Los responsables, cubiertos y encubiertos, del narcotráfico, dicen que Bolivia es un “país de tránsito”, porque la droga que se exporta es peruana.

Si fueran más allá dirían que Bolivia sólo presta su territorio a organizaciones extranjeras que usan la coca nacional para producir cocaína y refinan la pasta base peruana.



Más o menos como ocurrirá ahora, dentro de poco, con el gas natural, que usará a Bolivia como territorio de tránsito entre Argentina y Brasil.

El economista norteamericano Peter Andreas sostiene en su libro “Smuggler Nation” que Estados Unidos es un país contrabandista, y que el contrabando está en la base de su fortaleza económica.

Llega a sostener que la guerra de la independencia se benefició con el contrabando, que muchos prohombres de su país fueron contrabandistas, incluido el que fundó la universidad Brown, donde él es catedrático.

El contrabando, en suma, no tendría que ser un delito porque es parte del libre comercio, la actividad que mueve el mundo y que provocó que en los últimos 200 años el PIB del planeta creciera en 2% cada año, según dice Antonio Escohotado en su libro “Los enemigos del comercio”.

Lo que va a ocurrir con el gas argentino que vaya hacia Brasil atravesando territorio boliviano, por lo tanto, sólo confirmará que Bolivia es un país de tránsito, además de que tiene gobernantes incompetentes y corruptos que han matado la industria petrolera.

Ahora, claro, habría que evitar que Bolivia sea país de tránsito de pecados, como la droga, las personas que van a ser destripadas para vender sus órganos, los autos robados, chilenos o no, las armas del ejército…

Antonio Saravia propone que Bolivia autorice el libre tránsito de los productos legales por su territorio, es decir que legalice el contrabando, de salida y de entrada, pero sólo de productos legales.

Propone que Bolivia admita que no puede impedir el contrabando y lo adopte, reconociendo que es beneficioso para el país.

Es una propuesta muy atrevida, similar a la de Escohotado, que proponía (murió el año pasado), que se levanten las prohibiciones al comercio de las drogas.

Su libro “Historia general de las drogas” demuestra que desde hace 3.000 años la humanidad ha usado las drogas libremente, y que, por ejemplo, el impuesto al consumo de opio representaba 15% de las recaudaciones tributarias del imperio romano.

Suspender la prohibición no reducirá ni aumentará el consumo de las drogas, sólo hará que su comercio no esté en manos de delincuentes, que a veces incursionan en política, como estamos viendo los bolivianos.

Fuente: Siglo21bolivia.com