Índice de los Editoriales de Periódicos
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El Día: Hacia una nueva postergación
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Bajo el Penoco, El Día: El nuevo Lula
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Los Tiempos: NACIONALIZACIONES DE AYER Y DE HOY
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El Deber: Las elecciones en Brasil y el futuro inmediato
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Cambio: Victoria de Dilma, victoria de Lula
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La Prensa: Corrupción y fallas normativas
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El Diario: Escasez de quinua para consumo popular
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El Mundo: La diferencia
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Opinión: La corrupción en bienes incautados a ?narcos?
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Clarín, Argentina: Más muertes por desnutrición
El Día: Hacia una nueva postergación
Se ha puesto de moda hablar del litio en Bolivia. En el Gobierno ya nadie menciona el gas, porque hacerlo sería referirse a la peor tragedia ocurrida en el país en el campo energético. La discusión ya no pasa por preguntarse si habrá suficiente gas para los bolivianos, sino cuál será el futuro proveedor de Bolivia. Tal vez Perú o quizás Brasil, aunque no se descarta que, al ritmo que marcha el descalabro de la industria gasífera boliviana, cobre factibilidad aquel fantasioso proyecto denominado “Gasoducto del Sur” que ideó Hugo Chávez y que, más temprano que tarde tengamos que importar gas de Venezuela.
Todas las fantasías que revoloteaban en las cabezas de los que creyeron que el gas sería la salvación de Bolivia y el paradigma de su desarrollo, giran ahora en torno al litio. Comienzan a edificarse castillos en el aire sobre las inmensas reservas del Salar de Uyuni, que según dicen, alcanzan para abastecer la demanda internacional por más de cinco mil años. El erudito vicepresidente Álvaro García Linera es el principal proclamador de esa idea y según él, el futuro es más que promisorio “mientras no cambien las condiciones del mercado”.
Él más que nadie debería saber lo que puede ocurrir en un mercado tan dinámico como el de la energía, donde no caben actores tan desfasados como ésta “Bolivia del cambio”. Hace menos de una década el país se perfilaba como el principal distribuidor de gas del Cono Sur, con posibilidades de exportar hacia mercados de ultramar y hoy ocupa tal vez el quinto o el sexto lugar el continente, con perspectivas de convertirse en consumidor nato. Lamentablemente estamos avanzando a pasos agigantados hacia ese negro futuro.
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Los que hablan del litio y sus perspectivas parecen no sólo desconocer lo que ha ocurrido con el gas, sino también lo que pasó con este recurso hace un par de décadas. La misma falta de visión que impidió que Bolivia consolide un gran negocio, que pudo haberle reportado ingresos de más de 1.200 millones de dólares anuales en aquel entonces y convertido al país en líder mundial en el rubro, es la que hoy ha vuelto a hacerse presente y que puede conducir a una nueva postergación.
En aquella ocasión, las oportunidades escapadas por Bolivia, fueron sabiamente aprovechadas por Chile y Argentina, convertidos hoy en grandes potencias en la producción del litio, un elemento cuya demanda ha comenzado a crecer de manera exponencial por los requerimientos de la moderna industria automotriz. En los últimos años el país ha tenido la oportunidad de recuperar el tiempo perdido y entablar asociaciones con empresas que llevan mucho tiempo desarrollando esta industria. El Gobierno, en cambio, opta por una salida insólita, que se traduce en un convenio con Irán, que más huele a política que a explotación de un recurso energético valioso. La sorpresa que causó esta propuesta se hizo presente incluso entre algunos miembros del Gobierno del MAS, que sintieron que Bolivia podría arruinar de esta forma algunas conversaciones adelantadas con Japón, Corea del Sur y otros países que sí saben de litio, a diferencia de Irán, que está más interesado en fabricar bombas y armamento pesado. Con este paso, el Gobierno, además de meterse en complicadas aguas de la política internacional, acaba de sellar una nueva postergación para el país.
Parecen no sólo desconocer lo que ha ocurrido con el gas, sino también lo que pasó con este recurso hace un par de décadas.
