Vargas Llosa: ‘El nacionalismo es una ficción maligna’

vargasAndrés OppenheimerEl Premio Nobel Mario Vargas Llosa ofreció un conversatorio público con el periodista Andrés Oppenheimer ante unos 300 directores de medios de prensa estadounidenses y latinoamericanos en la asamblea anual de la Sociedad Interamericana de Prensa, realizada el 3 de octubre en Charleston, Carolina del Sur. Lo que sigue son los tramos más sobresalientes de la entrevista:Estamos entrando de lleno en la campaña presidencial de Estados Unidos, y Donald Trump sigue arriba en las encuestas. ¿Cuán asustado estás por el fenomeno de Donald Trump?No, no estoy nada asustado, porque no creo que haya la menor posibilidad de que Trump sea el candidato de los republicanos. Creo que eso está absolutamente descartado, y muchísimo menos si fuera candidato independiente… Creo que Estados Unidos es un país profundamente democrático, y que alguien que representa algo tan profundamente antidemocrático como Trump no podría llegar a presidente de Estados Unidos. Pero es triste que un personaje que está haciendo una demagogia de tipo racista haya llegado entusiasmado a un sector, aunque muy minoritario, que no es sólo del Partido Republicano, que se identifica con la visión tenebrosa de que los inmigrantes son asesinos, violadores, asaltantes que están emasculando a la sociedad pura, sana, cándida, legal. Es el viejo racismo de las cavernas que, desgraciadamente, siempre circula, existe incluso en las sociedades más avanzadas, y un demagogo muy enfervorizado puede llegar a contagiar a un sector muy amplio de la sociedad. Entonces, las estupideces que dice el senor Trump vienen con una carga publicitaria de tal naturaleza, que hay mucha gente que inmediatamente encuentra a un culpable para sus problemas: el inmigrante. Todas las estadísticas demuestran que los inmigrantes traen riqueza, crean trabajo y dan mucho más de lo que reciben en los países de acogida, pero los prejuicios son más profundos que la racionalidad. Desgraciadamente, ninguna sociedad está vacunada contra el racismo, contra la xenofobia, contra ese patrioterismo ingenuo y tonto, pero que toca fibras irracionales que existen en todas las naciones.Supongamos que Trump no gana las primarias, ¿no va a influenciar al Partido Republicano y llevarlo a adoptar muchas de sus posturas antiinmigrantes?El Partido Republicano ya está muy hacia la derecha, y por eso muchos republicanos entienden la necesidad de que el partido se centre un poco más si quieren ganar las elecciones. Si el partido se obstina en ese extremismo, y se aleja de esa mayoría que determina el triunfo o el fracaso de un candidato, perdería unas elecciones que puede llegar a ganar.La visita del Papa fue noticia, tanto por lo que no dijo en Cuba como por lo que dijo en EE.UU. Si bien fue un éxito en muchos sentidos, mucha gente lo criticó por no haberse entrevistado con los disidentes en Cuba y por haber visitado en su casa a Fidel Castro.Lamento que no hubiera disidentes, por supuesto. Pero creo que el Papa está en una operación política de más largo alcance. Claramente, esa visita fue negociada con el gobierno de Cuba, y él se comprometió a no recibir y a no verse con los opositores. Hizo esa concesión pensando que va a ser recompensado con algún tipo de cosa, quizá relacionado con el funcionamiento de la Iglesia en La Habana. Estuvo dispuesto a correr el riesgo de ser criticado, como lo ha sido, por no recibir a los disidentes, porque espera una cierta compensación de tipo político. Creo que el Papa es una figura política. Su visita a Estados Unidos ha sido un gran éxito. Ha mostrado una cercanía, ha mostrado que no tuvo miedo de tocar temas centrales del debate público relacionados con la Iglesia. Ahora, la figura de él es muy interesante, porque por un lado hace gestos y declaraciones que parecen de una gran audacia, que parecen ir realmente mucho más allá de las reformas que la iglesia podía permitirse ir hasta ahora. Sin embargo, todo eso queda en gestos y declaraciones. No hay absolutamente nada concreto detrás de esos gestos. Las viejas estructuras vaticanas están ahí, sólidas, conservadoras. No se mueven todavía. Entonces, la gran incógnita es si va a conseguir reformar esas estructuras, o si todo eso se va a quedar en una cierta imagen, en una retórica de impacto. No se sabe.Decías que es un Papa muy político. Ricardo Hausmann, el economista de Harvard, lo criticó por sus declaraciones contra el capitalismo, cuando dijo en Bolivia que este sistema económico ya no aguanta…Es una vieja idea de la Iglesia, no es una idea del Papa actual. La política tradicional de la Iglesia Católica ha sido siempre esa. La Iglesia católica nunca ha defendido al capitalismo. En la práctica muchas veces sí, pero en teoría jamás. Las encíclicas papales contra el capitalismo abundan. Y en eso creo que no solamente el Papa, sino la Iglesia católica está profundamente equivocada. El capitalismo es inseparable de la libertad y de la democracia. Esa es una realidad que la Iglesia siempre ha resistido. “Será más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre al reino de los cielos”, ¿verdad? La idea del rico como el hombre malvado, explotador, que representa la injusticia, es una idea profundamente religiosa y vinculada a la Iglesia Católica. Claro este Papa se abraza con enemigos clarísimos de la libertad de empresa, de la libertad de mercado. Pero son operaciones más políticas que religiosas.En las próximas semanas y meses habrá elecciones claves en Argentina, España y Venezuela. ¿Cuál es el mejor candidato en Argentina?Creo que no hay ninguna duda: si yo fuera argentino votaría por (Mauricio) Macri. Es el único que representa una alternativa real, clara y contundente a lo que ha sido la tragedia de la Argentina, que es el peronismo. Argentina era un país desarrollado, del primer mundo, no solo por la enorme prosperidad, sino por la extraordinaria cultura. La Argentina tuvo un sistema educativo ejemplar, que era un modelo para el mundo. Es el primer país que acabó con el analfabetismo. Eso ya nadie lo recuerda después del desastre que ha sido el país. Fue un país del primer mundo cuando tres cuartas partes de Europa eran del tercer mundo. ¿Y qué ha convertido a Argentina en ese país subdesarrollado, caótico, que se debate en crisis tras crisis? Es el peronismo. El peronismo es una plaga, ha sido la gran tragedia de la Argentina… Es un sistema de poder. ¿Cómo un país culto puede caer prisionero de esa maraña que es el peronismo? Argentina tiene que salir de eso. Y en esta oportunidad hay una alternativa clara, que representa Macri. una persona muy seria que tiene equipos muy serios trabajando en cómo sacar al país de ese pozo en el que se ha hundido sin que nadie lo empujara. La verdad es que los argentinos han hecho todo cuanto han podido para destruir a ese país. Esa es la realidad.Sin embargo, el candidato que está primero en las encuestas es Scioli, que es peronista.Bueno, eso es la perseverancia en el error, que es una vocación argentina (risas). Y una vocación latinoamericana, por cierto.En España, acaba de haber elecciones en Cataluña, España. Las dos partes dicen que ganaron…No, no. (Artur) Mas y su equipo presentaron estas elecciones como plebiscitaras. Ese plebiscito lo perdieron los nacionalistas. Hay una mayoría de catalanes que clarísimamente no ha votado por la independencia. Son el 53 por ciento, no es mucho, pero son la mayoría. Lo que sí es triste es el 48 por ciento que se embarcó insensatamente en este disparate, que es una ficción. Hay ficciones benignas y ficciones malignas. Las primeras pertenecen a la literatura; las segundas son las de la ideología, y el nacionalismo es una de las ficciones malignas que ha causado más sangre y más muertos de la historia.Viene la madre de todas las elecciones, la de Venezuela, el 6 de diciembre. El gobierno ha dicho que no permitirá la visita de observadores de la (OEA) ni de la Unión Europea, pero que sí autorizará acompañantes electorales de la Unasur.Eso es de un cinismo sublevante [risas]. Porque es una manera de decir “no voy a permitir elecciones libres porque las voy a perder”. Lo están diciendo a gritos. No quiere que haya observadores de la OEA. ¡Tienen miedo a la OEA! La institución más inútil entre las inútiles [risas], una institución que no ha servido nunca para nada. ¿Cuándo ha defendido la libertad la OEA? ¡Jamás! ¡Y Venezuela tiene miedo a la OEA! Clarísimamente nos está diciendo, “Estas elecciones las voy a convertir en fraudulentas, porque es la única manera en que las puedo ganar”. La única manera en que puede ganar Maduro es con un fraude gigantesco, porque su impopularidad es también gigantesca. Es un hombre que ha hecho todo lo necesario para convertir a su país rico en un país pobre. Es un país que se debate en una carestía monstruosa, todo está racionado, debe ser el país más corrupto del mundo, tiene la inflación más alta, con los mayores índices de criminalidad. Los jefes del gobierno son los jefes de las mafias, los militares están todos comprados a través del negocio de la mafia. El país es una putrefacción total. Y hay una mayoría de venezolanos que ya no se deja meter el dedo en la boca. Entonces, creo que estas elecciones van a demostrar clarísimamente la desesperación de un gobierno impopular, que va a cometer un fraude monstruoso.¿Qué consejo le darías a la oposición venezolana?No les daría consejo. Estoy admirado con la oposición venezolana. Es de un coraje extraordinario. Sus líderes están presos, les fraguan procesos, los expulsan de las cámaras donde ganaron una diputación con los votos de sus conciudadanos, los meten en la cárcel, los matan si es necesario. Y allí están, peleando con gran valentía y sin recibir el apoyo que merecerían de la opinión pública internacional [aplausos]. No hay que darles consejos, hay que rendirles un homenaje, porque ellos saben muy bien lo que están haciendo: defender ese pequeño espacio mínimo de libertad que queda.