba. Batalló contra el virus hasta julio, cuando La Paz registró hasta 900 casos diarios. Su esposa y sus tres hijos apoyaron su noble gesto.

Él atendió dentro del establecimiento de salud a sus mismos colegas, a sus pacientes e incluso a autoridades nacionales y municipales.

Acudió también a las casas de sus pacientes y hasta atendía por teléfono. “No paró ni un momento. Incluso acudía al hospital los fines de semana y en horarios que no correspondían”, recordó su colega.

Su jornada comenzaba a las 6:00 y terminaba muy tarde. Él no apagaba el teléfono por si alguno de sus pacientes se ponía mal. “Yo estoy para correr en ese momento”, decía.

Su energía fue agotándose. “Doctor, vaya a descansar”, le dijeron unos médicos que lo vieron dormitando en su auto.  “No, debo ir a atender a un paciente aquí cerca”, les respondió.

Aunque trataba de atender a todos, el tiempo no le alcanzaba. “Disculpas por lo poco que puedo dar, disculpas por estas horas de insomnio”, escribió en su cuenta de Facebook. “Es una pena no poder hacer nada por quien te pide ayuda. Esta desgraciada enfermedad me quitó el gusto de contestar el teléfono porque todo es dolor y desventura. (…)”, escribió días antes de internarse.

El 26 de julio Urizacari se aisló. “Tenía síntomas, pero sus resultados demoraron, como en ese tiempo todo estaba colapsado, incluido el laboratorio. Tampoco había camas en la Caja (Nacional de Salud) y menos en terapia intensiva. Todos (los cupos) estaban llenos”, comentó.

Luego se abrió la posibilidad de internar al especialista  en el Hospital Municipal de la Portada y en este establecimiento permaneció dos semanas en sala y recién cuando falleció un paciente, Urizacari fue trasladado a terapia intensiva. “Lastimosamente en esos momentos no había oxígeno por los bloqueos”, dijo su colega. Entonces, el especialista fue trasladado al Hospital de Clínicas. Días antes de su transferencia al Tórax, el médico falleció. “Sus pulmones estaban muy afectados”, dijo García.

“(El virus) se llevó a un grande, a un guerrero. Recuerdo que el doctor, en noviembre del año pasado, se enfrentó a los Ponchos Rojos en Plaza Murillo arriesgando su vida y los venció. Eso no olvidaremos”, dijo entre lágrimas la jefa de Laboratorio Clínico del Tórax Roxana Zambrana, en un homenaje póstumo que se realizó al galeno en la puerta del nosocomio.

El profesional es uno de los cerca de 120 médicos que fallecieron como consecuencia de la enfermedad durante los cinco meses de la presencia de la pandemia en el país, indica una autoridad del Ministerio de Salud.

Y así fue. Muchos de sus colegas, como José Zambrana, lo recordarán no sólo por ser varias veces director del Hospital del Tórax, sino por luchar por los derechos de sus compañeros. También se caracterizó por ser alegre, humilde y sobre todo cariñoso con sus colegas y residentes.

Testigos del perfil de Urizacari son los residentes, quienes cariñosamente le llamaban “Papi Uri”, pues él no sólo daba docencia de pre y posgrado, sino también brindaba su amistad. “Qué difícil es enumerar todos esos recuerdos con usted. Enseñanzas, anécdotas y hasta consejos de amor”, escribió en su muro de Facebook  el doctor Álvaro Miguel.

Y es que según  García, el neumólogo siempre decía que “si una persona esta espiritualmente y emocionalmente bien, su trabajo también lo hará bien”.

Urizacari – que amaba el  montañismo y el deporte- egresó de la Universidad Mayor de San Andrés. Hizo la especialidad de neumología en el Tórax, donde se quedó a trabajar durante 30 años actualizando su formación cada año. Trabajó en el seguro de la Banca Privada y de la Caja de Caminos. Fue asesor científico del Programa Nacional de Tuberculosis. Fue presidente del Comité de Multidrogorresistencia de Tb.

Por toda su formación, Urizacari batalló contra  la Covid- 19, como lo hizo con otras enfermedades la insuficiencia respiratoria por EPOC, fibrosis pulmonar o tuberculosis. Siempre dio todo por sus pacientes, este superneumólogo trabajó hasta su último aliento.

“Hoy siento la derrota en carne propia”

“Hoy siento la derrota en carne propia, pues ni mi hospital o mi seguro de salud se encargará de mí o de los míos en el momento en que me falte oxígeno. La tozudez de las autoridades a todo nivel es incomprensible”, escribió el neumólogo José Urizacari en  Facebook día antes de aislarse.

“Mi maestro Enrique Pinto decía: ‘Interna a ese paciente, ya sé que no podrás hacer nada, pero por lo menos dale una cama limpia y dignidad al morir’. Ahora ni eso tenemos para ofrecerles”, dijo. “Adiós a todos los que ofrendan sus vidas hoy y siempre en un sistema de salud pésimo y obsoleto que en lugar de proteger, nos expone como carne de cañón”, agregó.