Bajo el Penoco, El Día: El nuevo Lula
El presidente brasileño, Lula da Silva, ha dado las primeras señales que hacen pensar en el papel que va a desempeñar en relación al futuro Gobierno de Dilma Rousseff, ganadora en la segunda vuelta eleccionaria celebrada ayer. Pese a que Lula ha sido el verdadero ganador, porque Dilma era apenas una figurita pegada en su solapa, el Mandatario decidió no asistir al acto central de celebración del triunfo electoral de “su candidata” y afirmó categóricamente “el triunfo es de ella”. La ahora Presidente electa tampoco siguió el conteo de votos en el Palacio Presidencial junto a Lula y optó por hacerlo en su residencia particular en Brasilia junto a algunos de sus allegados. A diferencia de los días de campaña, cuando Lula no tuvo reparos en aparecer como el titiritero de Dilma, la actitud de hoy parece ser otra. Seguir en las mismas de antes podría ocasionar el deterioro de la imagen de Rousseff y obviamente la del mismo Lula, que se convertiría en el artífice de los aciertos, pero también de los errores de su ahijada. Lula quiere hacerse extrañar porque es más que seguro que quiere volver.
Los Tiempos: NACIONALIZACIONES DE AYER Y DE HOY
Hubo que esperar 30 años para que el fracaso de la nacionalización de la minería se hiciera evidente. Ahora, casi 60 años después, la historia se repite
Un día como ayer, el 31 de octubre de 1952, hace ya 58 años se escribió una de las páginas más importantes y controversiales de la historia de la economía nacional. Ese día, agobiado por la presión popular que no admitía más dilaciones para el "proceso de cambio" que se había iniciado el 9 de abril del mismo año, el presidente Víctor Paz Estenssoro estampó su firma en el decreto de nacionalización de las minas.
Aún hoy, casi sesenta años después de la medida, no está del todo claro si ésta fue fruto de un plan de gobierno racionalmente concebido para dar inicio a la aplicación de un modelo basado en la estatización de la economía o si fue, más bien, tomada muy a pesar de lo que a los conductores de la "Revolución Nacional" les dictaba su consciencia y sus conocimientos sobre las leyes que rigen la actividad económica de los países y de los pueblos. Lo que sí es bien sabido es que una inmensa mayoría del pueblo boliviano, y especialmente el movimiento obrero aglutinado alrededor de la Central Obrera Boliviana (COB), exigía la eliminación inmediata del "superestado minero".
La idea que dio tanto vigor a esa demanda era muy simple. Consistía en la suposición de que Bolivia tenía una enorme riqueza mineral y que esa riqueza estaba beneficiando a muy pocos empresarios y no a todo el país. Lo que correspondía, por consiguiente, era nacionalizarla y distribuirla equitativamente entre todos los bolivianos.
No hizo falta mucho tiempo, sin embargo, para que tales expectativas resultasen defraudadas. Sólo 30 años fueron suficientes para que en 1982, cuando asumió el Gobierno la Unidad Democrática Popular (UDP), supuestamente la más leal continuadora del proyecto político inaugurado en 1952, se ponga en evidencia lo mucho de ilusorio y lo poco de realista que tenía la idea según la cual la estatización de la economía redundaría en un enriquecimiento de todo el pueblo.
Fue tan estrepitoso el fracaso del Estado como principal administrador de la riqueza minera que para evitar el total colapso de la economía nacional fue necesario, en 1985, desmantelar sin miramientos la principal empresa del país, la Corporación Minera de Bolivia, dejando sin fuentes de trabajo a miles de obreros que jamás recibieron ningún beneficio de la nacionalización que se hizo en su nombre y con su decidido apoyo.
De nada sirvió, lamentablemente, tan penosa experiencia. Es que ahora, pese a lo elocuentes y claras que fueron las lecciones que nos dio la historia, el Gobierno actual, con el apoyo de la mayoría del pueblo boliviano, se empecina en seguir el mismo camino. Y aunque los resultados de los primeros cuatro años de la nacionalización de los hidrocarburos ya se pueden ver en toda su frustrante magnitud, en las altas esferas gubernamentales no se vislumbra ni un asomo de visión autocrítica.
