Inflación en Turquía: ‘Todo está carísimo, ¿Qué quieren? ¿que la gente no coma?’

Estamos en uno de los tradicionales mercados callejeros de Estambul, donde los turcos hacen provisión de frutas, verduras y pescado fresco para toda la semana. Y la queja tanto de clientes como de vendedores es unánime: «Todo está carísimo, ¿Qué quieren? ¿que la gente no coma?”, se pregunta un vendedor de naranjas al micrófono de RFI.


 



Según el instituto de estadística oficial, Turquía cerró el año 2021 con una inflación del 36 %, la mayor en las últimas dos décadas. Aun así muchos dudan de la veracidad de esta cifra: académicos independiente calculan que los precios a los consumidores se incrementaron en un 83% durante todo el año. Es más, el propio gobierno reconoce que los costes de los productores también se elevaron cerca de un 80 %.

«El año pasado el saco de harina me costaba 110 liras, este año me cuesta 400. Si me suben el precio yo tengo que reflejarlo. La semana pasada el pan lo vendía a 2 liras y media, esta semana a 3. La semana que viene a 4”, explica Saygın, un panadero. Y sus palabras reflejan cómo la inflación descontrolada afecta a toda la cadena de producción, incluidos los productos más básicos como el pan.

Esto ha provocado que muchos turcos hagan colas durante horas para recibir el pan a precios subvencionados que ofrece el Ayuntamiento de Estambul.

«Producimos 1 millón y medio de panes al día y cada día se acaban. Los vendemos a 1,25 liras, y producirlos nos cuesta 2 liras cada barra así que los vendemos a pérdidas, pero tenemos que hacer nuestro trabajo para ayudar a los menos privilegiados”, explica Taylan Yıldız, concejal de la asamblea municipal.

Si bien el alza de precios afecta a todo el planeta debido a los problemas que la pandemia ha ocasionado en las cadenas de suministros internacionales, en Turquía está situación se ha visto agravada por la polémica gestión económica del Gobierno del islamista Recep Tayyip Erdoğan.

“Con ayuda de Dios y el apoyo de nuestra nación, saldremos victoriosos de esta guerra de independencia económica”, aseguró el mandatario a finales del pasado año, cuando anunció la puesta en marcha de un nuevo modelo económico.

Su objetivo es convertir a Turquía en una potencia exportadora aprovechando que el empobrecimiento de la población ha abaratado la mano de obra, pero sus constantes interferencias en la política monetaria han hundido la cotización de la lira turca. Y eso repercute en todo, ya que para producir, Turquía debe importar del extranjero energía, fertilizantes, materias primas y maquinaria.

El propio Ayuntamiento de Estambul ha sido testigo de cómo esta crisis inflacionaria está aumentando la pobreza

“Dijimos a la gente más pobre que podía solicitar ayudas municipales y un millón de familias rellenó la solicitud”, dice el concejal.

Estos sectores más humildes habían sido hasta ahora uno de los pilares de apoyo de Erdoğan, algo que podría poner en peligro su reelección el año que viene, cuando cumplirá 20 años en el poder

Fuente:Radio Francia Internacional