Un Bicentenario sin autocrítica y cuentas pendientes: el discurso de Arce profundiza la brecha interna del país


En un país que atraviesa una severa crisis económica, política y social; el mensaje presidencial fue calificado como autocomplaciente, sin autocrítica ni señales de reconciliación. Analistas y líderes políticos advierten que el ciclo de poder del Movimiento al Socialismo (MAS) ya está agotado.

Puede ser una imagen de 2 personasEl presidente rinde su informe ante los asambleístas e invitados. Foto: Lucho Arce

eju.tv



El presidente Luis Arce Catacora encabezó este 6 de agosto los actos por el Bicentenario de Bolivia desde la Casa de la Libertad en Sucre. Con un tono triunfalista, repasó los supuestos logros de su gestión y del denominado proceso de cambio, pero sin reconocer de manera plena la aguda crisis económica que afecta a la sociedad en su conjunto; ni el desgaste institucional observado por opositores y expertos, que dejan al país en un momento complicado para la independencia de los poderes y la preservación del sistema democrático.

El discurso de Arce fue duramente cuestionado por analistas, sectores de la oposición y de la sociedad, que lo acusaron de estar desconectado de la realidad y de desperdiciar una oportunidad histórica para unir al país; es más, no faltaron las voces críticas que aluden al ‘cinismo’ presidencial de asegurar que todo está bien en Bolivia, que solamente existe un problema coyuntural, cuando en los mercados los precios de los productos se incrementan día que pasa, cuando la escasez de combustible obliga a los choferes a dormir no una, ni dos, sino más de tres noches en las filas, cuando el dólar no existe en el sistema financiero, pero sí en ese mercado negro donde se compra a catorce bolivianos; esos son los tantos síntomas del desgaste de un ciclo.

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Por ello, el mensaje del primer mandatario, que duró cerca de una hora y media, evitó referirse a la crisis del dólar, al desabastecimiento de carburantes, a la parálisis legislativa o al conflicto interno que divide al MAS entre arcistas y evistas, como una de las fuentes primigenias de la debacle que azota a la sociedad boliviana en este momento. Más allá de hacer un mea culpa, Arce defendió su modelo económico, reivindicó la nacionalización de recursos y se proyectó como garante de estabilidad, en un tono que muchos consideraron completamente partidista, nuevamente electoral y para nada institucional.

Puede ser una imagen de 2 personas y textoEl discurso presidencial fue criticado por diferentes sectores. Foto: Lucho Arce

El politólogo Armando Ortuño sostuvo que el presidente ‘se concentró en la política coyuntural con mensajes partidizados’, y que se perdió ‘una oportunidad para hablarle al país desde una visión de Estado, no desde la lógica de facción’. A su juicio, el mensaje careció de credibilidad y fue más una reiteración de postulados ideológicos que una lectura sincera del momento histórico. Por su lado, el analista Marcelo Silva asegura que no llenó las expectativas, trató de remarcar algunos logros, pero soslayó la crisis. Y cuestionó a Arce por decir que ‘Bolivia está bien enrumbada, lo que contradice la realidad política, económica y social”.

Diego Ayo, por su parte, fue más contundente: calificó el discurso de ‘mecánico, omnipotente y triunfalista’ y denunció que el presidente ‘vive en un mundo paralelo’. Para el analista, el mensaje fue una reiteración de un estilo que Arce repite desde el inicio de su gestión. “No hay variación, es un presidente que se encapsuló en un mundo paralelo. Lo más grave es que no tiene idea de lo que pasa o, peor aún, lo finge con total cinismo”, denunció.

Para el economista Gonzalo Chávez, el presidente demostró que ‘la historia le quedó muy grande’. Cuestionó que Arce se haya dedicado a ‘mandarse flores’ sin mencionar las restricciones a las importaciones, la caída de reservas o la inflación encubierta. “Un burócrata, sin talla de estadista, encerrado en una burbuja”, sentenció. Pero, fue más allá en la crítica al discurso del mandatario, señaló que el discurso ‘fue una reinterpretación, casi escolar’, de la historia boliviana ‘a raíz de una matriz ideológica’.