Hubo que esperar 30 años para que el fracaso de la nacionalización de la minería se hiciera evidente y otros tantos para recorrer el camino inverso al cabo de los cuales volvemos al punto de partida. En el caso de la más reciente nacionalización de los hidrocarburos no hizo falta esperar tanto. Cuatro años han sido suficientes para que los resultados de la medida merezcan ser calificados como "catastróficos". ¿Cuánto tiempo será necesario para que se empiecen a hacer las rectificaciones necesarias?
El Deber: Las elecciones en Brasil y el futuro inmediato
Tras una dura campaña de cuatro meses, al atardecer del domingo ya se conocieron los resultados de la segunda vuelta en Brasil. El sistema de urnas electrónicas -se usa desde 1996- le permite al Tribunal Superior Electoral brasileño conocer el escrutinio completo en pocas horas.
Por encima de 135 millones de ciudadanos del gigantesco vecino dieron su veredicto final. En poco tiempo más y cumplidas las formalidades de la transición, Dilma Rousseff –primera mujer presidente en la historia de su país- asumirá el mando de la octava economía mundial, una nación emergente que surge ahora con bríos de potencia en la comunidad internacional luego de los ocho positivos años de la administración del presidente Luiz Inácio (Lula) Da Silva. La candidata triunfante expresó: “Voy a trabajar por un Brasil unido. Tengo una coalición y voy a gobernar en línea con ella, pero para todos los brasileños. Yo no guardo resentimientos”. Rousseff, ex jefa de gabinete de Lula, fue seleccionada por el mandatario como la persona más indicada para continuar su modelo de crecimiento y desarrollo. El candidato opositor, José Serra, no pudo remontar la derrota propinada en la primera vuelta. Aunque Serra inició su campaña con clara ventaja, al correr de los meses perdió mucho terreno mientras sucedía lo contrario con Dilma Rousseff. “Represento un proyecto que inició Lula y que yo tengo la responsabilidad de darle continuidad”, resaltó en repetidas oportunidades esta última, refiriéndose particularmente a los exitosos planes sociales del Gobierno que, con la ayuda del crecimiento económico, sacaron a más de 25 millones de personas de los márgenes de la pobreza. Se puede agregar a esto la bonanza en general y los grandes descubrimientos de nuevos yacimientos de petróleo, los que colocarán a Brasil entre los grandes productores mundiales de un vital rubro energético. Aunque salpicado por varios escándalos y denuncias de corrupción, Lula siguió ostentando altos índices de popularidad, la que se volcó masivamente a favor de Dilma. Lula fue, además, un decisivo factor en la campaña, lo que también motivó algunas críticas por su tan explícito apoyo.
Queda mucho por hacer en Brasil. El camino hacia el desarrollo está trazado, pero llegar a las fases finales de progreso con cambio cualitativo tomará todavía tiempo. Así como hay bonanza entre sectores de clase media y se superó parte de la pobreza, aún millones de brasileños siguen esperando una oportunidad para salir de la marginalidad. He aquí uno de los grandes desafíos de la presidenta electa.
Resta ver cómo será la agenda internacional. Es probable que Dilma Rousseff continúe la política de equilibrio hábilmente llevada por Lula, aunque cabe interrogarse si tendrá la misma capacidad de maniobra. Lula pudo balancear adecuadamente sus vínculos con Estados Unidos, Europa, China y Japón, al mismo tiempo que se las arreglaba para convivir con el populismo de Hugo Chávez y Evo Morales e inclusive fue capaz de sostener un acercamiento con el díscolo Irán.
En lo que respecta al área sudamericana, creemos que la nueva mandataria continuará impulsando las políticas integracionistas del Mercosur y de Unasur. Con Bolivia, confiamos en que la sólida relación existente se mantenga, pero debemos admitir que la sombra del creciente narcotráfico proveniente de nuestro territorio introduce preocupantes variables que solamente el tiempo despejará o acelerará. La agenda del gas, será de suyo también vital.
