Chonchocoro, la cárcel del terror donde murieron unos 30 presos

LOS TRES ÚLTIMOS HECHOS OCURRIERON EN MENOS DE OCHO DÍAS EN EL PENAL DE MÁXIMA SEGURIDAD DE LA PAZ

El Petas, El Fantasma, Oti o El Gitano fueron algunas víctimas de estos hechos. En 2018 la Defensoría del Pueblo de Bolivia ya advirtió una falla en la seguridad para los reos.

 

Fuente: Página Siete / La Paz 

Desde su creación, al menos 28 muertes se registraron al interior del penal de máxima seguridad Chonchocoro, entre suicidios y asesinatos en riñas y venganzas. El fin de semana se registraron dos casos.

Según el informe de Defensoría del Pueblo “Volcar la mirada a las cárceles” hasta 2018, el centro penitenciario registró al menos 22 asesinatos a internos que, por ser considerados los líderes más peligrosos, fueron trasladados desde otras cárceles del país. Desde ese año, hasta la fecha son al menos seis las muertes denunciadas de forma pública, haciendo un total de 28. Pero estas cifras podrían ser mayores.

“Ya son 32 las muertes”, señaló Ramiro Llanos, exdirector de Régimen Penitenciario, sin contar los dos últimos casos. Con éstos subirían a 34.

Entre las causas la Defensoría advierte: “Se presume que (las víctimas) estaban inmersas en disputas o atravesaban una situación de vulnerabilidad por estar lejos de sus guardaespaldas. Pero ante todo, es la falta de seguridad penitenciaria lo que fue aprovechado por sus rivales para cometer estos hechos”.

Algunos casos conocidos

Uno de los primeros casos data del 8 de diciembre de 1999, cuando Javier Ágreda, “El Gitano”, fue hallado muerto en su celda. Según se informó fue victimado por un grupo de reos extranjeros que le asestaron 17 puñaladas, sin que nadie se diera cuenta.

Éste es sólo uno de los hechos, que muestran las fallas en la seguridad del recinto, catalogado como de máxima seguridad. En 2012, El Vinchita, uno de los asesinos más temidos de Santa Cruz, conocido por matar a la hija de un cónsul e instalar una discoteca en Palmasola, fue asesinado en la celda de aislamiento de Chonchocoro. Fue muerto con 115 puñaladas.

Además está el caso de “El Petas”, que fue ahorcado en su celda y que tenía antecedentes de asesinar a cuatro policías. O el de Mauricio Suárez “Chichiriru”, peligroso criminal que fue entrevistado por canales alemanes por dirigir el robo de autos en Santa Cruz.

En este último, si bien el reo fue encontrado colgado en su celda, la autopsia reveló que tenía varios golpes en el cuerpo.

Además, está la muerte del reo Christofer Condori, que murió por golpes y torturas, un día antes de ser liberado. Su caso develó la existencia de un bus de tortura para “castigar”a los presos. Se investigó a varios efectivos policiales.

Estos casos son los antecedentes de las tres últimas muertes registradas. Entre ellas está la del 13 de febrero, cuando el reo Nelson Luque fue asesinado por, presuntamente, intentar abusar de su compañero de celda.

“Ésta es una llamada para el Régimen Penitenciario. Se supone que los privados de libertad son enviados a estos recintos para ser reformados, no para que los maten. Cuántos muertos hubo en Chonchocoro. Debería ser de máxima seguridad, pero no lo es”, afirmó la abogada Mónica Irusta.

Una cadenas de venganzas

En junio de 2018, Víctor Hugo Escobar Orellana, alias “Oti”, fue asesinado con 20 puñaladas, en una riña entre internos que llevaban el rostro cubierto y que rebasó al personal. Estaba en Chonchocoro porque, en Palmasola, lideraba una red de extorsión desde una casa que construyó al interior del recinto.

Como era de esperarse, su muerte cobró más víctimas. Uno de los principales implicados del crimen era el reo Hardy Gómez, quien, tres meses después de dar muerte a Oti, fue acuchillado y golpeado con objetos contundentes hasta la muerte.

“Es innegable la existencia de internos que llegan a ser considerados de alto riesgo. Por esta razón deben ser alojados en condiciones de máxima seguridad. Si bien la infraestructura es parte de la seguridad penitenciaria, el papel del personal de la seguridad interna y externa es un aspecto fundamental para garantizar el mantenimiento del orden y la paz en los recintos; y con mayor atención en los de Alta Seguridad, por el nivel de peligrosidad que los caracteriza”, según informe de la Defensoría.

Estas muertes se convierten en cadenas de crímenes anunciados. Otro ejemplo es el asesinato de Danilo Vargas, “El Fantasma”, el líder pandillero más peligroso hasta ese momento. En 2008, fue asesinado con tres disparos por César Lluzco, del que nunca se esclareció cómo tenía un arma. Un año después, en 2009, Lluzco fue apuñalado en su celda.

Familia denuncia amenazas

El lunes, dos privados de libertad fueron encontrados colgados en las instalaciones de un taller de hojalatería de la cárcel de máxima seguridad. Las investigaciones están en curso, pero la familia de uno denuncia que era víctima de amenazas.

“Mi hijo me ha dicho que le estaban amenazando, el domingo hemos hablado con él”, declaró S.V., madre de uno de los fallecidos, a Unitel.

La familia señaló que él no tenía condena, sino que estaba detenido preventivamente a la espera de un juicio. Se indicó que intentan hacerles creer que se trató de un suicidio, pero que la familia duda, ya que según el reporte las puertas estaban cerradas por fuera.

Entre las muertes reportadas hay al menos seis suicidios por asfixia mecánica. Mientras que en algunos casos no hay marcas de violencia, en otros se evidenciaron golpes previos en los cuerpos. “Las cárceles son muy complejas, hay reos con depresión por la situación que pasan. Es necesario saber ver qué pasa en cada caso”, dijo Ramiro Llanos.