El colegio Ayacucho: 199 años de historia viva en las aulas de Bolivia


Ramiro Sánchez Morales

Las paredes del Colegio Nacional San Simón de Ayacucho guardan los ecos de la historia boliviana. Este 27 de abril de 2025, al cumplir 199 años de vida institucional, la emblemática casa de estudios se yergue como un verdadero monumento vivo de la educación nacional. Fundado en 1826 por decreto del Mariscal Antonio José de Sucre, el Ayacucho ha sido testigo y protagonista de los momentos cruciales que han moldeado la nación boliviana.



Desde sus primeros años, el colegio estableció un modelo educativo que combinaba la excelencia académica con el profundo sentido patriótico. No es casualidad que sus aulas hayan formado a once presidentes de la República, una cifra sin parangón en la historia educativa boliviana. El primero en llegar al poder fue Agustín Morales (1871-1872), seguido por José Manuel Pando (1899-1904), el héroe de la Guerra del Acre cuya formación en estas aulas marcó su visión de Estado. Ismael Montes, dos veces presidente (1904-1909 y 1913-1917), llevó al país por los caminos del liberalismo con esa mezcla de pragmatismo e idealismo que caracterizaba a los egresados del Ayacucho.

La lista continúa con Bautista Saavedra (1921-1925), cuyo liderazgo durante la Revolución de 1920 demostró la capacidad de acción política que se cultivaba en el colegio. José Luis Tejada Sorzano, Enrique Peñaranda (quien gobernó durante la crucial Guerra del Chaco), Tomás Monje Gutiérrez, Hugo Ballivián Rojas, Alfredo Ovando Candia, Walter Guevara Arce, Guido Vildoso Calderón y Víctor Hugo Cárdenas completan este extraordinario grupo de ex presidentes que compartieron bancas en las aulas ayacuchenses. A ellos se suman figuras militares como los generales José Ballivián y Adolfo Ballivián, cuyas carreras reflejaban el espíritu de servicio que impregnaba la formación en el colegio.

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Pero el Ayacucho no solo ha sido semillero de gobernantes. Su historia está escrita con la tinta indeleble de la rebeldía y el compromiso social. El año 1871 marcó un hito cuando los estudiantes, junto al pueblo paceño, se alzaron contra la dictadura de Mariano Melgarejo. El grito de guerra «Kory Paiti, Kory Paita» («El Ayacucho está acá») resonó en las calles de La Paz como un desafío al poder tiránico.

Durante la Guerra del Pacífico (1879-1884), el colegio vio partir a muchos de sus estudiantes hacia el campo de batalla. Los batallones «Colorados de Bolivia» e «Illimani», donde combatieron numerosos ayacuchenses, escribieron páginas de heroísmo en Pisagua y Alto de la Alianza.

El siglo XX encontró al Ayacucho en plena transformación. La celebración de su centenario en 1926 coincidió con un momento de renovación pedagógica. Las corrientes del positivismo y liberalismo europeo encontraron eco en las aulas, modernizando los métodos de enseñanza sin perder el arraigo nacional. Fue en este ambiente de efervescencia intelectual que, en 1908, un grupo de estudiantes fundó el club The Strongest, institución que se convertiría en un ícono del fútbol boliviano. Este hecho no fue casual: reflejaba la capacidad del colegio para adaptarse a los nuevos tiempos y a los intereses de la juventud.

Los años 50 marcaron otro punto de inflexión. El colegio, que tradicionalmente había formado a las élites paceñas, se transformó en «El Colegio del Pueblo», abriendo sus puertas a las clases trabajadoras como parte de la Reforma Educativa de 1955. Este cambio no fue meramente cosmético: representó una verdadera revolución en la concepción de la educación pública boliviana. El Ayacucho demostró así su capacidad para evolucionar sin perder su esencia, manteniendo altos estándares académicos mientras se democratizaba el acceso a sus aulas.