Un nuevo ciclo brasileño se abre, en simultáneo con una promesa de continuidad avalada por el éxito de la actual gestión. Veremos qué nos depara el futuro inmediato, ya que Brasil -por su propia magnitud- ejerce una clara influencia continental, regional y vecinal. Por ahora, saludamos el triunfo democrático en el hermano país. Le deseamos lo mejor a la nueva administración de Dilma Rousseff que pronto se iniciará formalmente.
Cambio: Victoria de Dilma, victoria de Lula
El Partido de los Trabajadores (PT) logró los votos necesarios, 55,9 por ciento, para seguir adelante con el proceso independentista iniciado por Luiz Inácio Lula da Silva. El gigante latinoamericano, como se conoce al Brasil, pasó por una serie de gobiernos liberales que, con su estilo predador, dejaron al país con enormes deudas, pero sobre todo con un alto índice de desempleo.
El Partido de los Trabajadores, una vez en el gobierno con la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva, logró bajar notoriamente el desempleo, hizo avances en la economía del país hasta ubicarlo en el octavo lugar en el concierto internacional y la justicia social avanzó con una política centrada en los brasileños más pobres.
En el campo de la diplomacia, el gigante continental mostró un firme apoyo a todos los países que buscan su independencia de las potencias capitalistas y apostó por un mundo multipolar. Brasil es y será un firme aliado de Bolivia, Venezuela, Cuba, Ecuador, Argentina y cualquier otro país que piense primero en los marginados y desposeídos.
Cuando desde la base militar de Palmerola, en Honduras, se interrumpió la democracia de ese hermoso país centroamericano, el depuesto presidente constitucional, Manuel Zelaya, contó con el apoyo militante y comprometido del Gobierno brasileño, que le ofreció refugio para enfrentar pacíficamente al golpismo desde su embajada.
Llegado el momento constitucional de la renovación, el Partido de los Trabajadores escogió a Dilma Rousseff para la continuidad del proceso político. La candidata, economista de profesión, fue una exitosa ministra de Energía, militante comprometida y torturada por las dictaduras que ensombrecieron el continente por órdenes foráneas.
Como vemos, Dilma es una mujer militante de la liberación desde estudiante y estamos seguros de que los procesos emprendidos por el Partido de los Trabajadores seguirán adelante sin detenerse. Mientras, la derecha logró contar con un candidato que, como cabeza del gobierno de Sao Paulo, logró un buen ascendente en el electorado a través de actividades sociales que llegan a la población.
Sin embargo, para poder enfrentar a la candidatura de Dilma Rousseff, al culminar la campaña de la primera vuelta, Serra sacó a relucir un arma poderosa para la fe, una propuesta de no penalizar el aborto.
Éste es un tema altamente sensible para un pueblo de probada fe católica; a la campaña electoral entró la Iglesia, que desde los púlpitos y su jerarquía pidió no apoyar la candidatura de Rousseff. Mostrando, una vez más, que para la Iglesia el aborto es una cuestión de alta política e intervencionismo en los países que considera de su esfera de influencia.
Esta nueva "bola de fuego", como dicen los expertos en marketing político, evidentemente restó votos al Partido de los Trabajadores, logrando que José Serra fuerce, por un muy pequeño margen, el hecho de que Dilma no logré el 50 por ciento en la primera vuelta electoral y se tenga que dar el balotaje que se verificó ayer con los resultados conocidos.
La campaña para la segunda vuelta fue calculada por los asesores de marketing político de Serra, recrudeció la guerra sucia, la problemática del aborto entró como punta de lanza para destruir la imagen de la mujer política de izquierda, todo esto fue lamentado por dirigentes políticos brasileños y latinoamericanos.
Pese a todo, Dilma Rousseff logró pasar con holgura el necesario 50 por ciento y así el Partido de los Trabajadores con Dilma Rousseff ganó las elecciones, y con ello también gana el pueblo brasileño y el resto de América Latina.
La ex jefa de gabinete de Lula lo sucederá en la Presidencia el 1 de enero de 2011. "Gobernaré para todos, conversaré con todos", afirmó Rousseff ayer, tras votar en Porto Alegre, estado de Río Grande do Sul (sur).
