Diario de América Latina – La Vanguardia – Joaquim Ibarz – Corresponsal en América Latina
Hugo Chávez quiere acabar de una vez con Globovisión. Aunque parece decidido a cerrar el canal, todavía duda por temor a las protestas internas y al desprestigio externo. El presidente venezolano ya no puede convivir con medios de comunicación críticos, ni puede tolerar una apariencia de libertad de expresión, de la que hasta ahora alardeaba. Aunque Globovisión tiene audiencia limitada porque, con excepción de Caracas y Valencia, sólo puede verse por abonados de pago a un sistema de cable o satélite, Chávez no soporta que exista un medio que no acepte la autocensura y no tenga temor a sus amenazas. No lo tolera porque su nivel de penetración y credibilidad en la sociedad venezolana es muy alto. El único canal capaz de criticar al presidente Chávez está bajo seria amenaza de ser silenciado.
En los últimos días, Chávez aumenta el tono de las amenazas. Advirtió a Globovisión que le queda poco tiempo al aire si no rectifica y abandona su línea supuestamente promotora de la violencia. Chávez acusa a la cadena de noticias de terrorismo mediático y de envenenar la mente de su audiencia. Los argumentos del jefe de Estado pretenden predisponer a la población contra el canal. Pero al mismo tiempo revela la debilidad de las razones para justificar legalmente un eventual cierre del canal.
Pese a que el pasado jueves Chávez volvió a calificar a Globovisión de golpista, terrorista, conspirador, dijo que si cambia su política opositora él estaría dispuesto a reconsiderar su posición.
El director de Globovisión, Alberto Federico Ravell, respondió de inmediato a la oferta de Chávez de que la cadena sólo se salvará del cierre si rectifica su línea informativa. Ravell dijo que Globovisión se limita a difundir la voz de los ciudadanos y le pidió a Chávez que la escuche. Asimismo, subrayó que el canal no puede rectificar su línea editorial porque refleja la realidad del país y transmite con exactitud las quejas de la población.
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"No podemos contradecirnos en lo que hemos dicho en relación con los temas que preocupan a la gente. No somos nosotros, sino los mismos venezolanos quienes se quejan por los azotes de la delincuencia, por el estado lamentable de las escuelas de nuestros niños, por la situación penosa de los hospitales", expresó Ravell.
Ravell sugirió al presidente Chávez, que si quiere cambiar esa supuesta percepción negativa de su Gobierno, "solo tiene que escuchar las voces de la calle", que "le están implorando que se olvide de esa pretensión de hacer de Venezuela una copia al carbón de la pobre Cuba comunista".
La línea entre Gobierno autoritario y dictadura
"Si cierra Globovisión, Chávez mostraría que cruza la línea entre un gobierno autoritario y una dictadura", dijo Ravell. Según el director gerente, hay distintas forma de hacer desaparecer a un canal: "Una es cerrándolo por 72 horas, otra es con un oficio, ya sea por Poleo, ya sea por Salas Feo, o ya sea por el famoso temblor. Otra es acogotándolo y ahorcándolo para que no pueda seguir funcionando", dijo Ravell. (Rafael Poleo es un conocido periodista, Henrique Salas Feo es el gobernador del estado de Carabobo).
Globovisión es un ejemplo para América como defensor del pluralismo político y de la libertad de expresión; hasta su clausura hace poco más de dos años, también lo fue Radio Caracas Televisión (RCTV). Desde el fin de las dictaduras militares, ningún medio de comunicación de todo el continente ha estado tan acosado desde el poder. Y ninguna empresa ha respondido con tanta gallardía a los intentos de imponer el pensamiento único. Si Globovisión y RCTV se hubieran plegado a los proyectos totalitarios de Chávez, como en 1992 hicieron las televisoras peruanas cuando Alberto Fujimori dio el autogolpe de Estado, la democracia venezolana se habría extinguido hace tiempo.
