Un poquito de realismo político

 

El censo en Bolivia nos demuestra lo importante que es el realismo político y de tener siempre presente lo importante de la política. Más allá de los intentos ingenuos de despolitización por parte de sus actores, la realidad se termina imponiendo. El Decreto Supremo N° 4546 que pone como año censal al 2024 sigue vigente y diferentes regiones, municipios y universidades parecen estar de acuerdo o no pusieron en discusión el año censal; ante acuerdos dispersos, regiones y municipios que pretenden se lleve a cabo el censo el año 2023 irán a una cumbre nacional. La realidad es que las ciudades capitales de Oruro, Tarija, El Alto, Cobija, Sucre y Trinidad apoyan la realización del censo en 2024; Cochabamba y Potosí, en las mesas técnicas, no tocaron la fecha; Santa Cruz de la Sierra y La Paz mantuvieron su postura de realizar el censo en 2023. Debemos agregar que la Gobernación de La Paz junto con los municipios miembros de la Federación de Asociaciones Municipales de Bolivia definieron su apoyo gubernamental para llevar el proceso censal en 2024. Tanto las Universidades Públicas como los municipios capitales se encuentran divididos ante el año del censo.



Lo anteriormente mencionado nos muestra la capacidad del Gobierno Central de llevar a cabo sus objetivos. Sabe y conoce muy bien cómo gestionar el poder. Uno de los primeros ejemplos de realismo político que conocemos llega hasta nosotros, gracias Tucídides en “Historia de la guerra del Peloponeso”. Atenas, la potencia naval del Mediterráneo, decide tomar la Isla de Melos, no era siquiera un objetivo estratégico, pero es una muestra del poder de Atenas. Los atenienses dejan claro que el mundo se puede dominar matemáticamente, la capacidad de calcular cada paso para llevar adelante objetivos concretos con los medios que se tienen. Al llegar a Melos los atenienses ingresan en negociaciones con los melios y los representantes de Atenas les explican la situación en la que se encuentran y que el mundo real se mueve por medio: del interés, la fuerza y el poder. Dándoles a entender que lo mejor que podían hacer era la rendición, sin embargo, los melios no querían dejar de ser independientes careciendo de la fuerza necesaria para hacerlo. Los principios, ideales y valores abstractos como la justicia o el respeto a la ley quedan en segundo plano cuando alguien tiene la capacidad de imponer su voluntad. Los melios se niegan a la rendición y son sometidos a exterminación.

Un escenario similar ocurre en el país al existir un partido político hegemónico que ha logrado una vez más la presidencia y que hizo desaparecer a los grandes partidos políticos existentes tras la recuperación de la democracia el 10 de octubre de 1982. El Movimiento de Izquierda Revolucionaria y Acción Democrática Nacionalista desaparecieron del escenario político boliviano desde 2006; el Movimiento Nacionalista Revolucionario junto con la Unión Cívica Solidaridad y el Frente Revolucionario de Izquierda se encuentran sobreviviendo entre diversas alianzas ganando algunos municipios o siendo la base de las alianzas de la actual oposición parlamentaria; Unidad Nacional o el Movimiento Demócrata Social tenían sus bases partidarias divididas entre el oriente y occidente del país e intentaban complementar su militancia para el control electoral en todo el territorio nacional, pero no lograron ser la alternativa.

La realidad es cruel y tenemos lecciones que aprender de ella. Al ser el Movimiento Al Socialismo el partido hegemónico y sin competencia con su capacidad y con sus pugnas internas, las encuestas nos muestran que el presidente Luis Arce es por ahora la única alternativa al regreso de Evo Morales y el único con la capacidad de encabezar un proyecto y partido que pueda competir con el MAS o salir victorioso de la pelea interna; no debería extrañarnos que la mejor oposición al gobierno de Arce sea azul. Mientras tanto la oposición no logra conformar un partido, ni un proyecto, ni liderazgo fuerte rumbo a la elección del bicentenario en 2025.

 

 

Jorge Roberto Marquez Meruvia