La lucha continúa


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Índice de los Editoriales de Periódicos

  1. El Día: Una mancha en la democracia

  2. Bajo el Penoco, El Día: En China y en Bolivia

  3. Los Tiempos: UN PASO MÁS HACIA EL PODER TOTAL

  4. El Deber: La lucha continúa

  5. Cambio: El Che, hace 43 años

  6. La Prensa: La lucha continúa

  7. El Diario: Urgente atención a nuestras fronteras

  8. El Mundo: Berrinche

  9. Opinión: Un Parlamento democrático escucha a su pueblo

  10. Clarín, Argentina: Fallo de acuerdo a la jurisprudencia


El Día: Una mancha en la democracia

En la madrugada del viernes el Senado, de mayoría oficialista, ha consumado la aprobación en grande y en detalle de la Ley Contra el Racismo y la Discriminación. Para la prensa en general, es un día luctuoso, negro. Para la opinión pública una auténtica mancha para la democracia boliviana, porque pese a su nombre rimbombante, la ley de marras oculta en su contenido dos artículos de evidente contenido político: el 16 y el 23, cuyo espíritu viene a significar no sólo una amenaza directa a la libertad de expresión para medios y periodistas, sino que se presenta como instrumento legal susceptible de uso con fines políticos, capaz de superar las nefastas acciones de dictaduras militares.



Con la plena conciencia de estar frente a una auténtica coartación de la libertad de expresión, los trabajadores de la prensa del país no sólo han advertido del riesgo, sino que han organizado movilizaciones, huelgas de hambre y masivas marchas de protesta para que se eliminen, o al menos se modifiquen tales artículos. Tales advertencias e intentos han chocado con la impertérrita decisión del oficialismo. Quizás sin darse cuenta o, a sabiendas, el Gobierno ha hecho historia, pero de la siniestra. Con la ley llamada “mordaza” ha logrado lo que dictaduras y gobiernos de facto no se atrevieron.

Lo que se viene después resulta predecible. Gracias a la interpretación de los polémicos artículos 16 y 23, que bien puede ser desde su propia óptica política, el Gobierno está en condiciones de arremeter a su antojo contra los medios de comunicación que considere transgresores de la ley y contra los propios trabajadores de la prensa que emitan expresiones que vulneren -según el criterio oficialista- el espíritu de tales articulados. Si se considera el contexto político, es de esperarse que las primeras acciones se dirijan contra la oposición, y contra lo que se considere está detrás de ella. En los hechos, esto vendría a ser una persecución política en toda la regla, típica del autoritarismo secante.

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A horas de su promulgación, la Ley Contra el Racismo y la Discriminación pasará a la historia boliviana como la norma legal que incorpora en su contenido la coartación a la libertad de expresión, que contradice el artículo 107 de la Constitución y que representa nada menos que una amenaza a las fuentes de trabajo de los hombres y mujeres de la prensa. Por otra parte, significa un directo atentado a uno de los derechos fundamentales humanos como el de la libre expresión, defensa de sus ideas y opiniones. Si se considera a la joven democracia boliviana, esta ley resulta una mancha vergonzosa en su historia.

La Ley de Lucha Contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación pasará a la historia como la norma legal que ha enfrentado a la prensa con el Gobierno por haber vulnerado el derecho de expresión en libertad de los trabajadores, como no lo hicieron los regímenes de fuerza. También es posible que sea” más el ruido que las nueces”, en el entendido que la ley antirracismo y antidiscriminación no sea utilizada para fines políticos, pero su vigencia la transforma en una moderna Espada de Damocles sobre los medios de comunicación y los trabajadores de la prensa, en una situación que no condice con el espíritu de libertad que debe caracterizar a una democracia que se precie.

Su vigencia la transforma en una moderna Espada de Damocles sobre los medios de comunicación y los trabajadores de la prensa.

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Bajo el Penoco, El Día: En China y en Bolivia

Lo primero que hizo el régimen chino cuando se dio a conocer que el disidente Liu Xiaobo había ganado el Premio Nobel de la Paz, fue enviar directivas a los medios de comunicación del país para que se abstengan de publicar cualquier dato relacionado con esta noticia que ha causado furia en Pekín. Por suerte, la tecnología trabaja a favor de la libertad de expresión y minutos después ya se conocían no sólo los textos de las órdenes de censura emitidas por el Ministerio de la Verdad de China, sino también lo del galardón otorgado a este profesor universitario, que está preso por difundir públicamente sus ideas en un país que, políticamente, sigue bajo la bota comunista. A las pocas horas la Policía tuvo que salir a las calles a detener a los disidentes que pretendían festejar el reconocimiento a Xiaobo. Paradójicamente, mientras eso ocurría en China, en Bolivia, Evo Morales firmaba la sentencia de muerte para la libertad de expresión. Lo bueno de todo esto es que ahora hay más esperanzas que antes de que un boliviano gane un Premio Nobel. La gente del Gobierno podría, por su parte, ir a tomar clases a China.

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Los Tiempos: UN PASO MÁS HACIA EL PODER TOTAL

Quienes creemos que la democracia y la libertad son fundamentales para el bienestar de los pueblos estamos de
duelo por la promulgación de esta ley

Finalmente se ha aprobado y promulgado la Ley Contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación conforme a la voluntad del presidente del Estado y contra del criterio de amplios sectores de la población, entre los que se encuentran también simpatizantes al Gobierno del MAS y el proceso que éste lidera.

Es que desde diversos enfoques se trata de una norma que aprovechando un propósito altruista, como es la lucha contra toda forma de discriminación, el poder político impone algunas cláusulas punitivas para ir desbrozando de críticas y disensos su búsqueda del poder total. Así de simple y tenebroso.

En este sentido, sí cabe hacer una aclaración respecto a la oposición que los gremios han hecho a esta malhadada ley. Es evidente que ésta va a obstaculizar seriamente nuestro trabajo de información y el de opinión, pero -y aquí está la cave del asunto- el mayor afectado por que se obstaculice el buen desempeño de nuestra labor es la ciudadanía a la que se le quiere privar de información seria y de una opinión libre que le ayude a adoptar decisiones.

En este sentido, conviene recordar que han sido varios los intentos del poder político -desde la recuperación de la democracia en 1982- por hacer lo que el primer mandatario ha hecho la mañana de ayer: transferir el procesamiento de presuntos delitos de información al Código Penal e intentar sancionar a los medios y periodistas que no le sean de su agrado -o de cualquier autoridad- en forma sumaria. Incluso han utilizado, para intentar dividir al gremio, ofrecer que si se cierra un medio por acusación de racismo o discriminación, éste pasaría a la organización sindical respectiva ofreciendo además créditos para poder funcionar.

Pero, salvo un dirigente de la federación de La Paz, quienes conducen los principales gremios del sector, no ha caído en esa tentación porque, precisamente, ésta abona la previsión de que lo que quieren las autoridades es aumentar su control sobre los medios y no así luchas contra la discriminación, que es el objetivo de quienes han impulsado la elaboración de la norma que hasta que llegó a manos del oficialismo no contenía ningún artículo que vulnerara la libertad de expresión y opinión.

Además, la ciudadanía debería estar consciente de que esta nueva ley es una convocatoria a la delación, el arbitrio y la venganza. Son tan amplias las definiciones sobre los temas que trata así como la tipificación de los delitos que quiere sancionar que incluso rencillas personales pueden ser elevadas a delitos y, en función del poder del denunciante, procederse a la sanción del denunciado sin mayor trámite. De ahí que, como ha señalado un excelente radialista como es el director de Radio Fides la mañana del viernes, con la aprobación de esta ley deberemos "caminar con el testamento bajo el brazo".

Por ello, quienes creemos que sólo la democracia y la libertad permiten, junto con el trabajo y la educación, el desarrollo de los pueblos estamos de duelo por la promulgación de esta ley.

Sin embargo, como han señalado nuestras organizaciones gremiales, seguiremos resistiendo esta norma en los marcos que establecen la Constitución Política del Estado y los tratados internacionales sobre el tema y que el Estado ha suscrito.

