La hiperactividad que exhiben Claudia Sheinbaum y Omar García Harfuch, y el resto del Gabinete de Seguridad, podría quedar en la nada si el eslabón judicial continúa su derrotero de corrupción y complicidad como hasta ahora.
Por Laureano Pérez Izquierdo
Fuente: Infobae
El primer gran golpe contra el tráfico de fentanilo fue anunciado con pompa por el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum. Fue ejecutado el pasado 4 de diciembre bajo la conducción de su secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, uno de los funcionarios más activos de la cartera mexicana.
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El mega operativo en Sinaola -una tonelada incautada, en total- fue anunciado en ese momento como el mayor golpe de la historia contra el comercio ilegal del opioide que es considerado una epidemia en los Estados Unidos y cuyo origen se remonta a laboratorios chinos que exportan reactivos que son procesados por carteles mexicanos que después cruzan por la frontera. Los detenidos de entonces fueron dos líderes de la mafia narco de los Beltrán Leyva.
Fue un verdadero triunfo de la dupla que conforman, en su guerra contra el narco, Sheinbaum-García Harfuch. México se había adelantado, en cierta medida, a las advertencias hechas por Donald Trump, aún antes de que el líder republicano asumiera en la Casa Blanca. Y la administración Biden reconoció el suceso.
Sin embargo, el esfuerzo combinado del Estado mexicano -conformado por el gobierno y sus fuerzas de seguridad- corre el riesgo de desvanecerse como consecuencia de la corrupción judicial.
Fuentes con manejo de información sensible a estos casos -los operativos se multiplicaron desde entonces- creen que lo hecho por el poder central mexicano podría verse neutralizado por la complicidad de sectores de la Justicia con el narco. Se trata de nexos multimillonarios, difíciles de desarticular tan fácilmente.
Este es el otro gran desafío que tienen tanto la presidenta Sheinbaum como su secretario de Seguridad.
Mientras tanto, otras preguntas comienzan a emerger casi dos meses después de ese mega golpe: ¿cuál es el seguimiento de parte del gobierno? ¿Qué sucedió con la droga secuestrada y las cocinas? ¿fue destruida o aún está bajo custodia esa tonelada de fentanilo? El Gobierno y la Secretaría de Seguridad no han hecho públicos estos avances todavía; parecería que ese hecho ya es parte de la historia cuando aún no pasaron 60 días.
Sheinbaum y García Harfuch se mostraron firmes y resueltos en sucesivos golpes contra el narco. Pero estas maniobras solo podrían catalogarse de exitosas si logran despejar toda duda y presionan -dentro del marco legal y democrático- al Poder Judicial para que esté a la altura y purgue complicidades que ensuciarían sus logros.
Dentro de las fuerzas de seguridad mexicanas sospechan que el fentanilo secuestrado podría retornar a los narcos si no se toman las medidas preventivas suficientes.
Pero la oportunidad del gobierno mexicano no es solo una oportunidad para el pueblo mexicano, que ganaría -desde luego- en la pacificación de gran parte de su nación. Es una oportunidad para Estados Unidos y para América Latina, que lentamente observa cómo cada vez más la palabra “fentanilo” se filtra entre sus crónicas cotidianas.
Sheinbaum sabe que todo el esfuerzo que está haciendo podría derrumbarse como un castillo de naipes si la corrupción judicial le tuerce la mano. Y eso mancharía las promesas que se hacen –sotto voce– a sus vecinos regionales.
La mega incautación
El 4 de diciembre se produjeron tres operativos casi simultáneos en los que se decomisó 1100 kilogramos de pastillas de fentanilo. El hecho ocurrió en la zona norte de Sinaloa, y fueron en lugares vinculados con la estructura delictiva de los Beltrán Leyva.
Los detenidos fueron identificados como Elier Jassiel Esquerra Félix y Javier Alonso Vázquez Sánchez. Ambos son líderes de la cédula criminal de los Beltrán Leyva.
Al momento del secuestro de las pastillas se comunicó que tenían como destino los Estados Unidos y Canadá, y que en ese mercado podrían alcanzar un valor de alrededor de 400 millones de dólares.
Pero la hiperactividad que exhiben Sheinbaum, García Harfuch y el resto del Gabinete de Seguridad de México podría quedar en la nada si el eslabón judicial continúa su derrotero de corrupción y complicidad como hasta ahora. Y ese descuido podría salpicarlos. Demasiado.