Bolivia y Paraguay afianzan relaciones de paz. Mañana se cumplen 75 años del fin de la Guerra del Chaco. En el límite, hay soldados bolivianos que claman por pan y ganaderos que se quejan por el robo de sus vacas.
Necesidades. Uno de los puestos militares que está a más de 100 Km de la línea fronteriza. Ahí viven nueve soldados en una infraestructura tipo iglú, pero de cemento
Roberto Navia, El Deber
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Exclusivo. Mañana se cumplen 75 años del fin de la Guerra del Chaco. EL DEBER recorrió el límite, donde hay soldados bolivianos que claman por pan y ganaderos que se quejan por el robo de sus vacas
Setenta y cinco años después de la guerra, la frontera entre Bolivia y Paraguay aún es un desierto gris, habitado por espinas y serpientes y por hombres que viven en medio de la nada, acosados por el dengue y la sed, la falta de alimentos, de energía eléctrica, de caminos intransitables y de médicos que atiendan por lo menos a los enfermos cuya vida no puede esperar.
En esa zona sufren los que están ahí por voluntad propia y los que fueron enviados para ‘servir a la Patria’, o para ganar el sueldo del mes. Algunos ganaderos, militares y funcionarios de la Aduana cargan su propia cruz y buscan alivianarla utilizando los escasos recursos enviados por los gobiernos de turno y poniendo a prueba sus deseos de sobrevivir.
La situación llega a tal punto que mientras Ángel Coca, el único boliviano que vive en plena línea (Yurenda de la frontera), criando 350 vacas y mordiendo su rabia cada vez que del otro lado (Paraguay) entran a matarle a tiros a sus animales, a más de 100 km de ahí, donde está un puesto de avanzada militar, los nueve soldados que viven en unas construcciones tipo iglú, sin puertas ni ventanas, lo más que pueden hacer es ir cada tres meses a verificar si algunos hitos siguen en el mismo lugar. El sargento primero Alfredo Alegría dice que esa tarea no pueden hacerla más seguido porque aún no se atreven a desplazarse en la única moto que sus superiores entregaron hace un mes, y que por eso, desde hace algunos meses instalaron una tranca para controlar el tráfico de drogas y del contrabando.
En otro punto de la frontera, a 15 kilómetros del control aduanero de ambos países, once soldados controlan al que ingresa y sale del país. Cuando EL DEBER llegó a ese punto de control, un conscripto se acercó a pedir un pedazo de pan. “Dios se lo va a pagar”, dice tras recibir una manzana y luego la esconde en el bolsillo de su pantalón para evitar que un compañero suyo, también con cara de hambre, lo vea y acuda para pedirle un bocado. Luego, otro soldado contó que en algunas oportunidades a los que vigilan ese puesto de avanzada les dan Bs 300 para que se compren dos chivos y los conviertan en charque.
El teniente coronel Juan Carlos Decornes, que está a cargo del regimiento Campero acantonado en Ibibobo, a 80 km de Villa Montes y a 60 km de suelo paraguayo, tiene 350 hombres y la tarea de vigilar 74 km, (de los casi 700 que tiene la frontera), donde están los hitos Esmeralda, Oruro y 10 de Octubre. En cada uno hay 11 soldados, cantidad insuficiente para mantener limpia la franja que separa Bolivia de Paraguay. Para hacer ese trabajo, según dice, se necesita maquinaria pesada y por ello ya se están haciendo las gestiones con autoridades del aparato estatal.
Hace poco Decornes hizo un reconocimiento aéreo de su sector y divisó que el mismo estaba lleno de matorrales, lo cual impide que su gente patrulle y constate si los hitos se mantienen en su lugar.
Ángel Coca, el centinela voluntario que tiene Bolivia en un punto de la frontera, es de los que propone que las tropas militares no estén tan distantes y que sienten soberanía a pasos de donde termina y comienza el territorio nacional. Decornes reveló que tiene conocimiento de que el regimiento Pisagua hizo un estudio para mover un puesto de control y que el mismo está siendo analizado en el Ministerio de Defensa, puesto que cualquier modificación tiene que obedecer a fines estratégicos y no sólo a las necesidades de una pequeña población.
