Ramiro vendió un toro e inventó un robot para ayudar a sus padres a sembrar papa

Cuando faltaban recursos para terminar la construcción del robot su familia lo ayudó vendiendo un animal de arado. Conozca esta increíble historia

 

Fuente: Unitel

En la comunidad de Quinamaya de la provincia Ingavi del departamento de La Paz hay un joven que construye robots para ayudar a sus padres con la siembra. Se llama Ramiro Mamani.



El androide que creó Ramiro fue bautizado como Satiri, fue construido con el material reciclado de otros robots que diseñó antes. Su primera versión estuvo lista en 2020 y se fue perfeccionando gracias a que su creador consiguió un inversionista: su padre, que lo autorizó a vender un toro para financiar las partes faltantes.

La inspiración de Ramiro para construir un robot sembrador fue el sacrificio de sus padres. Año tras año vio cómo don Ladislao y su esposa sacaron adelante una familia de siete hijos a fuerza de arar la tierra, por eso pensó en crear algo que los ayuda.

Ahora, don Ladislao es quien pone a prueba a Satiri, el robot pensador.
Ramiro engendra sus robots desde su ‘baticueva’, como le dice de cariño, una cuartito diminuto construido por él mismo para poder trabajar. Ha diseñado y ensamblado muchos de estos artefactos, pero no pudo quedarse con ninguno, porque cada nueva creación nace de las piezas del anterior. Su frágil economía le exige optimizar recursos.

La ‘baticueva’ está tapizada por sus referentes: Albert Einstein, Stephen Hawking, grandes genios que cambiaron la forma en que entendemos el mundo.

Otros genios de la robótica

En la zona sur de La Paz, Beto y Diego trabajan en un robot cuadrúpedo, que fue ideado primero para ayudar en tareas de salud, pero que ahora lo ven también con vocación de minero. A simple vista, parece una mascota de otro siglo que puede ser manejada a control remoto, está equipado con una cámara que muestra dónde está y puede cargar hasta un kilo de peso.

El cuadrúpedo fue producido en el Instituto de Investigaciones de la UMSA, cada una de sus partes nació de una impresora 3D y tardaron tres meses en ensamblarlo.

Beto y Diego descubrieron las ventajas de trabajar en equipo. Pese a tener el apoyo de la UMSA, los fondos siempre son escasos y trabajando en mancuerna, los gastos se dividen y las ideas se multiplican.

Conozca más de estas dos increíbles historias en este video: