En 15 días hubo tres ataques de perros al ganado. Comunarios piden condiciones para la crianza de sus animales y la captura de los canes; pero hace falta más que eso.
Fuente: paginasiete.bo
Leny Chuquimia / La Paz
“Son jaurías enormes que atacan y matan. Ahora es a llamas, alpacas y ovejas, pero cada vez son más y pueden atacar a la gente. ¿Qué pasa si después somos nosotros, si son los niños?”, cuestiona don Manuel Tapia, uno de los afectados por los varios ataques de canes salvajes al ganado en la localidad de Milluni.
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En menos de 15 días hubo tres ataques de grupos de perros en los que -según los dirigentes de las comunidades rurales del Distrito 13- se perdieron más de 100 llamas, alpacas y ovejas. La crianza de animales de corral es principal fuente de ingresos de los habitantes del lugar.
“Estamos coordinando con el Ministerio de Medio Ambiente porque por el ataque parece que no sólo fueran canes sino que también se tratara de otro tipo de animales que habitan en la alta montaña. Vamos a continuar con los rastreos porque nos preocupa la seguridad de la población. Hemos salido a las dos de la mañana junto con los comunarios y se capturó a unos 17 perros (incluido el alfa)”, indicó la alcaldesa de El Alto, Eva Copa.
Tapia afirma que este tipo de hechos no son recientes, sino son parte de un problema recurrente y que va creciendo desde hace muchos años. Aumenta al mismo ritmo que lo hace la sobrepoblación de canes y su abandono.
“Llegan en busca de comida hasta el botadero de Villa Ingenio. Ahí se forman grupos grandes de perros, tienen crías y para sobrevivir hacen de toda la zona su territorio”, comenta el comunario.
Y es que de esa forma nacen las jaurías “asilvestradas”, lo que la población conoce como perros salvajes.
Salvajes por abandono
La Organización Mundial de Sanidad Animal define al perro asilvestrado como el can doméstico que ha vuelto al estado silvestre y que ya no depende directamente del ser humano. Para su manejo, recomienda tener programas de control de población canina a corto y largo plazo.
Algo para lo que la captura y posterior eutanasia -o en el mejor de los casos, la rehabilitación- no representan soluciones efectivas, sino pequeños parches momentáneos.
“Lamentablemente las jaurías que están en la calle o en el campo -y que atacan a la fauna por sobrevivencia- son el resultado de la irresponsabilidad tanto de las autoridades como de las personas que obtienen estos animales. No se está aplicando la esterilización masiva y tampoco la prohibición de la venta de perros y gatos. Conseguir uno es muy fácil”, dice Ana Serrano, representante de la Asociación Amor por los Animales Bolivia (Aplab).
Sin el control natal, La Paz y El Alto tienen miles de perritas dando a luz a numerosas camadas. Las crías acaban siendo vendidas o regaladas, con un alto riesgo del abandono. Esto alimenta la sobrepoblación de perros y crea un excedente que va a dar a las calles, donde se rompe la relación con los humanos y prima el instinto. De estos animales nacen otros que ya no tiene ningún referente del comportamiento de una mascota.
Normas que no se cumplen
“Esta situación de calle o de campo hace que se vuelvan asilvestrados. La rehabilitación es posible, pero no es nada fácil. Un perrito que se ha asilvestrado o que ya nació en esta condición tiene que sobrevivir, y por comida y por hambre opta por atacar a otros animales. Es un tema de sobrevivencia en la naturaleza”, explica la activista.
Indica que urge que las normas se cumplan. Es urgente que haya un registro de mascotas y un plan de esterilización masiva para los canes tanto en situación de calle como para los que tienen una familia.
Doña Antona Acho no puede evitar llorar a ver a sus alpaquitas que han quedado heridas tras el ataque. Gimen y lloran cuando tratan de curar sus lesiones.
“No van a sanar, hay que sacrificarlas”, dice con pesar. Los daños para varias familias de Milluni son grave y por eso continúan los rastreos para ver si son sólo perros u otros animales los que atacan a llamas, alpacas y ovejas.
Comunarios piden condiciones para dar resguardo al ganado
Ante los ataques, el concejal Víctor Contreras, de El Alto, visitó Milluni para conocer la situación de la comunidad. Al llegar se encontró con la preocupación y tristeza de los pobladores que solicitaban condiciones para su ganado.
“Lo primero que hemos visto al llegar es a los animales afectados. Hay preocupación en la zona porque en el primer ataque había más de una veintena de camélidos muertos y para el segundo las familias afectadas ya llegaban a 10”, indica el concejal Contreras.
Evidenció que no hay establos, corrales enmallados o luminarias. En sí, no hay condiciones de resguardo para el ganado.
“Ésa es una de sus peticiones que debe ser atendida por el ejecutivo. De seguro que un enmallado podría de alguna manera dar protección a los animales. Indican que necesitan alarmas y cámaras de vigilancia”, indica Contreras.
Estas últimas peticiones no sólo mitigarían los ataques de los canes sino ayudarían a la seguridad de la región.
Por los testimonios recogidos por el concejal, se sabe que ya algunos comunarios han sido mordidos por estos perros, aunque no en la magnitud de los ataques al ganado.
“Se ha determinado que entre los comunarios saldrán a realizar una captura de los canes. Pero no con la intención de sacrificarlos sino para entregarlos a las instancias correspondientes y grupos de rescatistas”, añadió el edil.
Fuente: paginasiete.bo