Elecciones en Brasil: Jair Bolsonaro, el defensor de Dios, la familia y las armas

El actual presidente de ultraderecha busca su reelección. Su pasado militar, sus exabruptos y la pelea con la Justicia.

Fuente: https://www.clarin.com
Un fusil en una mano y la Biblia en la otra. La imagen podría ilustrar, a grandes rasgos, a Jair Messias Bolsonaro, el presidente que busca un nuevo mandato de cuatro años en Brasil.Capitán de la reserva del ejército, referente de la extrema derecha de América Latina, el mandatario no ahorra insultos, exabruptos y acusaciones en sus apariciones públicas. Y en los últimos días intentó imponer la idea de que, si no gana, será porque hubo “fraude”.

Con la misma base que lo llevó al poder en 2018 y que incluye a militares, policías, pastores evangélicos y empresarios del campo, el «capitán del pueblo» adoptó para esta campaña el lema «Dios, Patria y Familia», que popularizó Benito Mussolini en la Italia de la década de 1930 .



Bolsonaro, de 67 años, defiende la «plena libertad» individual, en la cual incluye, según una particular lectura de la Biblia, el «derecho» de los ciudadanos a la autodefensa y a poseer y portar armas, que impulsó a través de leyes promovidas por su gobierno.

Anticomunista a ultranza, suele ver la hoz y el martillo en todo lo que le resulta adverso, y no oculta su nostalgia de la dictadura brasileña (1964-1985) y de otros regímenes militares de los años 70 en varios países de América del Sur.

Suele calificar de «comunistas» a todos los líderes progresistas surgidos en los últimos años, desde el mexicano Andrés Manuel López Obrador hasta el argentino Alberto Fernández, sin pasar por alto al chileno Gabriel Boric y al colombiano Gustavo Petro.

A todos los menciona para descalificar a su principal rival este domingo, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, candidato de un amplio frente progresista y hasta ahora favorito según los sondeos.

«Brasil no puede perder su libertad frente a quien es contrario a la familia y defiende la ideología de género, liberar las drogas y el aborto» o «cerrar las iglesias», repite Bolsonaro en su discurso en alusión a supuestas intenciones que Lula en realidad nunca manifestó.

Como el ex presidente estadounidense Donald Trump, a quien suele citar como «modelo político», Bolsonaro apuesta al conflicto permanente, hasta con instituciones como la Corte Suprema o la Justicia electoral, a las que acusa de ser «herramientas del sistema».

Desde que llegó al gobierno, mantuvo duros pulsos con la Justicia, que reguló su armamentismo y su negacionismo frente a la pandemia de covid-19, que hasta ahora dejó en Brasil casi 690.000 muertos.

De espaldas a la pandemia

Desde el inicio de la crisis sanitaria, Bolsonaro minimizó su gravedad, condenó las medidas preventivas, puso en duda las vacunas y tildó al virus de «gripecita».

«Tenemos que dejar de ser un país de maricas», vociferó ante el temor que infundía la pandemia. Expresiones que le valieron acusaciones de homofóbico, y que se sumaron a otras consideradas machistas o racistas.

Con la misma actitud desafiante enfrentó los cerca de 140 pedidos de juicio político presentados en el Parlamento y la apertura de varias investigaciones en su contra en el Supremo Tribunal Federal, en particular por desinformación. No dudó entonces en atacar frontalmente a la justicia.

Al final de su mandato, Bolsonaro sigue contando con el apoyo de buena parte de quienes lo llevaron al poder hace cuatro años: los influyentes lobbies de las armas y el agronegocio y el amplo electorado evangélico.

Al mismo tiempo, intentó atraer a la población más vulnerable con nuevas ayudas sociales. En los últimos meses, renovó y amplió los subsidios que aplicó durante los meses de más duros de la pandemia, pese a las reticencias de su ministro de Economía, Paulo Guedes.

El pasado militar

Nacido en 1955 en una humilde familia de inmigrantes italianos, en un pueblo del interior del estado de San Pablo, Jair Messias Bolsonaro optó en su juventud por la vida militar y se formó en la Academia de Agujas Negras, de la que salieron muchos de los que luego serían ministros de su gobierno.

Bolsonaro, en un acto, con una mochila que muestra a su rival Lula da Silva tras las rejas. Foto: AFPBolsonaro, en un acto, con una mochila que muestra a su rival Lula da Silva tras las rejas. Foto: AFP

Su carrera castrense, sin embargo, duró solo nueve años. Terminó en 1988, después de enfrentar un proceso en la Justicia militar por casi llamar a una insurrección en demanda de aumentos salariales para los oficiales de rango medio.

Comenzó entonces su vida política. Fue concejal en Río de Janeiro y luego diputado federal durante casi 28 años, en los que pasó por una decena de partidos.

En 2018 se presentó a la Presidencia y ganó con un 55% de los votos en segunda vuelta con promesas de «fusilar» a los izquierdistas.

Ese año, en campaña, fue apuñalado en el abdomen por un manifestante desequilibrado en un acto electoral. Luego de una serie de operaciones -que cada tanto todavía le traen problemas de salud- se recuperó y logró llevar a la ultraderecha por primera vez al poder en Brasil subido a una ola «antisistema» que hoy, sin embargo, no parece tener la misma fuerza.

Bolsonaro, que se presenta como católico, tuvo cinco hijos de tres matrimonios.

Su esposa actual, Michelle, es una ferviente evangélica que ganó protagonismo en la campaña, en la que el presidente reavivó su lema «Brasil por encima de todo. Dios por encima de todos».

El presidente está muy unido a sus tres hijos mayores, todos funcionarios y hoy investigados por sospechas de corrupción o difusión de informaciones falsas.