Neutralidad o compromiso
Durante el paro general de diciembre 2002-febrero 2003, este cronista tuvo numerosas discusiones con enviados especiales de la prensa española y estadounidense que echaban en cara a las cadenas venezolanas de televisión que no fueran absolutamente neutrales al informar sobre el conflicto. Mi postura era que los medios y los periodistas debían tomar partido cuando se trataba de defender la democracia y las libertades. Globovisión y RCTV optaron por este camino tan pronto vieron con claridad que Hugo Chávez intentaba imponer una autocracia. Venevisión, la cadena del multimillonario Gustavo Cisneros, que tanto ayudó a que Chávez llegara al poder, con Víctor Ferreres en la dirección, se alineó con los canales que defendían el Estado de derecho. Sin embargo, una vez terminó el paro con un estrepitoso fracaso, Cisneros pactaría con Chávez. Se señala que el ex presidente estadounidense Jimmy Carter habría actuado como mediador en aquel contubernio que tanto daño ha causado a la democracia venezolana. Venevisión cambió radicalmente; de ser un canal crítico se convirtió en adulador del régimen. Los espacios informativos del canal de Cisneros recuerdan ahora a los que difundían las cadenas de la Unión Soviética. Algo parecido ocurrió con Televen, el tercer canal con cobertura nacional, que también se plegó a las presiones de Chávez. Sólo RCTV siguió con su línea de independencia. Pagaría caro el no aceptar doblegarse a los dictados del poder.
La amenaza de cierre contra Globovisión, que se intenta maquillar como si se tratara de revocar una concesión administrativa de funcionamiento, forma parte de los innumerables ataques que Chávez ha infringido durante diez años contra todo asomo de crítica y disidencia a su gestión de gobierno. Ante los atisbos de malestar social que afloran por el país, quiere acabar con el mensajero y, de esta manera, terminar con el único medio de televisión que permite acceso a información independiente a una minoría de la población venezolana.
Chávez dirige cada día toda clase de improperios contra Globovisión; de dar crédito a lo que denuncia el presidente, resultaría que el canal sería culpable de la corrupción galopante en los ministerios y empresas del Estado, de los crímenes en los barrios y de los secuestros, de la escasez de alimentos, del cierre de empresas, de la muerte de la industria y de la improductividad del campo.
El 30 de enero 2008, los asistentes a un acto del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) abuchearon a los reporteros enviados por Globovisión. Vanessa Davies, periodista del canal gubernamental VTV, formuló una insólita acusación contra sus compañeros, a los que echó a los pies de los caballos: "Por empresas como Globovisión nosotros podemos terminar en una guerra con Colombia". En aquella reunión se crearon más de 30 organizaciones y movimientos chavistas que tenían como objetivo cerrar Globovisión.
Un acoso permanente contra Globovisión
La persecución contra el canal de noticias viene de lejos. Globovisión enfrenta tres expedientes administrativos abiertos en los últimos seis meses por la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), que podrían derivar en su cierre temporal (72 horas) o total. La agencia tributaria Seniat le ha impuesto dos multas que suman casi 2,5 millones de dólares. Ravell calificó estas medidas como terrorismo fiscal con el que se busca su colapso operativo.
El Tribunal Supremo de Justicia ratificó el decomiso de unas microondas de Globovisión, sentencia que se apresuró a ejecutar la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel); también le han multado con 270.697 dólares por utilizar los aparatos en frecuencias supuestamente no autorizadas. Aún hay más. Conatel investiga al canal por incitar al pánico y ansiedad al informar sobre un seísmo que se produjo en Caracas hace unos meses. El caso podría implicar otra multa millonaria o el cierre temporal del canal.
Sobre la cobertura del terremoto, Ravell señala que la única falta que habría cometido Globovisión fue hacer un llamamiento a la calma ya que los medios oficiales no daban ninguna información. "Como no habían datos del Gobierno, los buscamos y conseguimos del servicio sismológico de Estados Unidos. Eso les pareció bochornoso", afirma el director del canal.
Por otra parte, el fiscal general abrió una investigación en contra del presidente del canal, Guillermo Zuloaga, por presuntas irregularidades en el almacenamiento de vehículos para la venta (posee una distribuidora de coches) y por coleccionar animales disecados en su residencia, lo que violaría las leyes ambientales venezolanas. Zuloaga enfrenta dos investigaciones judiciales abiertas en las dos últimas semanas por casos de usura genérica y delitos ambientales. Poco después de que Chávez exigiera a los poderes públicos tomar medidas contra Globovisión y sus propietarios, la fiscalía allanó varias propiedades de Zuloaga, entre ellas su propia residencia.
