Rodríguez Veltzé: Una proporción importante de agua fluye de Chile a Bolivia

 

Recomienda tener racionalidad en una negociación con el vecino país. Agrega que la soberanía no debería ser condicionante para las relaciones con Chile.

Fuente: Página Siete / La Paz

El exagente de Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya para la demanda marítima y para el caso Silala, Eduardo Rodríguez Veltzé, dice que hay que lograr “equilibrios razonables”  en una eventual negociación con Chile porque “una proporción importante” de agua viene de Chile hacia Bolivia  y no sólo a la inversa. Por otro lado, recomienda retomar las relaciones con Chile,  y la soberanía “no es necesariamente una condicionante”.

¿Cómo dejó el caso Silala en La Haya en su función de agente?

Los procedimientos se encuentran en una fase final, todavía resta una etapa de alegatos orales. No he tenido ninguna vinculación con la gestión anterior, de la presidenta Añez ni su canciller Longaric.

¿Nunca les dio un informe, no se lo pidieron?

Cuando yo supe del cambio de gobierno,  por respeto e integridad correspondía renunciar. En mi carta de renuncia, pedí con un párrafo explícito, que siendo agente ante la CIJ, donde teníamos un proceso pendiente, tenía la necesidad de transmitir información reservada, porque el manejo de la información clasificada como reservada es un tema reglado que exige que el funcionario reciba instrucciones para proceder. No es un tema de cortesía ni de voluntades, pero no recibí una instrucción para hacer esa entrega. Con este Gobierno yo he cumplido en procesar una información y transmitirla a las altas autoridades.

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¿A quién se la traspasó?

Me he reunido con el presidente Arce, he tenido conversaciones con el vicepresidente Choquehuanca y con el canciller Rogelio Mayta.

El gobierno de Añez denunció que Bolivia admitió en la memoria que el Silala es un río de curso internacional.  ¿Qué puede decir al respecto?

Estando (Jaime) Aparicio con la canciller Longaric en La Haya hicieron dos comunicados que sostenían lo que acaba de decir, que Bolivia ya había admitido. Yo he sostenido y sigo sosteniendo que era irresponsable transmitir una información parcial, inexacta, y además se contravenía una norma del reglamento de la Corte al cual estamos sometidos, que señala que los documentos del proceso se hacen públicos cuando arrancan las últimas audiencias orales. Este no es un tema de emotividad, de temas patrióticos, regionales, o de antichilenismo. Hemos procurado llevar un proceso con el mayor rigor y la menor especulación sobre asuntos que tienen que ver con evidencia objetiva y científica de lo que es el Silala en el marco de una normativa internacional. No puedo entrar en detalles, porque creo que hay que respetar los niveles de reserva.

¿Cuál es el futuro del conflicto del Silala? ¿Hay normativa internacional que permita llegar a un acuerdo más allá del fallo?

Para Bolivia es importantísimo resolver las relaciones con sus cinco vecinos en materia de aguas transfronterizas. Hay que destacar que NNUU trabajó un nuevo derecho internacional de aguas transfronterizas para usos no navegables, que es un instrumento que permite a los países convenir las mejores condiciones de gobernanza, de cooperación en información y mantenimiento y la forma de resolver sus conflictos de manera pacífica. En el mundo hay un nuevo espíritu que procura que el uso compartido de aguas no sea un motivo de confrontación sino más bien de colaboración. Yo creo que con Chile y con el resto de los países deberíamos ser capaces de adherirnos a esta legislación.

¿Eso quiere decir que a Bolivia le convendría  no seguir litigando en torno al Silala?

No sólo sobre el Silala sino sobre antiguos diferendos como el Lauca. Tenemos citaciones con el Perú, a partir de recursos transfronterizos que siguen pendientes.

¿Si hacemos cuentas entre Bolivia y Chile,  tenemos mucho que perder?

Creo que hay que actualizar los inventarios hídricos, creo que la información fue pública en su momento, con Chile compartimos una frontera de casi 1.000 kilómetros, en la cual hay recursos hídricos transfronterizos y posiblemente muchos de ellos nos vienen de Chile en una proporción importante. De manera que hay que lograr equilibrios razonables y no sólo concentrarnos en un fenómeno como es el Silala.

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¿Cómo debería reenfocarse la relación entre Bolivia y Chile luego de que el caso marítimo ha quedado cerrado y en el contexto actual del caso Silala?

El caso marítimo no ha quedado totalmente cerrado. Si bien la Corte ha descartado, ha declarado que no corresponde la pretensión de Bolivia de solicitar una obligación de negociar por la vía judicial, (en publicaciones académicas de otros países) se destaca que la Corte ha reconocido y de manera explícita  que el problema entre Bolivia y Chile subsiste. Pero, ha ido más allá la Corte, ha dicho este es un problema que deben atenderlo y resolverlo, y que está en manos de Chile y Bolivia generar espacios de solución en el marco de la buena vecindad. Esto no es retórica, es un hecho concreto, que una Corte internacional nos devuelve el conflicto y nos dice esto sigue pendiente, resuélvanlo ustedes. Hay un principio que es el de la buena vecindad, que está en la carta de Naciones Unidas, en la carta de la OEA y de una decena de instrumentos;  se invoca a la buena vecindad no como algo retórico, sino como un principio de conducta de Estados que deben contribuir de manera recíproca por intereses comunes. A mi juicio esa es la línea a seguir. El tema marítimo ha tenido un traspié porque judicialmente no ha llegado una solución, pero el tema sigue abierto, y creo que Chile también lo ha entendido así porque se está preocupando de generar un entendimiento de cómo deben ser las próximas relaciones.

¿Qué le hace pensar que Chile quiere retomar el tema?

Ellos han hecho pública la conformación de una comisión plural orientada a examinar las relaciones con Bolivia, la presencia de su Canciller en la transmisión de mando, con expresiones de interés. Pero más allá de esto, que es coyuntural, tengo la impresión que este fallo ha marcado un antes y un después de lo que debe ser la relación con Bolivia. Cuando el presidente Evo Morales presentó su discurso ante la Asamblea General días antes del fallo, él concluyó indicando que independientemente de los resultados de ese juicio se abría un nuevo tiempo para Bolivia y Chile.

¿Eso implicaría renunciar a la soberanía?

Eso no tiene nada que ver. La soberanía no es necesariamente el condicionante para tener relaciones;  la soberanía es un factor obviamente de reivindicación maximalista, pero Bolivia tiene que mirar que hay millones de chilenos que transcurren por las fronteras y que nuestro acceso más próximo al Pacífico es por un país con el cual se deben mejorar las relaciones.

La soberanía está internalizada en el alma de los bolivianos. 

Hay un instrumento de derecho internacional que es la Convención de Naciones Unidas sobre los derechos del mar que a mi juicio deberíamos mirar con mayor atención porque tiene un tratamiento especial para los países sin litoral y los países en tránsito que genera ventajas tan o más importantes que el tratado de 1904.