Dos aspectos llaman la atención en estas elecciones. El primero es que cada vez más los pueblos latinoamericanos tienen confianza en la presencia de las mujeres en gestión de gobierno, un claro avance frente a las posiciones machistas y decididamente marginadoras.
Con Cristina Fernández, de Argentina; Michelle Bachelet, de Chile, y Laura Chinchilla, de Costa Rica, se constituye en una de las cuatro mujeres que ganaron elecciones presidenciales en los últimos diez años, sin contar con las anteriores que lo fueron en diversas circunstancias, como Lydia Gueiler en Bolivia. La otra es que la problemática de la despenalización del aborto ya no es un arma política del conservadurismo. Toda la propaganda política desplegada a partir de esta problemática humana no ha dado el resultado esperado.
Cuando los gobernantes piensan y actúan en favor de sus poblaciones marginadas y desposeídas de derechos, es seguro que los pueblos seguirán apoyándolos porque ven sus esperanzas encarnadas en ellos y ellas.
La continuidad del proceso liberador latinoamericano también se encuentra de fiesta, pues Unasur seguirá contando con un miembro propositivo y creador. El derecho a la soberanía seguirá un rumbo cierto hacia formas cada vez más avanzadas de relaciones intercontinentales, sobre todo de los países que no se encuentran entre los poderosos. Para Bolivia, la continuación de las políticas petistas también es sinónimo de avance en nuestras posibilidades económicas.
Cuando los gobernantes piensan y actúan en favor de los marginados y desposeídos de derechos, es seguro que los pueblos seguirán apoyándolos porque ven sus esperanzas encarnadas en ellos y ellas. El proceso de liberación de América Latina está de fiesta.
La Prensa: Corrupción y fallas normativas
Si la fiscalización no dio resultado fue porque apostó a lo ?posterior?. Los corruptos tuvieron así un espacio libre para desviar los recursos…
Sería injusto que por aparecer Bolivia en la nómina de los países más corruptos del mundo, difundida hace poco por la organización Transparencia Internacional, se le eche sapos y culebras al actual Gobierno. Tampoco se le puede responsabilizar del mal o calificar a todos sus miembros de ?corruptos?.
Debe tomarse en cuenta que la corrupción es un mal universal que castigó a la sociedad desde siempre. Actualmente, en algunos países asume mayor recurrencia que en otros, como lo demuestra el sondeo perceptivo de Transparencia Internacional.
No es una novedad que los índices del mal se mantengan bajos en países altamente desarrollados como los del norte europeo, en los que una idónea correspondencia entre la economía y la cuestión social afirma la democracia y la ética en un buen porcentaje de quienes rigen y administran la cosa pública.
En cambio, el mal no se extingue en países de escaso o bajo desarrollo económico?social, donde la desocupación, los bajos niveles de ingresos y educación rebajan a grados extremos tal comportamiento en los referidos niveles.
En Bolivia se tiene conciencia de que la corrupción desfigura la imagen del país en la comunidad internacional. Se sabe, igualmente, de la forma en que mete las manos en esos recursos del Estado que son de todos los bolivianos. Es por eso que desde hace mucho tiempo cuantos pasaron por el Poder Político trataron de combatir y acabar con el mal de algún modo. Hace algunas décadas el líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz creyó que le daría fin con su proyecto de ley sobre la materia. Posteriormente, tras varios años del retorno de la democracia en Bolivia, uno de los gobiernos puso en vigencia la Ley Safco con toda una normativa de control y fiscalización del manejo de los recursos del Estado. No dio mayor resultado. La corrupción siguió imperando, particularmente en la Aduana y otras reparticiones públicas, así como en el régimen de contratación de bienes para el Estado y de licitación de obras públicas y servicios.
Recién nomás la ministra anticorrupción reveló en un informe que existen 252 denuncias que muestran que el daño hecho al Estado por las gestiones de los últimos 20 años es de más de 1.040 millones de dólares, cuyo 20 por ciento corresponde al Gobierno actual. Y nada ni nadie pudo acabar con la corrupción de ventanilla. La coima, hasta hoy, tanto de ida como de vuelta, sigue vigente?
Si el control y la fiscalización no dieron resultado fue porque apostaron a lo ?posterior?. Se desentendieron del seguimiento previo al manejo de los recursos. Los corruptos tuvieron así un espacio virtualmente libre para desviar los recursos a su bolsillo o al de sus cómplices. Muchas veces pasaron años hasta que la instancia ?posterior? de control y fiscalización de la Contraloría General de la República comprobara el ilícito. Demasiado tarde. La plata ya era irrecuperable?
El actual Gobierno padece también las consecuencias de la falla de normativa. Gracias a ésta, el mal brota en niveles medios e intermedios de la burocracia estatal, sin que ello sirva de base para calificar de corruptos a todos los hombres del MAS. Es que los corruptos no son todos, sino unos cuantos. Lo malo es que en todo tiempo siempre proyectaron su ominosa sombra a todos los demás?
El Diario: Escasez de quinua para consumo popular
Desde hace algunos años, las autoridades estatales han estado insistiendo en impulsar las exportaciones de diversos productos, como una fórmula para superar problemas críticos por los que atraviesa la economía nacional, así como solventar gastos innecesarios. Se proclamó, en ese sentido, la solución de libre comercio consistente en “exportar o morir”, la misma que, desde entonces, continúa en práctica y además se la mantiene con mayor decisión.
Esa política exportadora se ha mantenido sin variaciones e inclusive se la impulsa con mayor energía y se envía al exterior toda clase de materias primas minerales y vegetales, sin que se las someta al menor grado de industrialización, es decir que Bolivia sigue en el camino de exportar productos naturales, desde hierro hasta granos. En términos económicos, Bolivia sigue siendo una colonia exportadora de recursos naturales con precios bajos y, al mismo tiempo, importadora de mercancías elaboradas (desde fósforos hasta máquinas) con precios elevados. Se olvidó, en absoluto, aquellas proclamas preelectorales de producir y exportar productos con el famoso “valor agregado”.
Esa fiebre exportadora se ha extendido en tiempos recientes a productos de inmediato consumo popular, pero su resultado está mostrando ser peor que la dolencia, ya que la población ha empezado a sufrir escasez de ciertos alimentos, como el caso de la quinua, grano imprescindible y tradicional de la dieta de nuestra población. En efecto, la pequeña producción del “grano de oro” en el país, está siendo acaparada por algunos comerciantes que, con el amparo de las políticas económicas del Gobierno, la utilizan para su exportación, procedimiento que les rinde extraordinarias ganancias. Es más, esa misma producción nacional de quinua retorna al país por vía de importaciones legales e ilegales, con el agravante de que su precio es muy superior al tradicional.
Efectivamente, si bien hasta hace poco la libra de quinua costaba alrededor de 2 bolivianos, ahora ese mismo peso se lo vende a razón de 15 o más bolivianos, o sea que ha sufrido un alza de alrededor del 800 por ciento, con la tendencia, además, de subir más aún, porque los exportadores están acaparando la producción con el agravante de que lo hacen con precio bajo para exportarla con grandes ganancias. En esa forma, esa sabia política liberal de libre comercio, de gran actualidad sin que haya mayor producción interna, está condenando al pueblo a la desnutrición y el hambre, ya que el pan, por ejemplo, sigue subiendo de precio y su calidad es tan baja que se ha convertido en un engrudo carente de minerales y vitaminas y sólo contiene algo de calorías. En esa forma, los bolivianos ya no sólo estaremos sentenciados a comer menos, sino que ese poco será de menor calidad.
El Mundo: La diferencia
Latinoamérica ha ingresado en una etapa de su historia que se caracteriza por cambios paulatinos destinados a mejorar las coediciones de vida del conjunto de sus habitantes; sin embargo, entre uno y otro país, se presentan características particulares que establecen la diferencia. Ayer tuvimos oportunidad de ver al pueblo brasileño concurrir a las urnas para dirimir las elecciones realizadas cuatros semanas atrás cuando ninguno de los candidatos consiguió alcanzar el cincuenta por ciento necesario para logra el poder, lo que obligó a la realización de una segunda vuelta.