Globopotaz, colecta callejera para pagar las multas al canal
En este fin de semana, partidos políticos de oposición y organizaciones civiles venezolanas han llevado a cabo una jornada de colecta pública -llamada Globopotaz – para ayudar al canal a pagar la multa de unos 2,5 millones de dólares. La respuesta de la ciudadanía ha sido espectacular. La sanción le fue impuesta por no declarar que había donado tiempo de transmisión a organizaciones civiles durante el paro general de 2002-2003. Globovisión alega que se trataba de mensajes institucionales difundidos en espacios sin valor (durante la huelga los canales privados no transmitieron publicidad pagada).
En la medianoche del 27 de mayo de 2007, millones de venezolanos observaron con estupor como el Gobierno bolivariano concretaba el peor atentado a la libertad de expresión cometido por gobierno alguno en la historia de América Latina en los últimos 35 años. El 28 diciembre de 2006, embelesado por la reciente victoria electoral que le dio otro mandato presidencial, Chávez sentenció que unos meses después, el 27 de mayo, no se renovaría la concesión a Radio Caracas Televisión (RCTV), el canal de mayor audiencia en Venezuela. Ese anuncio lo concretó contra viento y marea. A Chávez no le importó que el 87% de la población rechazara el cierre de RCTV y que se produjeran protestas en todo el país, en las que participaron algunos de sus propios seguidores. El 28 de mayo, al día siguiente del cierre, los estudiantes universitarios salieron a la calle demandando libertad de expresión. Dos días después seguían manifestándose, pero ahora ya sólo pedían libertad. Chávez tampoco hizo caso a los pronunciamientos en contra del cierre de RCTV por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), Parlamento Europeo, ONGs y múltiples instancias internacionales. Analistas independientes afirman que el cierre de RCTV contribuyó a la primera derrota electoral de Chávez, en diciembre del 2007, cuando intentó aprobar una reforma constitucional con la que buscaba la reelección perpetua.
Globovisión presenta noticias las 24 horas del día mostrando la otra cara de la moneda al confrontar la información sesgada del oficialismo. De hecho, es el único sobreviviente del acoso y persecución del Gobierno a los canales de televisión. Después del cierre de RCTV y del entreguismo de Venevisión y Televén, Globovisión quedó como la última voz disidente de la pantalla. La programación en abierto está copada por canales públicos que no admiten la menor crítica a Chávez y por emisoras privadas genuflexas. El Gobierno cuenta con seis grandes estaciones de televisión nacionales, dos cadenas radiales de transmisión nacional y una red de 600 emisoras comunitarias de radio y TV. Comentaristas de oposición subrayan que "Chávez busca la hegemonía mediática que caracteriza a las dictaduras".
Acoso en todos los frentes
Usando una táctica similar a la empleada contra RCTV, el Gobierno acosa a Globovisión en todos los frentes: multas y sanciones, visita intempestiva de agentes fiscales; solicitud de investigaciones por línea informativa formulada por diputados de la Asamblea Nacional; amenazas de tomas pacíficas de los Círculos Bolivarianos. Los medios de comunicación del Estadoson los que atacan con más saña a Globovisión. Con todo este andamiaje de artilugios legales, tributarios, económicos y de toda índole se estrechó el cerco oficial al canal disidente.
Para aumentar la presión, Chávez designó hace unos días a su más cercano colaborador Diosdado Cabello como responsable del ente regulador de las telecomunicaciones. Este nombramiento es considerado por la oposición como otra amenaza añadida a los medios privados no alineados con la revolución.
El cierre de Globovisión le daría a Chávez el control total sobre las cadenas de televisión. Hay quien apunta que finalmente podría no cerrar Globovisión por temor a que se desencadene una protesta popular de imprevisible desenlace. Otros apuntan que necesita la estación como coartada de que su gobierno permite la libertad de expresión.
La clausura de Globovisión sería el colofón del plan de Chávez para arrinconar a sus adversarios, luego del hostigamiento y de la asfixia económica a que ha sometido a los políticos de oposición que ganaron gobernaciones y alcaldías en los comicios regionales de noviembre del 2008. El Gobierno ha retirado competencias al alcalde de Caracas, Antonio ledezma, y a otros cargos públicos que no se identifican con el chavismo, para que en la práctica no puedan ejercer el cargo. Manuel Rosales, alcalde de Maracaibo (segunda ciudad de Venezuela) y uno de los principales líderes de la oposición, tuvo que pedir asilo en Perú para evitar ir a la cárcel por acusaciones de corrupción. Al considerar que no existían garantías de justicia independiente, Rosales optó por el exilio.
