El periodismo bajo fuego del oscurantismo judicial

El periodista polaco Rizards Kapuscinki, dijo que la esencia de nuestro oficio “no es pisar las cucarachas, nuestra misión como periodistas es encender la luz para que la sociedad vea como las cucarachas se esconden”; definición que nos viene como anillo al dedo, luego que la semana pasada, un abogado alegara tener derecho a su imagen a tiempo de cuestionar y pedir a hombres y mujeres de prensa, e inclusive a diputados e interesados; retirarse de una audiencia, en un Juzgado Agroambiental, donde estaban dictando un fallo de Interdicto para recobrar la posesión que interpuso la familia Kim a un grupo de presuntos avasalladores de sus tierras en la zona de Las Lomas de Arena.

 



 

“–¿Es de los nuestros o es uno de ellos? –preguntó el soldado sentado junto a la camilla. –No se sabe –le respondió el enfermero tras unos instantes de silencio. –Es de su madre –dijo uno de los soldados que permanecían de pie a un lado. –Ahora ya es de Dios –agregó otro, pasado un rato. Se quitó la gorra y la colgó en el cañón de su fusil.”. Eso relata Kapuscinki, el llamado “Reportero del Siglo”, en uno de sus relatos como corresponsal de guerra, describiendo cómo presenció 27 revoluciones, 12 frentes de batalla a tiempo de hablar sobre la importancia de la labor de los periodistas por mantener una sociedad informada, y “vivir para contarla”, agrega el periodista y escritor colombiano, Gabriel García Márquez.

 

 

Porque el periodismo y en especial el de investigación, en definitiva es, “publicar lo que otros pretenden esconder”. Por eso es que ante una colisión con otros valores o derechos, debe preservar, el de la publicidad de los hechos que tiene a los informadores como vehículos de estos ante la sociedad.

 

 

Porque esconder algo es una actitud retrógrada que tiene como antecedente al llamado oscurantismo, cuyas raíces están en el vocablo francés obscurantisme, que se emplea con referencia al rechazo sistemático a la transmisión y la propagación de la cultura y que ciertos acontecimientos y hechos sean dados a conocer, como denunciaron los pensadores de La Ilustración, antes de la caída de la Monarquía, en la Revolución Francesa y de Estados Unidos, en 1776 y 1789, respectivamente, al llevar a la hoguera ciertos “libros prohibidos” porque decían que la tierra no era plana y que no era el centro del universo.

 

 

Por eso, la Declaración de Derechos Humanos, heredera del pensamiento de la Ilustración, asume que el oscurantismo va en contra de la transparencia de los hechos y en el derecho que tienen los seres humanos de ser informados y que, con la publicidad, se les garantice un debido proceso judicial, según los arts. 10 y 11.

De ahí surge el principio de la publicidad procesal de la justicia, que designa al “conjunto de medios que permiten al público, es decir, a una colectividad humana indeterminada, y tan amplia como sea posible, estar informada de la existencia de una instancia jurisdiccional, de su desarrollo y de su resultado”.

 

 

La publicidad externa judicial, puede hacerse efectiva mediante la presencia material del público ante el tribunal o, indirectamente, a través de los medios de comunicación que transmiten la información a todas las personas interesadas en la noticia, a la opinión pública.

 

 

“El Estado garantiza el derecho al debido proceso, a la defensa y a una justicia plural, pronta, oportuna, gratuita, transparente y sin dilaciones”, dice el art. 115 de nuestra Constitución Política del Estado y el 106 subraya también el derecho a la comunicación e información de los bolivianos y garantiza a los hombres de prensa, el derecho a la libertad de expresión, a la comunicación y a la información.

 

 

Sabemos que hay límites cuando se trata de menores o de víctimas de grupos vulnerables, pero el principio debe ser que la justicia se convierta en un libro abierto que no tenga que esconder sus actuaciones porque “la ignorancia y el oscurantismo en todos los tiempos no han producido más que rebaños de esclavos para la tiranía” reflexionaba el revolucionario mexicano Emiliano Zapata.

 

 

Roberto Méndez Herrera es Periodista y abogado