5%, 4.4%, 4.1% ¿Quién da más?

GCHGonzalo ChávezPocas veces los datos estadísticos han estado en el ojo de la tormenta de un debate, pero en las últimas semanas, el resultado de la tasa de crecimiento de la economía boliviana se convirtió en un campeonato de apuestas. En su reporte de octubre del 2015, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha rebajado sus proyecciones y sostiene que sólo creceremos a un 4,1% en el año en curso. El Banco Mundial (BM) va en la misma línea y redujo su estimativa de desempeño de la economía nacional y dice que solo alcanzaremos un 4%. Inclusive, la siempre cautelosa Comisión Económica para América Latina (Cepal)  afirma que el producto no pasará de 4,4%. Entre tanto, firme como un queso, el gobierno insiste que este año, la riqueza generada por todos los estantes y nacionales, llegará a una tasa muy cerca al 5%. A estas alturas de la puja sobre el PIB, con razón Usted amable lector debe estar jalándose los pelos y preguntándose. ¿Y ahora quién podrá ayudarnos con este misterio? Al final, ¿cuál será la tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en el 2015? ¿A quién debemos creer?Como de costumbre, cuando el pronóstico no favorece a los dueños del poder, estos descalifican las fuentes externas, por el momento de manera suave: las instituciones internacionales se equivocan, no saben de nada. Pero les aseguro que los calificativos de grueso calibre vendrán: agentes del imperio, aves de rapiña capitalistas y otros cocachos lingüísticos. Cabe recordar que cuando estos mismos organismos internacionales coinciden con los datos oficiales y les lanzan piropos, al unísono, al gobierno se les chorrean las medias, y usan los elogios para descalificar a los opinadores y otras malas yerbas que se atreven a cuestionar los sacrosantos resultados del populismo rentista. Un clásico del oficialismo es: “hay esta pues, hasta los organismos externos se han inclinado frente al altar de los resultados macroeconómicos, cómo es posible que los críticos locales no reconozcan las mieles del modelo”.En otras circunstancias, si el crecimiento fuese 4,3% o 4,8% sería tal vez una curiosidad estadística que discuten los nerds nativos, en lo agregado no tendría mayor impacto. Pero dado que el gobierno ha establecido que el pago del segundo aguinaldo se dispara cuando el PIB llega a 4,5%, es de crucial importancia, por una parte, para los asalariados que tendrán un choque de ingresos positivos y un fin de año con más dinero, pero por otra,  para las empresas que verán incrementados sus costos de manera significativa colocando en riesgo su sobrevivencia, especialmente las pequeñas y medianas, cuyo crecimiento sectorial está por debajo del mágico promedio establecido por el gobierno. Para este, el pago del sueldo número catorce, es fundamental para la política de sustentación de la demanda interna, ahora que se consolida la caída de nuestras exportaciones.  Es decir sin esta inyección de recursos el crecimiento económico no sería sostenible.Bueno, pero más allá de las contradicciones y los intereses en juego, ¿quién tiene la predicción más certera? O ¿a quién creerle? Aquí la respuesta es fácil y contundente: Al Instituto Nacional de Estadísticas (INE), es decir al gobierno, quien recolecta de fuente primaria la información y calcula de manera directa este indicador.  Aunque debemos decir que es preocupante que los datos presentados por nuestro instituto, como el PIB, tienen una sospechosa “p” (de provisional) al lado de indicadores hace muchos años. No hay datos definitivos en Bolivia. Significa que nos movemos en terrenos pantanosos. Sólo los historiadores del futuro sabrán si este presente es como dicen los datos.Ahora bien, los organismos internacionales mencionados más arriba realizan estimaciones en base a diferentes tipos de modelos y usan datos secundarios, generalmente elaborados por el INE. Por supuesto que no quisiera pensar, como se dice de lo alto del árbol del poder,  que los datos se están cocinando, o se han puesto al servicio del proceso de cambio. Esto sería muy grave.  Un país sin un sistema estadístico serio y confiable está condenado a los laberintos de la ignorancia y el autoengaño.Finalmente, reconozco que puedo estar rotundamente equivocado en mi acto de confianza con la cifra oficial. Alguien más desconfiado, podría afirmar que quienes manipulan las reglas de juego democrático para perpetuarse en el poder, no les temblaría la mano para torturar los datos y hacerles cantar en Si mayor. Cabe recordar que Mark Twain, el literato norteamericano, en alguna oportunidad dijo que había tres tipos de inverdades (¿qué elegante verdad?): mentiras, mentiras disfrazadas y estadísticas Al final el fin político justifica los medios estadísticos.El Día – Santa Cruz