El subgobernador regional de Villa Montes, Rubén Vaca, es la autoridad cuya competencia es velar por los asentamientos humanos por más pequeños que éstos sean. Por eso dice que tiene un plan para terminar con la sed de los que habitan la zona. “Vamos a sacar agua al Pilcomayo y mediante cañería llevar el líquido a todos los rincones de Chaco”, dijo.
Ese proyecto puede costar Bs 150 millones. Pero Vaca sabe que también hay otro problema: los más de 1.200 km de caminos que surcan el Chaco en época de lluvia suelen hacerse difíciles de transitar. Mercedes Gutiérrez es una de las que sufre el mal estado de las rutas y por eso junto a otros puso una tranca en la ruta para evitar que por ahí circulen vehículos pesados.
Ya en la misma línea fronteriza, el oficial de Aduana de Bolivia Freddy Medina calma su sed con agua paraguaya puesto que en el suelo boliviano no existe ningún pozo de donde pueda sacar el líquido elemento. A ese problema se le suma otro, el generador de luz sólo le da corriente unas horas al día y por eso cuando es de noche prefiere no atender porque teme ser atacado por antisociales camuflados de camioneros.
Pero el ciudadano paraguayo César Pintos critica a la Aduana boliviana porque dice que cada miércoles, cuando se produce el cambio de agente, los tienen parados a los transportistas, esperando que llegue el otro compañero de Villa Montes. Medina, como descargo, afirma que eso no es cierto y que la demora obedece a inconvenientes en el sistema informático y asegura que la relación con los paraguayos es cordial.
En Ibibobo, el corregidor Fausto Carvajal lamenta que los médicos salgan escapando del pueblo debido al calor y los mosquitos. El médico del regimiento Campero, Hugo Ángel Rojas, cuenta que, cuando no hay un doctor en el pueblo, él atiende a los cerca de mil habitantes de Ibibobo.
La tarde está cayendo en el desierto gris y Ángel Coca agradece que el cielo del Chaco Boreal aún no se haya apagado porque ahí donde llegó EL DEBER, a esa su casa que se encuentra en el límite de la nación, la luz todavía permite apreciar los restos de armas y municiones de la guerra que se desarrolló entre 1932 y 1935. “En 75 años muchas huellas no se borraron. Eso lo puedo asegurar…”, afirmó.
Los datos de la guerra
– La Guerra del Chaco se libró desde 1932 hasta 1935 entre Bolivia y Paraguay por el control de la región del Chaco Boreal;
– La contienda fue catalogada como más sangrienta que se libró en América durante el siglo XX. Durante tres años, 200.000 soldados bolivianos y 150.000 paraguayos se enfrentaron en esa tierra estéril. En total murieron 90.000 hombres, 50.000 de lado boliviano y 40.000 del paraguayo.
– La malaria y otras enfermedades, al igual que la falta de agua, diezmaron a los ejércitos tanto como las operaciones de combate.
– El área que fue disputada entre Bolivia y Paraguay en el Chaco Boreal poseía una extensión de aproximadamente 598.000 km cuadrados.
– En abril del 2009, con Argentina como garante, los presidentes boliviano, Evo Morales, y paraguayo, Fernando Lugo, han recibido de la mandataria anfitriona, Cristina Fernández, la Memoria Final de la demarcación del límite internacional entre Bolivia y Paraguay.
Historias centenarias
Angélica Ordóñez
Su esposo y tres hermanos, en la guerra
No sabe cuál es el secreto de su longevidad, pero cree que los alimentos sin químicos que comió durante casi toda su vida le han servido no sólo para vivir más, sino también para soportar situaciones extremas como la de tener a su esposo y tres hermanos suyos agarrándose a tiros con los paraguayos. Angélica Ordóñez es una de las pocas viudas de posguerra que quedan de pie, y por eso, cuando llegó al centenar de su existencia, el 26 de marzo, sus hijos, nietos y bisnietos le ofrecieron una fiesta como nunca se había visto en la comunidad de Las Lomas, a 12 Km de Macharetí. Lo que ella no olvida es que antes de que los paraguayos tomen el pueblo, escapó a Cuevo, con su hijo de cuatro años, donde durante los tres años de guerra se ganó la vida haciendo pan para venderlos a los soldados que salían hambrientos de los campos de batalla.
