Desde su trinchera en Lauca Ñ, Evo concede una entrevista a The New York Times


Aunque se le prohibió postularse de nuevo a las elecciones presidenciales y se busca su detención, el expresidente de Bolivia está dirigiendo una especie de campaña fantasma.

The New York Times

Evo Morales. THE NEW YORK TIMES
Evo Morales. THE NEW YORK TIMES

 



Fuente: Opinión

Por 14 años, Evo Morales vivió en la residencia presidencial de Bolivia.

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Ahora, para encontrarlo, hay que conducir cuatro horas por terreno montañoso hasta una pequeña ciudad llamada Lauca Eñe, pasar un puesto de control y llegar a un complejo en el bosque, donde varios simpatizantes lo protegen de la detención.

Morales, socialista, exactivista y dirigente sindical, se convirtió en una figura destacada como el primer presidente indígena de Bolivia. Desde su primer mandato en 2006, reconfiguró el panorama político dándoles voz a los  bolivianos marginados y destinando recursos a programas sociales y proyectos públicos.

Pero la candidatura de Morales para un cuarto mandato acabó en unas elecciones controvertidas, disturbios y una huida al exilio temporal. En vísperas de la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Bolivia, que se celebrará el domingo, está dirigiendo una especie de campaña fantasma, a pesar de que los tribunales bolivianos le han prohibido volver a postularse, alegando los límites a los mandatos.

También se le busca para su detención, acusado de trata de personas y de haber dejado embarazada a una niña de 15 años cuando era presidente. No ha negado las acusaciones ni que engendrara un hijo con ella. La acusación tampoco ha mermado su apoyo entre muchos bolivianos.

“Se ha ganado el respeto de la gente”, dijo Edith Mendoza, de 40 años y madre de tres hijos en Isinuta, en el centro de Bolivia. “Es el único presidente que ha estado con nosotros”.

Al igual que Morales, calificó las acusaciones contra él como motivadas por la política.

“Los partidos opositores que no lo quieren habilitar porque saben que va a ganar Evo Morales”, dijo. “Tienen miedo”.

El actual presidente, alguna vez protegido de Morales y ahora rival, no se postula a la reelección en las próximas elecciones. Otro político de izquierda, el presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, se presenta a las elecciones frente a un rico empresario de centro-derecha, Samuel Doria Medina, y un expresidente conservador, Jorge “Tuto” Quiroga.

Morales, a quien se le ha prohibido volver a postularse, ha instado a sus partidarios a anular su voto en señal de protesta, un llamamiento que sus exaliados políticos de izquierda consideran una estratagema egoísta que podría inclinar las elecciones hacia la derecha.

“Él si no es candidato, nadie más puede ser candidato”, dijo Luis Arce, actual presidente, a quien se le conoce como Lucho y es miembro del partido político de izquierda Movimiento al Socialismo. Dijo que Morales hacía intentos “por interés de desgastarnos, de que yo no sea candidato, de que el MAS no tenga opción de gobierno”.

Bajo el argumento de que sigue siendo el mejor candidato para dirigir Bolivia, Morales se ha rodeado de sus leales más devotos en su complejo.

“No es cuidar a Evo”, dijo Morales en una entrevista esta semana. “Es cuidar nuestro proceso y cuidar la región”.

En el corazón del enclave, entre tiendas de campaña, hay un edificio de oficinas desgastado con un modesto despacho: el cuartel general del expresidente, desde donde emite semanalmente un programa de radio político. En las paredes cuelgan fotografías de Morales con otros líderes políticos de izquierda de la región —Hugo Chávez de Venezuela y Fidel Castro de Cuba— junto a trofeos que celebran su labor como líder del sindicato de cultivadores de plantas de coca de Bolivia.

Su primera victoria en 2005 fue la culminación de décadas de movilización de la población más marginada de Bolivia, dijo Arce.

“Todos quienes habían sido discriminados, quienes habían sido excluidos de la sociedad y que ahora, en lugar de ser excluidos, tomaban el gobierno”, dijo. “Reducimos la pobreza, reducimos las desigualdades”.

Morales cumplió tres mandatos, convenciendo a los tribunales para que le permitieran postularse una tercera vez mediante un vacío legal. Pero su candidatura para un cuarto mandato en 2019, que los críticos calificaron de inconstitucional, terminó con protestas masivas en su contra y una represión de seguridad que causó decenas de muertes y sumió al país en una crisis democrática.

En medio de acusaciones de fraude electoral, Morales abandonó brevemente el país.

Fuente: Opinión