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El Deber: La lucha continúa

¿Quién ganó la batalla? ¿El Gobierno? ¿Los periodistas?  Carece de todo valor referencial, al respecto, la sanción de esa ley que embozada de lucha contra el racismo acaba con uno de los fundamentos esenciales de la democracia moderna, como es la libertad de expresión. Estaba previsto que la  mayoría oficialista no hiciera otra cosa que acatar la orden presidencial de no modificar los artículos 16 y 23 del controvertido proyecto, cuya aplicación le servirá al Gobierno actual para suspender o revocar a los medios sus licencias y criminalizar la labor de los trabajadores de la prensa, a fin de intimidarlos y forzarlos a la autocensura.

Analicemos ciertos hechos antes de respondernos a las preguntas del párrafo precedente: pocas veces, periodistas y empresarios del ramo habían logrado cerrar filas contra gobierno alguno, como ahora lo han hecho. Acudieron varias veces a sitios públicos de las capitales de todos los departamentos del país, simbolizando con una venda en la boca  el atropello gubernamental a derechos básicos del gremio. La frase: “Sin libertad de expresión no hay democracia”, impresa en espacios blancos de las primeras páginas de los diarios de circulación nacional, además de haber alcanzado amplia repercusión internacional, caló hondo en muchos sectores de la población. Así lo demuestra la solidaridad ciudadana con la causa periodística, implícita  en las más de 80 mil firmas de ciudadanos que en Santa Cruz respaldaron a los trabajadores de la prensa, mientras en La Paz  y otras regiones hacía lo propio gente de diferente pertenencia social.  

Inclusive dirigentes de comunidades y sectores que antes formaban parte de los ‘movimientos sociales’ del MAS no vacilaron en tomar partido a favor de los periodistas, por considerar -así lo manifestaron  en declaraciones a los medios- que la Ley contra el Racismo no era tal, sino un simple instrumento de  coacción a la prensa y de anulación de sus libertades básicas.

Así planteadas las cosas, una encuesta de opinión pública que se realizara en estos momentos, con toda seguridad que revelaría una pronunciada baja en los cada vez más decrecientes porcentajes de aceptación ciudadana de Evo Morales y el Gobierno que preside a los bandazos desde hace casi un lustro. 

Pero tanto o peor para el régimen masista es el mayor deterioro que en imagen y prestigio le provoca  la aprobación de la controvertida Ley contra el Racismo y la Discriminación en el exterior. El tema ocupó importantes espacios en  los principales diarios y medios de comunicación del mundo. Titulares y comentarios le proyectaban al televidente y al lector la imagen de un gobierno boliviano autoritario que  daba fin a la libertad de expresión en Bolivia. 

El Gobierno  tiene ahora al frente a una prensa totalmente congregada  y dispuesta a no ceder en su lucha por la plena vigencia de libertades básicas que toda democracia debe respetar y precautelar. Los últimos hechos demuestran que ella no está sola en esta cruzada, sino acompañada de un mayoritario respaldo de la sociedad boliviana.  Igualmente, que su causa,  como no podía ser de otra manera, goza de pleno respaldo en el exterior, no sólo por parte de la  SIP, sino de gremios periodísticos que no aceptan este artero ‘rodillazo’ gubernamental a las libertades de prensa en Bolivia.

En definitiva, los recientes hechos implican una clara derrota para el Gobierno de Evo Morales y victoria moral para la prensa boliviana que, fortalecida, encabeza e impulsa una lucha que debe y tiene que ser de todos los bolivianos libres, que no están dispuestos a tolerar el amordazamiento de sus ideas.

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Cambio: El Che, hace 43 años

"El cardenal Maurer llega a Bolivia desde Roma. Trae las bendiciones del Papa y la noticia de que Dios apoya decididamente al general Barrientos contra las guerrillas. Mientras tanto, acosados por el hambre, abrumados por la geografía, los guerrilleros dan vueltas por los matorrales del río Ñancahuazú. Pocos campesinos hay en estas inmensas soledades; y ni uno, ni uno solo, se ha incorporado a la pequeña tropa del Che Guevara.

