Además de vender fuerza laboral el trabajador “vende su salud”

Solo se registran los accidentes laborales de un 13% a un 17% de los trabajadores, en estadísticas del Gobierno o del seguro social. No hay datos generales, normas actualizadas ni un observatorio del tema.
Obreros trabajan en la construcción de un puente. Foto: Miguel Portugal
Obreros trabajan en la construcción de un puente. Foto: Miguel Portugal

Fuente: vision360.bo

La salud ocupacional y la seguridad industrial son temas poco visibles en la sociedad y en el Gobierno, por diferentes factores, principalmente por la falta de información en los diferentes rubros laborales, el desinterés político por la generación y aprobación de nuevas normas, en la falta de acciones que atiendan al sector informal y que ofrezcan información y capacitación a la población laboralmente activa.

“Comprobamos que más allá de vender su fuerza laboral, el trabajador está vendiendo su salud, esa es una tarea pendiente con el Estado (…) la seguridad social a corto plazo y a largo plazo son tareas inherentes que deben permitir que los trabajadores deban estar con un servicio de salud de calidad”, señaló el ingeniero Ahmed Ernesto Amusquivar, docente e investigador de la carrera de Ingeniería Industrial de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).



Esta situación es muestra de la “informalización” del empleo, asegura, lo que repercute en la calidad de vida y la salud de las personas que buscan recursos para su subsistencia.

El riesgo laboral se observa a diario en el rubro de la construcción.  Foto: Miguel Portugal

“Definitivamente en Bolivia ha existido una suerte de informalización del trabajo. Hemos podido identificar a una gran cantidad de personas que no solo venden su trabajo, sino venden su vida, su salud”, reitera, y comenta que en la visita a una vivienda, ante un emprendimiento económico familiar, lograron observar las posibles causas del deterioro en la salud de quienes trabajan ahí.

“Se conocen como actividades de subsistencia tipo 1, una microempresa. Ahí vimos exposición a partículas y falta de ventilación; sin embargo, cuando conjugamos el aspecto médico con el técnico, observamos las condiciones de la salud visual y pulmonar del trabajador, y nos damos cuenta de que hay una afectación significativa”, dice.

Riesgo laboral

Además de considerarse a oficios en rubros como minería, construcción o el transporte, como los más peligrosos en Bolivia, existen muchas otras actividades que están causando lesiones y enfermedades permanentes en las personas. Y se puede hablar de actividades desde las más simples, como el comercio, hasta las más modernas, como el trabajo en casa.

“Ustedes han debido ver en Potosí que hay la Calle del Pulmón, hay calles específicas debido a las enfermedades que atravesaban los trabajadores mineros por la actividad que realizaban. Ahora el tiempo ha transcurrido y se generan mayores riesgos ocupacionales; los más comunes, bajo el concepto de riesgos y accidentes ocupacionales, son las enfermedades, caídas de diferente nivel, riesgos eléctricos, incendios, aspectos inherentes al uso de maquinarias o exposición a contaminantes químicos y biológicos”, señala Antonio Quisbert, docente e investigador de la UMSA.

En relación con los riesgos que acompañan a la evolución tecnológica, Quisbert apunta a la aparición de nuevos contaminantes, como las partículas que se activan en todo lo que implica la tecnología, como las radiofrecuencias y las ondas electromagnéticas.

“Los trabajadores son sometidos a todo tipo de contaminantes por el ejercicio de su trabajo; eso causa preocupación y una de las tareas fundamentales es prevenir esos riesgos ocupacionales. Que la salud esté equilibrada, establecer un equilibrio físico y mental, para que el trabajo se pueda desarrollar en las mejores condiciones”, señala.

Pero para ello son necesarias normas y reglamentos modernos. Amusquivar puntualiza que Bolivia tiene una ley de seguridad ocupacional que data de hace 45 años, cuando la actividad en el país era principalmente obrera y minera.

Ahora es necesaria una modernización, tomando en cuenta las nuevas áreas de trabajo, la informalidad de muchas actividades, la precariedad de algunos oficios y la tecnología necesaria para otros.

“Vemos personas que realizan su labor en áreas de trabajo que son bastante agradables, como comerciantes, pero muchas veces ellos tienen afectaciones en su salud por el frío o el calor, lo comprobamos en una investigación el año pasado”, afirma Amusquivar.

Riesgo físico y mental

La investigadora y docente de la misma casa de estudios superiores, Orietta Blacut, señala que toda labor puede tener repercusiones en la salud. “Estamos hablando de los trastornos músculo-esqueléticos, que pueden surgir por la exposición a cargas, por tareas repetitivas, el descanso insuficiente que puede provocar ello, entre otros”.

Para ello, uno de los aspectos primordiales para mejorar la situación de estas personas, señala, es el brindarles capacitación, que el trabajador esté informado, porque si el trabajador vende su salud, entonces el panorama es muy complicado.

“El proyecto (de la carrera de Ingeniería Industrial) es trabajar con microempresas, con el sector informal, con capacitaciones, formaciones que se puedan dar sobre ergonomía”, señala.

Según la investigadora Carla Kaune, además del trabajo físico, de los riesgos laborales mencionados, también hay un riesgo importante que es el riesgo al que se expone la salud mental.

