1.400 millones de dólares de saqueo del MAS por los combustibles


Qué me digan que la nieve es blanca es tan preciso (y burdo) como decir que los señores que han gobernado Bolivia en los últimos 20 años son corruptos. Lo son. Lo sabemos. ¿Por qué hago esta introducción? Para comentar el texto de Jaime Dunn y Jorge Gumucio, “¿Cuál es la verdad sobre la importación de carburantes? Más preguntas que respuestas”. El breve análisis de estos autores va más allá de la certeza anunciada y se anima a regalarnos un monto: 1.400 millones de dólares están faltando por la importación de combustibles en los últimos pocos años. En su investigación se calcula el monto del saqueo en un área: la importación de carburantes. Es un tema serio. Todo lo contrario, es un tema estratégico. Los autores nos dicen cuánto han podido “equivocarse” el INE y YPFB en el cálculo del carburante importado. ¿Qué afirman?

“Existen discrepancias en los volúmenes y costos de importación reportados por YPFB y el INE, que no pueden explicarse únicamente por el uso de distintos factores de conversión de unidades o costos fijos relacionados con el trasporte de los puertos a los mercados de consumo. Por ejemplo, en 2015 el INE reportó importaciones por 1,106 millones de litros de diésel a 0.75 dólares por litro, mientras que YPFB registró 809.1 millones de litros a 0.63 dólares, lo que marca una diferencia de 318,3 millones de dólares. Se observa, asimismo, que, en 2019, hubo una diferencia de 316 millones de litros importados de gasolina entre lo reportado por el INE y YPFB, de donde surge una diferencia de 191,5 millones de dólares”.



¿Qué tal? Este párrafo nos da una síntesis: o son cojudos o son choros. ¡No quedan librados! No puede ser que un país se mande cifras que no encajen entre sí logrando ofrecer un monto único. ¡No puede ser! No estamos hablando de la oficina de lipo o cutis en alguna clínica de estética. Siempre podríamos equivocarnos calculando alguna arruga de más. Pero tener esos “errores” en la empresa pública más importante de Bolivia en las últimas dos décadas, no puede ser un asuntito menor. Es una vergüenza que delata la calidad de nuestras autoridades: sujetos inservibles a cargo del mayor tesoro de los bolivianos: ¡YPFB!

Pero, ¿si no es así?, ¿si no son tan burros y más bien son vivísimos? He ahí la segunda opción para entristecerse aún más: no habían sido cojudos, ¡habían sido choros! Veamos la cifra de cierre de los investigadores: “de otro lado, se detectan posibles sobrecompras en ciertos períodos, con volúmenes importados superiores a la demanda reportada, lo que sugiere posibles desvíos o almacenamientos no registrados. El monto de los volúmenes en cuestión sobrepasa los 1,400 millones de dólares”. ¿Se ha leído bien? ¡1.400 millones de diferencia entre lo que calcula el INE y lo que reporta YPFB!

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Leí con interés el libro de Karen Dawish “La cleptocracia de Putin” en el que la profesora se manda una cifra monstruosa del saqueo putinista: el 50% de los recursos manejados por el gobierno ruso ha ido a parar a su bolsillo y al de su tropa de socios. Es un monto gigantesco. Poniéndolo en el escenario boliviano sería como robarse 24 mil millones de dólares por año (o sea, el 50% de nuestro PIB de aproximadamente 48 mil millones de dólares). Sin embargo, no es un monto de desestimar. Tengamos en cuenta que este estudio es sólo el punto de arranque de un cálculo que debe hacerse. Si estos políticos se atrevieron a embolsillarse 1.400 millones de dólares en casi 20 años de la empresa más relevante de Bolivia, ¿por qué no hacer lo propio con las 150 empresas públicas (mal)creadas? Por de pronto, sabemos que el desfalco fue de 70 millones por año, cifra que no parece para alarmarse, empero sabemos que la mayor importación de hidrocarburos viene del 2015 para adelante. O sea, no en 20 años sino en 10. ¿150 millones por año al bolso de algunos renombrados “defensores de la pobreza” que nos gobiernan todavía? No lo sabemos con exactitud.

Los carburantes han traído la mayor bonanza económica de Bolivia. Y precisamente en ese rubro, tan decisivo para nuestra patria, tenemos estos “desacuerdos” entre el INE y YPFB. ¿Sirvió, pues, la riqueza gasífera? Ya lo vamos viendo: ¡claro que sirvió!, para que algunos “hermanos masistas” se conviertan en una oligarquía, igualita o peor a la que criticaban.

Diego Ayo es PhD en ciencias políticas.