Sus fuerzas van disminuyendo de emboscada en emboscada. El Che no flaquea, no se deja flaquear, aunque siente que su propio cuerpo es una piedra entre las piedras, pesada piedra que él arrastra avanzando a la cabeza de todos; y tampoco se deja tentar por la idea de salvar al grupo abandonando a los heridos. Por orden del Che, caminan todos al ritmo de los que menos pueden: juntos serán todos salvados o perdidos.

Mil ochocientos soldados, dirigidos por los rangers norteamericanos, les pisan la sombra. El cerco se estrecha más y más. Por fin delatan la ubicación exacta un par de campesinos soplones y los radares electrónicos de la National Security Agency, de los Estados Unidos. La metralla le rompe las piernas. Sentado, sigue peleando, hasta que le vuelan el fusil de las manos. Los soldados disputan a manotazos el reloj, la cantimplora, el cinturón, la pipa. Varios oficiales lo interrogan, uno tras otro. El Che calla y mana sangre. El contralmirante Ugarteche, osado lobo de tierra, jefe de la Marina de un país sin mar, lo insulta y lo amenaza. El Che le escupe la cara.

Desde La Paz, llega la orden de liquidar al prisionero. Una ráfaga lo acribilla. El Che muere de bala, muere a traición, poco antes de cumplir cuarenta años, exactamente a la misma edad a la que murieron, también de bala, también a traición, Zapata y Sandino. En el pueblito de La Higuera, el general Barrientos exhibe su trofeo a los periodistas. El Che yace sobre una pileta de lavar ropa. Después de las balas, lo acribillan los flashes. Esta última cara tiene ojos que acusan y una sonrisa melancólica". Así describe los últimos momentos del Che el escritor uruguayo Eduardo Galeano en Memoria del Fuego.

Es que el 8 de octubre de 1967, herido, con el arma inutilizada por un disparo y sin cargador en su pistola, el Che es apresado durante el combate en la quebrada del Churo. Cae en manos del Ejército y el Alto Mando militar de entonces obedece a Washington y decide fusilarlo de forma inmediata en La Higuera. El 9 de octubre esa orden es cumplida: el Che es acribillado por el suboficial Mario Terán.

Pero por esas paradojas de la vida, 40 años después, en 2007, un anciano Terán —que estaba a punto de perder la vista— es socorrido gratuitamente por los médicos cubanos que le practican una intervención quirúrgica de catarata y le devuelven la visión, en el marco de la Operación Milagro, una campaña de cooperación solidaria de la Isla caribeña que desde 2006 recorre los caminos de Bolivia.

Las décadas de los sesenta y setenta estuvieron marcadas por la Guerra Fría entre el capitalismo y el comunismo, que trasladaron su enfrentamiento político e ideológico no sólo a América Latina, sino a todos los confines del mundo, y en un escenario en que la dictadura militar había conculcado todos los derechos del pueblo, la lucha armada fue una opción que no fue ajena al movimiento popular.

Sin embargo, esa coyuntura política era muy diferente a la de Bolivia de hoy, en la que el pueblo fortalece una democracia nacida desde los rincones más alejados de la heredad patria, desde los barrios y el campo, desde los cuarteles, desde quienes secularmente fueron marginados por el extinto Estado colonial y que se irradia a todo un pueblo que asumió el desafío de apuntalar el proceso de cambios estructurales.

Guevara nació el 14 de junio de 1928 en Rosario, Argentina; fue capturado y ejecutado en La Higuera en 1967, sus restos fueron encontrados cerca de Vallegrande, exhumados y devueltos a Cuba el 17 de octubre de 1997. Actualmente reposan en un monumento ubicado en la ciudad de Santa Clara, a unos 250 kilómetros al este de La Habana.

El Che fue actor fundamental del triunfo de la Revolución Cubana y, junto al comandante Fidel Castro, el eje de los objetivos revolucionarios.

"He nacido en la Argentina; no es un secreto para nadie. Soy cubano y también soy argentino, y, si no se ofenden las ilustrísimas señorías de Latinoamérica, me siento tan patriota de Latinoamérica, de cualquier país de Latinoamérica, como el que más, y en el momento en que fuera necesario estaría dispuesto a entregar mi vida por la liberación de cualquiera de los países de Latinoamérica, sin pedirle nada a nadie, sin exigir nada, sin explotar a nadie", había dicho Guevara el 11 de diciembre de 1964 en su intervención en la Asamblea General de la ONU. Y vaya que cumplió su palabra.

"Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo y un clamor por la unidad de los pueblos contra el gran enemigo del género humano: Estados Unidos. En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ese nuestro grito de guerra haya llegado hasta un oído receptivo y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria".

Por eso el Che no está muerto, vive hoy más que nunca, porque su mensaje de liberación y soberanía está presente en la gran patria latinoamericana.

"En el momento en que fuera necesario estaría dispuesto a entregar mi vida por la liberación de cualquiera de los países de Latinoamérica, sin pedirle nada a nadie, sin exigir nada, sin explotar a nadie", había asegurado el Che en 1964.

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La Prensa: La lucha continúa

Los hechos demuestran que los medios no están solos en esta cruzada, sino acompañados por un mayoritario respaldo de la sociedad boliviana.

¿Quién ganó la batalla? ¿El Gobierno? ¿Los periodistas? Carece de todo valor referencial, al respecto, la sanción de esa ley que embozada como lucha contra el racismo acaba con uno de los fundamentos esenciales de la democracia, como es la libertad de expresión. Estaba previsto que la mayoría oficialista no hiciera otra cosa que acatar la orden presidencial de no modificar los artículos 16 y 23 del controvertido proyecto, cuya aplicación le servirá al Gobierno para suspender o revocar las licencias de los medios y además criminalizar la labor de los trabajadores de la prensa, a fin de intimidarlos y forzarlos a la autocensura.

Analicemos ciertos hechos antes de respondernos a estas preguntas: pocas veces, periodistas y empresarios del ramo habían logrado cerrar filas contra gobierno alguno, como ahora lo han hecho. Acudieron varias veces a sitios públicos de las capitales de los departamentos del país, simbolizando con una venda en la boca el atropello gubernamental a derechos básicos del gremio. La frase ?sin libertad de expresión no hay democracia?, impresa en espacios blancos de las primeras páginas de diarios de circulación nacional, además de alcanzar amplia repercusión internacional, caló muy hondo en muchos sectores de la población. Así lo demuestra la solidaridad ciudadana con la causa periodística, implícita en las más de 80.000 firmas de ciudadanos que en Santa Cruz respaldaron a los trabajadores de la prensa, mientras en La Paz y otras capitales hacía lo propio gente de diferente procedencia social.

Incluso dirigentes de comunidades y sectores que antes formaban parte de los llamados ?movimientos sociales? del MAS no vacilaron en tomar partido a favor de los periodistas, por considerar ?así lo manifestaron? que la Ley Contra el Racismo no era sino un simple instrumento de coacción a la prensa y de anulación de sus libertades básicas.

Así planteadas las cosas, una encuesta de opinión que se realizara ahora, con toda seguridad revelaría una pronunciada baja en los ya decrecientes porcentajes de aceptación ciudadana para el Gobierno que preside Evo Morales hace casi un lustro.

Pero tanto o peor para el régimen masista es el mayor deterioro que en imagen y prestigio le provoca la aprobación de la controvertida Ley Contra el Racismo y la Discriminación en el exterior. El tema ocupó importantes espacios en los principales medios de comunicación del mundo. Titulares y comentarios proyectaban la imagen de un gobierno boliviano autoritario que daba fin con la libertad de expresión en Bolivia.

El Gobierno tiene ahora al frente a una prensa congregada y dispuesta a no ceder en su lucha por la plena vigencia de libertades básicas que toda democracia debe respetar y precautelar. Los hechos demuestran que ella no está sola en esta cruzada, sino acompañada de un mayoritario respaldo de la sociedad boliviana. Igualmente, que su causa, como no podía ser de otra manera, goza de pleno respaldo en el exterior, no sólo por parte de la SIP, sino de gremios periodísticos que no aceptan este artero ?rodillazo? gubernamental a las libertades de prensa en Bolivia.

