Los comerciantes cerraron sus negocios y colocaron carteles de protesta protestando contra la pasividad del gobierno para enfrentar la crisis económica, y la devaluación de la moneda nacional y del salario mínimo.
Video: eju.tv
Fuente: eju.tv
Los comerciantes de artículos de línea blanca, y línea negra (computadoras y otros equipos tecnológicos) de los centros comerciales del Distrito 8, Max Paredes y Buenos Aires de la ciudad de La Paz, no trabajaron hoy, lo que es inusual en ellos porque decidieron cerrar sus negocios de las calles Calatayud y Uyustus, además de ponerle candado a los mismos, colocaron crespones negros con carteles con expresiones de protesta contra el gobierno del Presidente Luis Arce refiriendo que la moneda boliviana, el salario mínimo y la economía boliviana «han muerto».
Mientras que en los mercados de la sede de gobierno, albañiles, obreros, caseras y familias que usualmente se “pensionan” para almorzar en esos centros de abasto se quedaron sin almorzar porque se encontraron con las puertas cerradas con rejas y candados, medida de protesta que cumplieron de forma contundente los vendedores de alimentos y también de otros productos e
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No solo la considerada “clase trabajadora” acude a los mercados para alimentarse ya que el costo del plato no supera los 15 bolivianos y aunque las porciones se han reducido por la escasez de alimentos, ese precio se continúa pagando porque no tienen otra alternativa, explicó Juan Aguilar Mamani en puertas del mercado Calama de la zona norte de La Paz.
Muchas familias también acuden a estos comedores, ya que ambos progenitores trabajan y después de recoger a los hijos e hijas del kínder o el colegio, se van todos a almorzar, porque les resulta más económico, ventajoso para retornar en la tarde a sus fuentes laborales y los niños a la casa, y es un alivio para las mamás que no tienen tiempo para cocinar además de laborar fuera de casa, contó Pilar Ortega a eju.tv. Ella junto a su esposo conversaban sobre dónde almorzar a un costo que no exceda su presupuesto.
Finalmente un docente de Chulumani, Iván Choque, también se asomó a la reja del mercado Calama para “asegurarse” que en verdad estaba cerrado y luego sacando el celular comunicó a sus colegas que ya no vengan porque no hay almuerzo. “No sé qué haremos, todo ha subido. Estoy sorprendido, que hasta las caseras cierren su venta, esto no está bien, el gobierno debiera preocuparse del pueblo”, dijo.
Además del cierre de mercados, las “caseritas” marcharon con «cacerolas vacías», demandando dólares, el control del precio de los productos de la canasta familiar y la falta de gasolina y diésel, necesarios para que funcione no sólo la cadena productiva, sino cualquier otra actividad de la sociedad.