Con menos burocracia, la exportación de madera podría generar 1.000 millones de dólares al año

El sector forestal-maderero es uno de los grandes motores económicos bolivianos que se podrían “encender”, con una reducción razonable de las regulaciones.

Recientemente, el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) propuso al gobierno la adopción de una política de “promoción selectiva de exportaciones”, enfocada en lo forestal-maderero y en lo agro-industrial. Para profundizar en el tema, desde eju.tv consultamos al gerente general de la Cámara Forestal de Bolivia, Jorge Ávila.



eju.tv: ¿Cómo ven la propuesta “promoción selectiva de exportaciones” desde la Cámara Forestal? ¿Existen señales de recepción de la idea desde el gobierno?  

Jorge Ávila: Compartimos plenamente la recomendación, que es muy atinada. En la actividad forestal-maderera ya tenemos estructura y esquemas consolidados de producción, transformación, transporte y comercialización interna y externa. La cadena fluye desde hace bastante tiempo y con una pequeña gestión del Estado que nos permita agilizar los procesos, dinamizarlos, eso sería muy útil para el país. El sector involucra a muchos actores sociales que se benefician de la producción y del comercio maderero. Hoy es imposible entender actividad forestal-maderera sin la intervención de las comunidades indígenas, ya que detentan más del 75% de los bosques productivos del país. El sector empresarial formal apenas detenta un 7%. Por tanto, las exportaciones de este sector beneficiarían de manera directa a los actores comunitarios.

Sin embargo, no tenemos señales claras del gobierno. Venimos tocando puertas desde hace muchos años para que el Estado entienda y apoye al sector, haciéndole propuestas concretas, pero no hemos tenido respuesta.

A pesar de que Bolivia es territorialmente forestal, el país se volvió importador de madera. ¿Cómo revertir esta situación? ¿Y cuál es el potencial productivo y exportador del sector?

Aproximadamente la mitad de Bolivia está cubierta por bosques, 50 millones de hectáreas, de las cuales 25 millones son tierra de vocación forestal. Cada hectárea de vocación forestal tiene un potencial productivo de 15 metros cúbicos. Imaginemos entonces la magnitud de la oferta y la capacidad de producción y venta del sector forestal.

Lamentablemente, por decisiones de orden político-administrativo tomadas entre los años 2010 al 2014, se deterioró la economía forestal con una serie de regulaciones excesivas, que paralizaron la oferta maderera en Bolivia. La demanda insatisfecha empezó a buscar opciones en el exterior y pasó lo que nunca pensábamos que iba a ocurrir: después de haber abastecido la demanda nacional sin ningún tipo de inconvenientes por más de 60 años, nos convertimos en importadores de madera. Nuestra balanza comercial fue negativa del 2016 al 2018. El 2019 logramos un empate técnico y en 2020 se dio un margen positivo, que se agrandó en el 2021.

La manera de impedir que las importaciones continúen ganando terreno es mejorando las condiciones de acceso y de gestión administrativa del recurso. Es importante que las condiciones para trabajar se mantengan expeditas, que la dinámica productiva sea ágil. El exceso de burocracia y de regulaciones son el peor enemigo de la actividad forestal y de los bosques de este país. Porque un bosque que no produce está destinado a ser deforestado y a ser sustituido por otro tipo de actividades.

Por otra parte, aunque no tenemos afinidad ideológica con regular las importaciones, nuestros vecinos no son honestos en ese sentido. Por ejemplo, no podemos exportar madera al Brasil, de donde importamos más del 65% de los productos que ingresan a Bolivia. No podemos venderles en condiciones de ecuanimidad por una serie de medidas para-arancelarias, que incrementan el precio de nuestros productos en un 42%. Eso nos permite tener la moral para pedir regulaciones para-arancelarias a las importaciones.

Hoy estamos produciendo poco mas de 1 millón 300.000 metros cúbicos por año y tenemos potencial para triplicar y quintuplicar esos volúmenes. Hemos hecho un estudio y con una producción de 5 millones de metros cúbicos Bolivia puede generar excedentes de exportación que superen los 1.000 millones de dólares al año, sin poner en riesgo el abastecimiento interno.

La Cámara ha construido un plan forestal junto a las comunidades indígenas y campesinas, lo que incluiría la necesidad de un régimen tributario especial. ¿Puede darnos más detalles de este plan?

Por una razón de responsabilidad histórica, la Cámara elaboró un plan de reactivación del sector madera para Bolivia, construido con las comunidades indígenas y con los carpinteros del país. Fue un muy buen documento, con sólido respaldo técnico y económico. Lo presentamos a todas las instancias posibles del Estado y lamentablemente no hemos tenido la aceptación que esperábamos.

Uno de los componentes del plan es crear un régimen especial para actores forestales comunitarios, el Régimen Unificado Forestal (RUF), a imitación del RAU (Régimen Agropecuario Unificado) que funciona de manera efectiva y eficiente. Estaría destinado a las comunidades indígenas y campesinas que no pueden obtener un NIT. La importancia es que el comercio de más del 90% de la producción primaria, de las troncas, es informal porque no emiten factura. El RUF iba a permitir formalizar la actividad del comercio forestal en su fase primaria. Con eso, las comunidades indígenas tendrían el respaldo de una nota fiscal o un certificado del RUF. Al entrar en un esquema de mayor formalidad, les iba a permitir recurrir a la banca, al financiamiento donde exigen que haya alguna identificación tributaria.

¿Qué aporte ofrece el sector forestal para la preservación de los equilibrios ecológicos del país?

Si hay un sector que puede conciliar el desarrollo con la conservación del medio ambiente es el sector forestal-maderero. Tenemos la posibilidad de cumplir al 100% con la demanda medioambiental de la sociedad. El manejo sustentable garantiza la permanencia de las especies y del bosque en pie, que es un generador de innumerables servicios ambientales, como la biodiversidad, la captura de carbono, la generación de agua dulce y de la humedad, que evita los extremos tanto de las sequías como de las inundaciones. Generamos servicios ambientales que son de beneficio universal.

Edición y entrevista: Emilio Martínez

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