Cosas de trolis…

Ayer temprano salimos en bici con mi asiática y nos fuimos a buscar gelatina e pata.
Pillamos una deliciosa gelatina en el kilómetro trece, por la Cervecería, en la doble vía a La Guardia.
¡Y en vaso de cristal!
Vanessa dijo llamarse la gelatinera, pero en realidad se llama Hernán; es un frescolín famoso por vender chorizos a los pasajeros de los buses que se detienen en la antigua tranca.
– Ay mi amor, ¿de dónde sacaste esas nalgasas?
-le preguntó a mi asiática Vanessa-Hernán, impresionau por el tremendo y perfecto caño de escape de mi amarilla.
Luego me miró con cara picaresca y envidia.
Entonces fue que entre gelatina y gelatina hablamos de política y el trolín nos contó que era ucesista de cepa y que conocía la quinta del frente de palmo a palmo.
– Lo que no me gusta de Jhonny es su ropa, parece una caja fuerte donde solo él le entiende a sus combinaciones.
-dijo muerto de risa el maricontento.
Hablamos del Gobierno y Vanessa-Hernán dijo estar feliz con este Gobierno, porque ningún Gobierno en la historia tuvo jamás un vicepresidente y tantos ministros colegas; expresó así, en palabras simples.
Y bueno…
La verdad, deliciosas las gelatinas del trolo. No puej, le plantamos de a tres vasos con mi asiática.
Todo bien, cuando de pronto…
– ¡Que asco!
-dijo mi hermosa flor de loto.
Elay…
Una pata de vaca dentro del vaso y en medio de la gelatina.
Mi asiática casi vomita y a Vanessa-Hernan le dio un ataque de ansiedad.
– ¡Yo la mato, yo la mato!
-gritaba desesperado el maricarmen.
Luego…
Pasado el mal momento se disculpó y quiso devolvernos el dinero, para luego alzar su cajón y cerrar su venta mientras murmuraba:
– Ha sido la beishu del quince, una masista resentida porque le quité un cortejo que trabaja en la alcaldía de La Guardia, ella me puso la pata de la vaca en el vaso…
¡Pero yo la mato!
-decía con los dientes apretados.
– ¿Quién es la beishu?
-preguntó mi asiática curiosa y ya restablecida.
– Así le dicen, pero se llama Rolando y en su barrio también le dice Rolo.
-respondió furios@ Vanessa-Hernán.
Y se fue…
Nosotros agarramos la bici y nos fuimos a tragar tierra en las arenas del viejo Piraí, contemplando el hermoso paisaje que dejan los saca ripio del río…