Juan Claros
Fortalecido para seguir de pie
Los cien años de vida no le pesan tanto como para dejar de trabajar. Juan Claros, el ex combatiente que agarró la metralla pesada desde el 13 de junio de 1932 cuando se enfrentaron por primera vez con los paraguayos, y la soltó sólo cuando cayó herido en mayo de 1935, sigue siendo el hombre fuerte de su casa. En las mañanas corta sus árboles que le dan sombra en su patio y toma el hacha para darle a los troncos secos hasta convertirlos en leña. En diciembre del año pasado, sus 21 hijos y más de 40 nietos y bisnietos le dieron una sorpresa. En la cancha de Tarairí, a 15 minutos de Villa Montes, le armaron un fiestón y hasta se vistieron con poleras en cuya espalda estaba grabada la imagen suya.
En Paraguay temen otra refriega
El agente de Aduanas de Paraguay, Pablo Federico Ramírez, teme que el armamento que Bolivia anunció comprar de Rusia sea utilizado contra su país.
Ramírez, que sirve a su nación en pleno desierto del Chaco, se suma a otras voces que temen que se desenlace otra edición de la Guerra del Chaco. Fuera de la oficina aduanera hay un grupo de camioneros paraguayos que dicen que en Asunción las discusiones en la mesa familiar del ciudadano común se basan en analizar el motivo por el que Bolivia se ‘está armando con uñas y dientes’.
“¿Cómo se explica que un país también pobre prefiera adquirir herramientas bélicas en vez de calmar el hambre de su pueblo?”, se pregunta el conductor Víctor Sandino, que dijo que el interés de la gente por este tema aumentó después de agosto del año pasado, cuando el ministro de Relaciones y Exteriores, Héctor Lacognata, dijo que Paraguay se encuentra preocupado porque pareciera que existe una carrera armamentista en la región, sobre todo por la situación que se presenta con Bolivia, que tiene intención de comprar armas.
Pero después de la explicación ofrecida por Bolivia sobre el alcance de un proyecto que prevé la compra de armas y el fortalecimiento de sus guarniciones militares y que éste no tiene fines bélicos, no ha tranquilizado a la gente, dado que en junio el se especuló que el Gobierno de Rusia ofreció cooperación y venta de armamento a Paraguay.
Bolivia y Paraguay afianzan relaciones de paz
CHACO. Ministros de Defensa de ambos países participaron de un acto por la fecha
Con actos simultáneos en Bolivia y Paraguay, ayer se conmemoró el 75 aniversario del cese de hostilidades de la Guerra del Chaco.
Los ministros de Defensa de Bolivia, Rubén Saavedra Soto, y de Paraguay, Luis Barreiro Spaini, participaron de una actividad organizada en la plaza cívica de Villa Montes.
El benemérito de la Guerra del Chaco Juan Claros (100) rememoró episodios cruentos vividos en la guerra. Relató que los soldados no estaban preparados para una contienda bélica, pero indicó, que demostraron con valor el amor a la patria. “No tenemos rencor porque ahora somos pueblos hermanos y lamentamos este episodio oscuro”, remarcó.
El ministro de Defensa de Paraguay enfatizó la armonía y cooperación que ahora une a ambos países. “Este encuentro nos permite dar testimonio de respeto a nuestros ancestros, que por sus lealtades nacionales aquí combatieron. Hoy nosotros sus herederos damos un mismo testimonio, pero en otra clave:la de la paz y cordialidad”, aseveró Barreiro.
Por su parte, el ministro boliviano destacó que hoy en día las relaciones bilaterales entre Bolivia y Paraguay atraviesan “un gran momento histórico”.
El presidente paraguayo, Fernando Lugo, encabezó otro acto en ese país junto a ex combatientes luego de que fuera suspendido el encuentro previsto con el mandantario boliviano, Evo Morales./Walter Lozano (Yacuiba) y EFE