“Hay personas que no están sanas sólo físicamente, sino también mentalmente, y hay que considerar, dentro de las ergonomías los riesgos psicosociales, porque se tiene el tema de la doble presencialidad, de la presión, cuando la persona puede denotar que está sana, pero mentalmente está con estrés”.

Agrega que, según estudios, se ha demostrado que esta situación puede causar problemas fisiológicos, como problemas de gastritis, afecciones en los huesos y problemas de salud mental, que van a afectar al trabajador en el tiempo.

Reflexiona en relación con la importancia que tiene el buen descanso y las pausas activas en el trabajo, ya que, de no darse, los problemas que se generen van a afectar a la productividad de la empresa y, obviamente, a la salud del trabajador.

Cifras inciertas

Según Amusquivar, en 2010 se establece que el 27% de los trabajadores en Bolivia están insertos en la seguridad social, es decir que esa es la cantidad de empleados en empresas formalmente registradas.

Ahora se maneja que los trabajadores formales sólo representan el 17% de la población económicamente activa, y que está en el mercado formal laboral, lo que significa que el 83% de los trabajadores realizan actividades económicas o se emplean en trabajos informales.

Y lo normal es cuantificar, normar y fiscalizar el trabajo formal, incluso determinar el porcentaje del incremento salarial; sin embargo, “es un reto ingresar con un sistema al sector que no está inserto, porque la misma norma establece que las personas que son parte del sector informal están exceptuadas de la norma”.

El docente investigador Ahmed Amusquivar y el director de Ingeniería Industrial, Mario Zenteno.

 

Sin embargo, el riesgo ocupacional no discrimina y afecta a todos. No se conoce a ciencia cierta cuántas personas acceden a los servicios de salud por accidentes laborales en toda Bolivia; las instituciones de salud no discriminan en sus registros las causas o consecuencias de sus actividades. Sólo algunas, en especial las ligadas a la seguridad social, cuantifican algunos tipos de lesiones o enfermedades, pero en la mayoría estos datos son pasados por alto.

Golpes, lesiones óseas, malformaciones; dolores por cargar peso, por movimiento o posición; daño ocular por utilizar celulares o computadora, en la espalda por el uso de estos mismos dispositivos; várices por estar de pie; trastornos mentales o nerviosos por la interacción diaria con otras personas; exposición a contaminantes, a la basura, a los agroquímicos, sólo son parte del mundo de riesgos que afectan a los trabajadores y de los que muy poco se habla todavía.

El conocimiento no solo de normas, sino de procedimientos de seguridad, es muy necesario para la población y para las empresas en sus diferentes rubros, según consideran los docentes investigadores de la carrera de Ingeniería Industrial de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).

Mario Zenteno, director de la carrera de Ingeniería Industrial, nos recuerda que Bolivia es miembro fundador de la OIT, en 1919, y por ello se ha sumado a varios convenios internacionales que brindan una protección normativa al trabajador.

Sin embargo, debido a que el Decreto-Ley de Seguridad e Higiene Ocupacional cumple 45 años este 2024, considera que es necesario actualizar o aprobar una norma actual sobre este rubro, en la que se consideren todas las actividades laborales. Si bien existe un proyecto, trabajado por profesionales y expertos, desde hace 10 años, este se encuentra guardado en el Parlamento.

El experto en seguridad industrial Antonio Quisbert señala que el tema de la educación y capacitación es importante, ya que “tenemos buenas normas, pero por qué hay accidentes y ahí surgen los especialistas, del aspecto psicosocial, uno y otro tiene que ir junto. Si tenemos extintores y no capacitamos al personal es como si no los tuviéramos y, al revés, si capacitamos y no tenemos extintores no podemos hacer nada”.

Por ello, consideran que es importante brindar cursos o generar mensajes que orienten a las personas; por ejemplo, a utilizar guantes para ciertas actividades  como cortar, barbijos para costureros, buena iluminación, pantallas, ropa adecuada y muchos otros.

Para ello, por iniciativa de esta dirección, se genera el programa El Minuto de la Seguridad, que ya se difunde en el canal universitario.

A ello se suma el impulso a las actividades académicas que fortalecen estos conocimientos. “La carrera, junto a la unidad de posgrado, brinda la maestría en seguridad industrial y el diplomado en prevención de incendios. Ahora tenemos el primer diplomado en ergonomía, por ejemplo, y así estamos dando formación que está relacionada al tema”, explica Zenteno a Visión 360.

Un observatorio

Los docentes también plantean la necesidad de contar con más datos y registros sobre el tema, ya que el campo es amplio y requiere mucha información.

“La seguridad industrial se aboca a la parte normativa, de lo que son las normas, las leyes; la higiene estudia claramente y mide los riesgos físicos, químicos, mecánicos, ergonómicos y sociales. En cuanto a la salud ocupacional, se encarga de la ergonomía y las afecciones que causa el trabajo”, señala el director de la carrera.

Todo esto “nos llama a la reflexión y la atención, a ver la necesidad de un observatorio de seguridad y salud ocupacional, porque es fundamental tener datos claros, limpios y ver dónde estamos”, señala el docente Ahmed Amusquivar.