En definitiva, los hechos implican una clara derrota para el Gobierno de Evo Morales y una victoria moral para la prensa boliviana que, fortalecida, encabeza e impulsa una lucha que debe y tiene que ser de todos los bolivianos libres, que no están dispuestos a tolerar el amordazamiento de sus ideas.

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El Diario: Urgente atención a nuestras fronteras

Contrariamente a lo que ocurre en todos los países, el nuestro tiene la característica de abandonar sus fronteras. Son miles los kilómetros fronterizos que tenemos con cinco países que nos rodean; las experiencias que han dejado los permanentes abandonos por parte de todos los gobiernos, desde la fundación de la República en 1825, son variadas.

Contamos con Fuerzas Armadas que, debería entenderse, deben resguardar las fronteras, fundar hitos fronterizos en todas ellas y, mediante labores de acción cívica, crear núcleos poblacionales con miras a conseguir el desarrollo; sin embargo, ¿cuál es nuestra realidad? En lugares donde hay presencia boliviana están constituidas “las fuerzas de resguardo” por cinco o diez soldados a cuyo mando está un subteniente o teniente. Esos soldados, mal atendidos y peor alimentados, pueden ser rebasados por cualquier contingente civil o militar; lógicamente que, en esas condiciones, el recorrido de hitos fronterizos es labor muy fácil y conveniente para quienes quieren ampliar la extensión de sus territorios.

En diversas oportunidades, los medios de comunicación y varias instituciones han dedicado especial atención al problema fronterizo, partiendo del principio de que las Fuerzas Armadas deben contribuir al desarrollo del país mediante la atención a nuestras fronteras; sin embargo, siempre hubo indiferencia al respecto y nuestras ciudades, empezando por la Sede de Gobierno, cuentan con regimientos y militares de alta y baja graduación asentados en ellas y cuya labor y utilidad nadie conoce ni se explica.

Somos un país pacifista, rechazamos las guerras y los enfrentamientos y no corresponde lo que tantas veces se anuncia: “un potenciamiento” de nuestras unidades militares mediante la dotación de armamento, vituallas, etc. que sólo pueden y deben ser utilizadas en casos de conflagración internacional. En cambio, utilizar presupuestos, capacidad profesional de muchos militares que han adquirido profesiones en diversas disciplinas en universidades del país, sería lo correcto, lo constructivo y patriótico.

Cuidar potenciamientos, buscar incrementos presupuestarios, dotar de mejor infraestructura cuartelaria, vestimenta, entre otros, al Ejército, la Fuerza Aérea y la Fuerza Fluvial y Lacustre, no le hará bien al país; por el contrario, fundar núcleos poblacionales con miras a lograr el desarrollo y progreso de todos los sitios cercanos a nuestras fronteras mediante la presencia militar, sería lo responsable y práctico.

Nuestras fronteras siempre estuvieron expuestas a la ambición de países que han incursionado en ellas, han asentado a su población y se han apoderado de miles de kilómetros sin que ello haya implicado beneficio alguno para el país y sólo determinó que se pierda extensos territorios. Los diversos gobiernos, conjuntamente los comandos respectivos de la entidad armada, siempre anunciaron planes para cuidar las fronteras, atenderlas y lograr un crecimiento armónico mediante labores agrícolas, construcciones civiles, apertura de caminos, construcción de puentes, etc. Sin embargo los hechos han mostrado que todo ello está más lejano que las “calendas griegas” y seguirá el festín de foráneos que ingresan a nuestro territorio, lo utilizan para el contrabando, como “sitios puente” para el paso de drogas y, por supuesto, para asentar a su población y, además, desviar aguas de ríos que deberían beneficiar a nuestro país. El Gobierno, haciendo conciencia con los comandos castrenses sobre nuestras realidades, tendrá que adoptar medidas con miras a hacer de las Fuerzas Armadas una institución para el desarrollo y el progreso nacional en lugar de pensar en “potenciarlas”, evitando su presencia en capitales y pueblos internos donde no son necesarias y, en casos -como ocurrió en el pasado- sólo sirvieron para golpes militares e instalación de gobiernos de facto.