La candidata oficialista Dilma Rousseff, ex ministra de la Casa Civil, un cargo importante en el gabinete del presidente Lula da Silva, se convierte de esta manera en la primera mujer que ocupará la presidencia de la nación de características particulares en la región, por la mayor extensión territorial y el mayor número de habitantes.
A tiempo de celebrar la victoria electoral, la flamante Presidenta puso énfasis en la importancia que tiene su elección, para mostrar el alto nivel de participación de la mujer en la sociedad del siglo XXI y la capacidad que ella tiene para ocupar sitiales de importancia.
En sus primeras palabras, fue puntual al mencionar la importancia que tendrá para su gobierno el respeto a la libertad de expresión y de información, al afirmar que es preferible el escuchar los mensajes de los medios antes que el silencio impuesto por las dictaduras.
En reiteradas oportunidades nos hemos referido al gobierno del presidente Lula, como un modelo digno a seguir por quienes propugnan un cambio social a profundo y que ha dado lugar a que el Brasil ingrese dentro de un sistema socialista; sin embargo, es importante incidir en el hecho de que ese proceso esté centrado en la vigencia de la democracia que no sólo permite la participación de la ciudadanía, cualquiera que sea la tendencia política que tiene, sino el valor que tienen las opiniones de las minoría dentro del manejo del estado.
Otro aspecto digno de ser tomado en cuenta, dentro de la administración de Lula, es el que se refiere a las relaciones internacionales, ya que en muchas oportunidades ha tenido la posibilidad de aprovechar las ventajas que tiene el mantener lazos de diálogo con todos los países, sin que ello signifique de ninguna manera sometimiento, como se ha tratado de interpretar en algún momento.
Vale la pena ver también cómo la presencia de las mujeres en el gobierno es cada vez mas frecuente y la visión de ellas en el manejo del poder muestra una faceta especial, por la firmeza en sus posiciones y la capacidad de precautelar la soberanía de su país, con relación a sus pares.
La llegada al poder de Dilma Rousseff nos permite vaticinar una continuación del sistema establecido por el presidente Lula que a partir de ahora se convertirá con seguridad en una guía determinante para el futuro del Brasil, tal como lo ha solicitado la flamante presidenta que asumirá el cargo en marzo próximo.
La trayectoria política de Dilma Rousseff se puso en evidencia desde su participación en el movimiento guerrillero, en el cual se mostró como una persona firme en sus ideas, al extremo de haber sido calificada en alguno momento como la “dama de hierro”.
La militancia política y las ideas que orientaron su desempeño en las funciones que le fueron confiadas, mueven a considerar que su gobierno tendrá como una de sus principales características el servicio a las mayorías, en un país caracterizado por altos índices de marginalidad, aunque en los últimos años estos han ido disminuyendo en forma considerable, debido a las políticas del presidente Lula.
Con seguridad, la capacidad que el nuevo gobierno tenga para negociar con una oposición bastante significativa, establecerá la diferencia.
Opinión: La corrupción en bienes incautados a ?narcos?
La intervención dispuesta a mediados de la pasada semana por el Ministerio de Transparencia y Lucha contra la Corrupción a las oficinas de la Dirección de Registro, Control y Administración de Bienes Incautados (Dircabi), abre la posibilidad de que de una vez por todas y después de tantos años de funcionamiento de estas reparticiones se ponga orden y se destierre la corrupción.
Las reparticiones de Dircabi fueron creadas dentro de la lucha contra el narcotráfico y bajo objetivos de procedimientos penales, puesto que los bienes incautados al narcotráfico al amparo de la Ley 1008 deben ser incautados previo el proceso y la sentencia ejecutoriada. Lo que ha ocurrido es que los bienes cuantiosos, entre otras cosas, de los narcotraficantes, como casas y vehículos han sido administrados de la manera más discrecional, donde el latrocinio de parte de los funcionarios encargados se ha convertido en una especie de práctica corriente
e institucionalizada. No ha habido Gobierno que ponga coto a esta situación que se ha extendido hasta el presente.