Declaraciones de Carlos Blanco a "La Vanguardia"
En declaraciones a "La Vanguardia", el analista Carlos Blanco, ex ministro de Planeación de Venezuela, autor y profesor de la Universidad de Boston, comenta que el divorcio de Chávez con los medios de comunicación fue progresivo. Tanto en la campaña electoral como en los días iniciales de su gobierno, la relación fue cordial. Muchos empresarios de la comunicación, periodistas y trabajadores de los medios, vieron con entusiasmo la llegada al poder del militar retirado.
"Siempre deberá recordarse que no fueron los pobres sino los ricos los que llevaron a Chávez al poder. Desde el Gobierno, las relaciones comenzaron a agriarse. El centro del problema fue que Chávez lanzó críticas crecientes por cómo se valoraban las noticias, se quejaba de que algunas de sus actividades como jefe de Estado –que él consideraba históricas- no se destacaban con titulares importantes. Desde temprano se mostró refractario a las críticas. Regañaba a editores y periodistas, intentaba ridiculizarlos, aludía a sus padres, se mofaba incluso de cómo hablaba el castellano un informador educado en Estados Unidos", señala Blanco.
Según Carlos Blanco, lo que subyacía era la visión de Chávez, incapaz de comprender que su intento revolucionario no fuera compartido, tuviera feos lunares, estuviera caracterizado por el orden y mando, y, muy especialmente, se encontrara con una sociedad –reflejada en los medios- arisca y respondona, que eran las características de la Venezuela que le había permitido llegar al poder.
La confrontación de Chávez con los medios dejó de ser sólo verbal. Sus partidarios asumieron las críticas de su jefe como una voz de mando.
"Los Círculos Bolivarianos –destaca Carlos Blanco- se transformaron en círculos del terror, y comenzaron a atacar, hostigar, vejar e impedir trabajar a periodistas, reporteros y fotógrafos. Lo demás ha sido una pendiente por la cual se ha deslizado el régimen en su intolerancia. El proceso condujo a una polarización aguda de la sociedad, a la cual nadie escapa. Los medios que no estuvieran con el gobierno fueron tratados como enemigos. Especialmente urticante para el régimen fue el papel de la televisión porque es en el espacio audiovisual desde el que se debate el liderazgo de Chávez. Como se sabe, Chávez gobierna en buena medida desde las pantallas. Su propósito es controlar el espacio-tiempo de la televisión mediante adquisición de medios, neutralizando otros e imponiendo ad nauseam las cadenas obligatorias de radio y televisión en la hora de mayor audiencia y, por tanto, comercialmente más productivo".
El cierre de RCTV fue un punto culminante que trajo consigo la neutralización de Venevisión y Televen. Sólo Globovisión quedó como estación independiente y relativamente nacional. Este canal fue el único que no recurrió a la estrategia del repliegue y del cambio de su programación.
"No lo hizo por dos razones: la primera es que sus dueños, directivos, periodistas y trabajadores, han logrado compartir una visión de independencia intelectual que los ha llevado a comprometerse a fondo con la información y la crítica. Como se ha demostrado históricamente, informar suele ser un acto de irreverencia frente al poder. La segunda razón es que frente a la amenaza oficial, este canal encontró que su mejor defensa era comprometerse mucho más con una audiencia que le exigía no cejar en la exploración de las llagas abiertas de una revolución autoritaria. Sin dejar de señalar que es el único canal que abre sus pantallas sin restricciones a una oposición a la cual se le cierran los espacios. Siendo un canal con una audiencia limitada, dada su naturaleza informativa y las restricciones que el gobierno impuso a su expansión, no resulta fácil entender por qué tanta saña. No se trata tanto ni sólo de la oposición, sino del chavismo. Los partidarios del Presidente que se han venido desgajando de la incondicionalidad, que han asumido la protesta y que reclaman derechos o se sublevan contra los atropellos, han encontrado en Globovisión el espacio que los medios de comunicación oficiales les niegan", declara Carlos Blanco a este periódico.
De acuerdo con el profesor Blanco, Chávez quiere cerrar Globovisión no porque facilita a los opositores poder expresarse sino porque abre espacios a la protesta social, básicamente protagonizada por el chavismo insubordinado y callejero.