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El Mundo: Berrinche

Cualquier psicólogo podría darnos cátedra sobre la forma en que se desarrolla la piscología de los adolescentes y que no tiene otro objeto que mostrarnos la forma en que ellos tienden a afirmar su personalidad. La situación varía en dimensiones cuando quien trata de formar la personalidad es precisamente una persona que merced a varias actitudes a su favor, como resultado de la satisfacción de sus caprichos o de los adulos que nunca faltan, ha resultado siendo un ser con mucho poder. Se trata de cambios que se producen dentro del proceso natural de la evolución y que en los primeros años, los padres tratan de corregir por diferentes medios, a veces satisfaciendo los deseos, otras con regalos que los sustituyen o finalmente otros que alguna vez han sido censurados y calificados de abusivos, pero que en el pasado resultaron normales, por haber dado los efectos esperados.

En muchos casos, fueron los maestros en las escuelas los encargados de facilitar esa tarea, tratando de hacer que los niños asimilen el proceso de incorporación en la vida social y que dio lugar a aquella sabia sentencia que decía que la letra entra con sangre, mencionando precisamente los resultados de esos procedimientos.

En muchas oportunidades, la forma de eliminar las tensiones viene con la práctica de los deportes, que resulta una terapia bastante ventajosa para superar esas circunstancias, aunque no son raros los casos en que la rebeldía se manifiesta en la agresión a los eventuales contendores.

Pero la satisfacción de esas situaciones no viene precisamente de la aplicación de medidas inmediatas, sino también en advertencias que van por el camino del temor, advirtiendo a las personas sobre los riesgos que corren, si no adquieren determinados comportamientos y que podrían haceros pasibles a recibir severos castigos.

Las situaciones se convierten en problemáticas cuando el poder que poseen las personas que intentan imponer sus caprichos es muy fuerte o las sanciones que anuncian son cada vez más duras y que la gente comienza a temer que puedan hacerse reales por los posibles resultados.

Cualquiera que sea el resultado de las acciones futuras, todos aquellos que se encuentran próximos están en riesgo de correr con las consecuencias, cuando la persona que ha podido lograr salir con las armas a su disposición, se encuentra en posibilidades de utilizarlas en cualquier momento y sin una razón justificada, ya que se encuentra con el poder en sus manos.

Lo importante en situaciones similares es tratar de conseguir que las personas que tiene el poder terminen dándose cuenta de que la utilización de las armas que han sido puestas en sus manos pueda, en algún momento, tener consecuencias desagradables.

No deja de ser preocupante, sin embargo, el hecho de que a pesar de haberse advertido sobre todos los riesgos que se corre, los resultados terminen dejando que una persona, de la que no se sabe de qué manera ha de reaccionar ante las ocasionales circunstancias, pueda disponer de mucho poder.

Si bien vale la pena hacer votos porque las armas que esa persona tiene hoy en sus manos no sean utilizadas, el riesgo de que lo haga resulta siempre una amenaza que puede dar lugar a situaciones especiales.

El peligro permanece al darse cuenta de que cualquier situación que no resulte de su agrado pueda convertirse en la razón suficiente para dar lugar a otro berrinche.

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Opinión: Un Parlamento democrático escucha a su pueblo

Es urgente ver con claridad, la fuente de donde surge el poder de las diferentes autoridades nacionales. Tal explicación, servirá después para calificar la calidad jurídica y política de los actos de quienes desempeñan, circunstancialmente, puestos de dirección estatal. En sociedades que dicen ser democráticas, la capacidad de tomar decisiones y de imponerlas, utilizando incluso la fuerza de compulsión de que dispone el Estado, corresponde a personas que llenan requisitos exigidos por la Constitución Política del Estado, por la ley relativa a la elección de Presidente, Vicepresidente, senadores y diputados. Sin el cumplimiento de esas exigencias imprescindibles, nadie puede atribuirse el derecho de imponer su voluntad a los demás.