La participación del colegio en la vida nacional no se limitó a lo académico. Durante la Revolución Nacional de 1952, los estudiantes ayacuchenses estuvieron en primera línea, llevando a la práctica esas ideas de cambio social que se debatían en las aulas. Muchos de ellos habían sido testigos, siendo niños, de los horrores de la Guerra del Chaco (1932-1935), y ahora veían la oportunidad de construir un país más justo. Esta capacidad para formar ciudadanos comprometidos, capaces de analizar críticamente la realidad y actuar en consecuencia, es quizás uno de los mayores legados del colegio.

El paso al siglo XXI encontró al Ayacucho renovado pero fiel a sus principios. En 1997, con la implementación de la nueva Reforma Educativa, el colegio dio un paso histórico al convertirse en mixto. Hoy, el 40% de sus 800 estudiantes son mujeres, que aportan nuevas perspectivas a la tradición ayacuchense. Este cambio no ha diluido la identidad del colegio, sino que la ha enriquecido, demostrando una vez más su capacidad para adaptarse a los nuevos tiempos sin perder sus valores fundamentales.

Las instalaciones del colegio han crecido junto con su prestigio. El CIDA (Centro Intelectual y Deportivo Ayacucho) representa al gobierno estudiantil que por su parte, mantiene viva la tradición de participación democrática que siempre ha caracterizado al colegio. Los estudiantes aprenden así no solo de los libros, sino de la experiencia concreta de organizarse, debatir y tomar decisiones colectivas.

El periódico estudiantil ABC continúa esta tradición de pensamiento crítico y expresión libre. No es casualidad que muchos intelectuales y periodistas bolivianos hayan dado sus primeros pasos en esta publicación.

En 2003, durante el «Febrero Negro», los estudiantes del Ayacucho demostraron que mantenían vivo su espíritu combativo al sumarse a las protestas sociales. Su participación activa, análisis crítico y compromiso con la justicia reafirmaron la tradición de rebeldía responsable que distingue a esta institución.

Hoy, declarado Patrimonio Histórico Cultural y Arquitectónico del Estado Plurinacional (2013) y Patrimonio Municipal (2006), el Ayacucho enfrenta el desafío de prepararse para su bicentenario. Pero si algo ha demostrado el colegio a lo largo de sus 199 años es una capacidad extraordinaria para reinventarse sin perder su identidad.

El himno del colegio lo dice con claridad: «De la unión nace la fuerza, del trabajo la riqueza y de nuestros corazones la Bolivia del futuro«. Estas palabras, cantadas por generaciones de estudiantes, resumen el espíritu de una institución que ha sabido formar no solo profesionales exitosos, sino ciudadanos comprometidos. En sus aulas se han forjado presidentes, sí, pero también científicos, artistas, militares, obreros y profesionales de toda El Ayacucho, al celebrar 199 años, enfrenta el reto de mantener su excelencia académica e identidad en un mundo globalizado, formando ciudadanos para una Bolivia en transformación. Su historia demuestra una capacidad única para equilibrar tradición e innovación: combina amor patrio con pensamiento crítico, disciplina con creatividad, y respeto por el pasado con visión de futuro. Más que sus muros o tradiciones, su verdadero legado radica en esta habilidad para formar bolivianos íntegros, capaces de honrar la historia mientras construyen el porvenir de la nación. índole que han contribuido a construir el país.

En este aniversario, el Colegio Nacional San Simón de Ayacucho sigue siendo, como en 1826, un faro educativo y moral para Bolivia. Sus aulas continúan formando a los líderes del mañana, sus tradiciones se renuevan con cada generación, y su compromiso con la excelencia y la justicia social sigue tan vigente como siempre,  199 años no han pasado en vano: han consolidado una institución que es mucho más que un colegio. Es, en el más profundo sentido de la palabra, una escuela de patria.

Fuente: eju.tv


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