Por esto mismo, la decisión reciente del Ministerio de Transparencia y Lucha contra la Corrupción puede ser el inicio de una acción que reorganice el funcionamiento de Dircabi, y que investigue la corrupción que, incluso, tendría ramificaciones en otras reparticiones públicas como la Alcaldía y Derechos Reales, una especie de banda organizada que planificaba y ejecutaba la venta de vehículos e inmuebles, para lo cual contaba con funcionarios que seguramente comprometían documentos y valores, para legalizar las operaciones. De tal modo, que las investigaciones deben ampliarse en las oficinas respectivas de las instituciones nombradas.
A principios de año, un operativo del Ministerio de Transparencia constató que al menos 1.000 vehículos incautados habían sido convertidos en chatarra luego de ser desmantelados y se encontraban en las postas de Dircabi e involucraba a un inspector de la institución. Cabe hacer notar que un informe de la Fiscal de Sustancias Controladas había verificado que el 99% de estos vehículos incautados se encontraban en perfectas condiciones a tiempo de entregarlos a Bienes Incautados.
En el proceso de luchar contra el narcotráfico, la incautación de bienes representa un componente importante, porque la norma legal con toda su severidad, busca que los bienes de los narcotraficantes sean retenidos por todo el tiempo que dure el proceso. Es cierto que la demora en las instancias judiciales puede determinar el deterioro de los vehículos, pero lo que se ha evidenciado, antes y ahora, es que autos, camionetas y camiones, han sido desarmados hasta sus últimas piezas para luego ser comercializadas.
El daño económico al Estado es cuantioso y se ha repetido de forma sistemática durante los anteriores gobiernos y en las recientes gestiones. Lo que más llama la atención ahora es que la corrupción en las oficinas de Dircabi tiene ramificaciones en instituciones públicas que tienen que ver con los bienes ciudadanos y el registro, lo que daría que pensar, como se ha dicho, sobre la conformación de una red delictiva organizada.
Si por un lado existe un daño económico, por otro, la corrupción en esta instancia infringe un duro golpe a la lucha contra el narcotráfico y a los mismos procedimientos penales que, en última instancia, definen una función social de estos bienes, una vez que deben ser rematados a la conclusión del proceso. La limpieza en Dircabi y en las oficinas implicadas en la corrupción tiene que ser efectiva.
Clarín, Argentina: Más muertes por desnutrición
La muerte de dos bebés de menos de dos años en la provincia de Misiones obliga a reforzar la lucha contra la desnutrición y las afecciones más severas derivadas de la miseria y las condiciones de desamparo en la que se encuentran miles de chicos y poblaciones vulnerables de nuestro país.
El Ministerio de Salud de esa provincia reconoció que otros 1.300 pequeños están bajo atención médica y social por el grave déficit nutricional que presentan. El gobernador misionero admitió que se detectaron seis mil chicos con problemas de desnutrición, mil de ellos con un cuadro severo que podría incrementar el número de víctimas inocentes. Pero, en realidad, se desconoce el número de bebés y chicos muertos por desnutrición en Misiones, ya que en los hospitales no se lo deja asentado en los certificados de defunción.
Este cuadro es una señal de falencia de las políticas asistenciales, que por factores como la desidia y el clientelismo político no han sido capaces de atender la realidad apremiante. Los bebés nacidos en entornos de miseria extrema, de madres también afectadas por la desnutrición, están presentes de diverso modo en el país, junto también a poblaciones aborígenes que -como lo determinó la Corte- han padecido un trato institucional humillante que los dejó en la mayor precariedad alimentaria y sanitaria.
Es imprescindible, entonces, asumir esta situación y formular con urgencia estrategias adecuadas para evitar que en el país productor de alimentos por excelencia se sigan registrando muertes por desnutrición.
Las muertes de niños en Misiones revelan el desamparo de pueblos marginados y las falencias de las políticas de asistencia social, sobre todo para los sectores más vulnerables.