Un informe que golpea e interpela: “Los medios son cómplices del golpe de Estado”

Hernán Cabrera M. Periodista

 

 

El informe de la Procuraduría General del Estado presentado a la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, sobre el rol de los medios de comunicación en los sucesos de las elecciones del 2019 y sus posteriores hechos, calificándolos a todos, de manipuladores, cómplices, que sesgaron la información y que estuvieron al servicio de la estructura de poder que se hizo cargo de las riendas del país en noviembre del 2019, plantea un serio debate o por lo menos, debería mover a preocupación a los periodistas, los dueños de esos medios y de las organizaciones de prensa. E incluso las carreras de ciencias de la comunicación y de periodismo. Ahora se llaman comunicación corporativa, comunicación y marketing, o algo por el estilo.



Es un informe letal para el periodismo boliviano y un golpe bajo para la credibilidad, el bien más preciado de la labor de la prensa, acá o en Australia. La credibilidad periodística no se alquila, ni se hipoteca.

Compartimos algunos conceptos de ese informe de esta importante institución del Estado:

“…para la consumación del golpe de Estado, hecho en el que los medios de comunicación tuvieron su protagonismo por generar información sesgada, incompleta o, por último, omitir informar en el marco de la veracidad”.

 “Son cómplices del golpe de Estado”.

“Los medios de comunicación desinformaron a la población en el presunto “golpe de Estado”.

“Ejercieron presión y hostigamiento a quienes estaban en la línea de sucesión constitucional, para que renuncien y de esa forma forzar para que Jeanine Áñez Chávez asuma la Presidencia del Estado”.

El periodismo registra los hechos, tal como pasó en cada época histórica. Luego los narra e informa sobre esos sucesos. Los medios de comunicación no están manejados por robots o no son  masas amorfas. Allí trabajan hombres y mujeres, que van detrás de las noticias, hacen lo mejor que pueden para recoger en video, fotos o declaraciones un hecho noticioso, y luego lo difunden.

Lo sucedido con los incendios forestales, las frustradas elecciones del 2019, las movilizaciones por las denuncias de fraude, la renuncia de Evo Morales, de Alvaro García, la asunción de los nuevos gobernantes, las elecciones del 2020, la pandemia del covid, no fueron creados o inventados por una varita mágica, y tantos otros que fueron registrados y difundidos, en cada una de sus manifestaciones por el conjunto de los canales de Tv, periódicos radioemisoras y las redes sociales.

Qué delicada misión que tienen los periodistas, las posibilidades de equivocarse, de mentir, de manipular son escasas; no pueden ni deben obedecer dictados políticos de ningún poder.

Josep Pulitzer, que en Estados Unidos compiten por ganar el premio que se instituyó en honor a él, decía: “El periodista tiene un puesto que sólo le pertenece a él. Sólo él tiene el privilegio de moldear las opiniones, llegar a los corazones y apelar a la razón de cientos  de miles de personas diariamente. Esta es la profesión más fascinante de todas. El soldado puede tener que esperar cuarenta años para tener su oportunidad La mayoría de los abogados, médicos y clérigos mueren en la oscuridad. Pero cada nuevo día es una oportunidad para el periodista que cuenta con la confianza de la comunidad y puede dirigirse a ella”.

Claro, preciso y contundente. Esa lógica de vida y de trabajo del ser periodista, se contrapone con el informe de la Procuraduría General del Estado, que sostiene que los medios de comunicación vivieron otra realidad, informaron de otros hechos o si lo hicieron de ellos mismos, lo hicieron mal, mintieron al país, manipularon los hechos, tergiversaron situaciones y declaraciones. Fueron estructuras de poder que trabajaron en función del gobierno de turno. O sea, en palabras técnicas: Photoshopearon e inventaron  los sucesos de noviembre y diciembre de 2019.

Por otra parte, el silencio, la falta de debate, la no aclaración de los medios de comunicación, de las organizaciones de prensa, será la aceptación de  ese informe tal como está y será la prueba de que los empresarios de la comunicación no les interesa el noble ejercicio del periodismo, sino solo negocios y más negocios, además de no respetar ni defender a los periodistas, que cada 10 de mayo juran defender las libertades de prensa, de expresión, el derecho a la información. Su silencio será sinónimo de complicidad en desmedro de la credibilidad periodística.

Este informe de la Procuraduría debe interpelar al gremio y no debe ser pasado por alto por quienes ahora están de jefes de prensa, directores de los medios,  periodistas, editores, reporteros y académicos, porque se está poniendo en la picota de la duda, esa enorme responsabilidad que se tiene, de informar y de llegar con esa información a la ciudadanía. Ese Informe abre enormes brechas o fisuras en la relación dinámica entre prensa y ciudadanía.

¿Las redes de Tv, los periódicos, las radioemisoras mintieron o manipularon el voto popular del 2019? ¿Influenciaron para la renuncia de Evo Morales? ¿Hicieron a Jeanine Añez presidenta? ¿Fueron instrumentos de poder del Comité Cívico? ¿Los medios de comunicación organizaron cabildos, marchas o bloqueos y los azuzaron? ¿La prensa ingresó a Palacio Quemado alzando la cruz de Cristo? ¿La prensa aplaudió el cambio de gobierno y  apoyó al mismo? ¿Los periodistas no denunciaron los abusos de ambos lados? ¿Qué rol jugó la CNN en esa coyuntura, que priorizó a Bolivia en varios programas?

Estas y muchas otras preguntas genera este informe de la Procuraduría. Las respuestas la tendrán, en un acto responsable de análisis y de autocrítica, ustedes compañeros de la prensa.

Precisamente este artículo es una provocación para generar los espacios adecuados para el fortalecimiento del ejercicio del periodismo en función de un destinatario, que es el pueblo y al pueblo se llega con la verdad y ética.