¿Existe algún cambio en la apatía internacional, especialmente en Latinoamérica, sobre Venezuela?En América Latina es absolutamente lamentable que gobiernos democráticos no se movilicen en contra de una dictadura creciente como es la de Venezuela. Por lo menos, un grupo de ex presidentes sí se han manifestado de manera muy clara, con mucho coraje, en favor de la democratización de Venezuela. Pero creo que hay una opinión pública internacional muy consciente del deterioro dramático de las libertades, de la legalidad en Venezuela, y que quiere un cambio. En Europa es muy, muy claro. Y creo que en América Latina también, a nivel de opinión pública y grupos de derechos humanos, pero la carencia se da a nivel de los gobiernos, donde hay hipocresía, hay una falta de coraje para manifestarse claramente a favor de la democracia. Pero esa es una vieja tradición en nuestra región: una gran neutralidad frente a gobiernos de extrema izquierda. Los gobiernos de extrema derecha son atacados y hay una gran movilización, pero cuando se trata de la extrema izquierda no, hay ese temor de tener enemigos a la izquierda.¿Te parece esperanzador o te preocupa este proceso de paz que se está firmando en Colombia?Creo que el proceso de paz tiene dos caras. Una es positiva, y es que el proceso de paz nace de los golpes muy fuertes que recibió la guerrilla, y eso hay que reconocérselo al ex presidente Uribe. La guerrilla está muy disminuida, y eso la ha llevado a aceptar el proceso de paz. Ahora, ¿hasta qué punto se van a hacer concesiones a esa guerrilla disminuida? Uno entiende que haya sectores que se resistan mucho a ver a los antiguos guerrilleros, secuestradores, asesinos, narcos, convertidos en funcionarios, o pasando a formar parte de la legalidad, del liderazgo político. Pero oponerse al proceso de paz sería una equivocación. Lo importante es exigir que ese proceso de paz de alguna manera mantenga un principio de justicia y no esté dispuesto a sacrificarla totalmente en aras de la coexistencia pacífica.Hablando de Venezuela, de la Argentina, de Ecuador, ¿crees que esta década populista está llegando a su fin?El populismo no lo erradicas nunca. El populismo siempre está allí.Pero ahora han caído los precios del petróleo y las materias primas, y estos países están con la soga al cuello. A eso hay que sumar el fenómeno del hartazgo con la corrupción.Creo que ese es el fenómeno que habría que subrayar. La corrupción es la mayor amenaza a la democracia, sobre todo en América Latina. Es muy interesante el caso de Brasil porque es un país que parecía haber despegado, una potencia en movimiento. De pronto, ¿qué frena eso y comienza a hacer retroceder a Brasil? Es la corrupción, que alcanza niveles de apogeo en un gobierno que el mundo creía que era un gobierno como ejemplar, el de Lula. Y fue un gobierno profundamente corrompido. Da vértigo leer las sumas de las que se acusa de llevar a los grandes ladrones del gobierno de Lula. La historia de Petrobras es absolutamente alucinante. Hoy los inversores se van, no quieren poner un centavo en Brasil. Y es por la corrupción.¿Sigues siendo tan optimista sobre Perú?Perú va por buen camino. Desde que cayó la dictadura en el 2000, el país ha estado creciendo no solamente económicamente sino también desde el punto de vista institucional, de la legalidad, hubo elecciones que trajeron distintos gobiernos. Hay un consenso a favor de la democracia y de la economía de mercado.Una pregunta un poco más personal. Tienes 79 años, un premio Nobel, y podrías estar usando tu tiempo para viajar por el mundo recibiendo premios y dando conferencias por muchísimo dinero. Y sin embargo, vas a Venezuela, a la Argentina, donde los gobiernos te insultan… ¿Por qué sigues agarrándote tantas broncas?Quiero llegar vivo hasta el final [risas]. No quiero convertirme en una estatua en vida [aplausos]. Siempre me ha dado mucha pena el espectáculo de esas personas que pierden sus ilusiones, y que se abandonan a una rutina de supervivencia. Yo mantengo mis ilusiones, y mantengo una actividad intensa. Esa siempre ha sido mi manera de vivir, y me gustaría llegar así hasta el final de ese modo.En los últimos meses has estado en los titulares de las revistas de chismes y del mundo del espectáculo a raíz de tu nueva relación [con Isabel Preysler]. ¿Te sentiste maltratado por la prensa?Bueno, viví “la civilización del espectáculo” [título de uno de sus últimos libros] en persona [risas]. Creo que la experiencia que viví, metido en toda una chismografía de pésimo gusto, me confirmó que el periodismo como entretenimiento, como diversión, el periodismo amarillo, ya no es marginal. Es un periodismo que ha ganado un espacio en los periódicos serios.El Nuevo Herald – Miami