Puede ser una imagen de 7 personas y textoLos ministros de Arce ya de salida. Foto: Lucho Arce

El discurso presidencial se dio en un contexto adverso. Bolivia enfrenta una crisis económica marcada por la caída de las reservas internacionales, un mercado paralelo de dólares, escasez de combustibles, y bloqueo institucional por el enfrentamiento entre Ejecutivo y Legislativo. A esto se suma una fractura dentro del MAS, que ha dividido al oficialismo en dos bloques irreconciliables. Las últimas encuestas muestran que el ciclo del MAS ya languidece y muestra sus últimos estertores, antes del inexorable final.

En ese sentido, hasta analistas con clara afinidad al partido azul como el exministro Reimi Ferreira, piensan que ‘las tendencias apuntan a un cambio de ciclo, no solo de proceso’, porque – en su criterio –, se va a transformar la estructura política y los roles de los actores. Resalta que se perfila la restitución de la gobernabilidad legislativa, ‘algo que en este momento ya el gobierno no tiene’, así como también la reactivación de la economía. Pero, que el próximo gobernante se encontrará en una encrucijada entre repetir la polarización promovida por el MAS, o buscar un pacto nacional.

Carlos Cordero coincidió en que la próxima administración deberá rescatar lo valioso del pasado, pero sin repetir errores, y con una visión más abierta al diálogo. “Parece anunciarse este cambio de ciclo, el fin de lo que fue el tiempo de dominación del Movimiento Al Socialismo (MAS-IPSP), contemplando así un nuevo ciclo político que podría traer reformas importantes en la organización y funcionamiento del Estado”, señaló para luego incidir en que se debe precautelas aquellas medidas ‘que impulsaron a la inclusión social y el apoyo a sectores vulnerables’.

Puede ser una imagen de 4 personas y textoChoquehuanca, Arce y Rodríguez, otrora aliados, hoy por caminos separados. Foto: Lucho Arce

El senador Andrónico Rodríguez, presidente del Senado y figura crítica de Arce dentro del propio MAS, lamentó que haya faltado ‘autocrítica y voluntad de diálogo’, aunque fue más moderado y llamó a la tolerancia y al diálogo. “Hay posiciones muy cerradas y necesitamos aperturar esto porque nuestro país tiene que encontrar puntos de coincidencia para avanzar”, dijo. Pero, tampoco dio por extinguido el ciclo de la corriente popular ya que dejo la puerta abierta a una posible reunificación. “Todo es posible si hay voluntad”, sentenció.

Desde la oposición, el senador Rodrigo Paz calificó el discurso como ‘desatinado y fuera de contexto’, al señalar que el mandatario ‘no le habló al país, sino a una fracción del MAS’. Aseguró que el Estado boliviano está paralizado y que urge una reforma profunda del sistema político. El expresidente Jorge Tuto Quiroga fue más ácido. “Largo e inservible, deja al país sin diésel, sin gasolina, sin dólares y con corrupción. Bolivia va a ser libre», escribió en redes sociales.

Puede ser una imagen de 1 persona y textoLa foto oficial en la que solamente está  un mandatario de los invitados. Foto: Lucho Arce

La situación del país le pasó factura a la actual gestión, la trascendencia del Bicentenario se opacó por la crisis multisistémica que afecta incluso la imagen internacional de Bolivia. El evento protocolar también estuvo marcado por la ausencia expresidentes de la región, las naciones invitadas se limitaron a enviar delegaciones sin peso específico. Como lo resumió el periodista Raúl Peñaranda, el mensaje de Arce fue “el golpe final de un gobierno que se resiste a aceptar el fin de su ciclo. Prometió unidad, pero alimentó la polarización; elogió logros, pero ignoró las urgencias sociales; apeló a la historia, pero evitó asumir responsabilidades presentes”.

A 200 años de la fundación de la República de Bolivia, el país reclama menos retórica y más soluciones reales, así lo hacen saber también las múltiples opiniones expresadas en las redes sociales a propósito del inicio de un nuevo siglo en libertad del ahora Estado Plurinacional de Bolivia. El Bicentenario, lejos de ser un momento de reconciliación, se convirtió en un espejo de las fracturas que el país está lejos de cerrar.