En la Edad Media los gobernantes, es decir, los reyes creían que su poder derivaba de Dios, en la proyección de semejante argumento, se atribuían todas las facultades. Los monarcas legislaban, administraban justicia y dictaban leyes y normas, eran el Estado mismo. Semejante estratificación, felizmente, fue barrida por la evolución filosófica, científica y política de la humanidad. Es inexplicable que en algunos países, principalmente de Europa, sobrevivan monarquías con privilegios ciertamente ajenos al tiempo en que vivimos. Algunos dicen simplemente que es parte de la tradición que sirve para atraer turistas que aportan considerablemente a la riqueza nacional.

Desde el siglo XVIII, el poder ha sido distribuido en tres órganos, el Legislativo, el Judicial y el Ejecutivo. Algo fundamental es la independencia de estas tres estructuras. Quienes concibieron el Estado liberal capitalista, en actual vigencia, sabiamente dijeron que nunca, bajo ningún motivo y menos pretexto, el poder total debe ser concentrado en manos de una sola persona. Cuando sucede eso, se trata de regímenes totalitarios, consecuentemente, inaceptables respecto de las exigencias de la democracia.

Las deformaciones totalitarias pueden darse a partir de golpes de Estado violentos, regresivos y en muchos casos desprovistos de toda dimensión intelectual. En las décadas anteriores, los países periféricos de Asia, África, América, incluso el este de Europa, sufrieron las imposiciones arbitrarias de regímenes instaurados por la fuerza. Pero no faltaron, como no faltan ahora, corrientes populistas que bajo la ficción mayoritaria, degeneran en gobiernos unipersonales, violentos e ineficientes.  Los partidos comunistas, casi siempre, terminan, cuando están en el poder o en la oposición, en un gran jefe que no sólo repite, sino excede las ventajas y privilegios de los reyes de la Edad Media. Las llamadas dictaduras del proletariado, tienen gran habilidad para endiosar a déspotas disfrazados de salvadores.

Aquí en Bolivia, es evidente que se está llevando a cabo un proceso admirable con la presencia de nuevas fuerzas sociales y productivas. La imagen y los símbolos predominantes del país han cambiado. Millones de seres humanos que antes estaban marginados, ahora son protagonistas en la administración pública, en los negocios, en la industria, en la agricultura y también en las manifestaciones múltiples de la civilización. Lo que el proceso no está pudiendo evitar, es la concentración del poder en una sola persona. Es posible que tal estratificación, todavía forme parte del pasado. El trabajo del Órgano Legislativo, si no se restaura totalmente la independencia que le corresponde, corre el riesgo de auto extinguirse en la abdicación voluntaria de su misión constitucional. La revolución debe consistir en rectificaciones profundas y honestas de las deformaciones estatales del siglo XIX.

Los artículos 16 y 23 de la ley antirracista son, ciertamente, no sólo ajenos a una de las libertades fundamentales del ser humano, sino deliberadamente opuestos. Parecería que el resto de la ley no es sino una cobertura para limitar los grandes avances cualitativos que en materia de información, de cultura y de libertad de pensamiento, se producen como motor de la evolución humana. El nivel de los pueblos se mide no por la cantidad de su dinero, ni siquiera por la complejidad de sus máquinas, sino por la inteligencia, la moral, la conducta democrática de su pueblo.

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Clarín, Argentina: Fallo de acuerdo a la jurisprudencia

Las medidas cautelares, como la que dispone la suspensión de la aplicación de un artículo de la ley de medios, son remedios del derecho procesal que permiten evitar los perjuicios irreparables que podría ocasionar la aplicación de una medida que es impugnada judicialmente porque se la considera ilegítima. Se trata de una herramienta jurídica extendida en el derecho moderno e indispensable para la preservación de derechos que se encuentran ante el riesgo de ser avasallados y desempeña un papel insustituible a la hora de ponerle freno a las determinaciones estatales que, con arbitrariedad manifiesta, desconocen derechos adquiridos.

En el actual contexto político, la sumatoria de decisiones abusivas y violatorias de la Constitución Nacional que ha estado adoptando el oficialismo ha obligado a que los damnificados recurran a la Justicia, buscando que se hagan respetar los derechos y garantías afectados.

En nuestro país, según la jurisprudencia, la Corte Suprema no decide sobre esas medidas por no tratarse de sentencias definitivas. El Gobierno, en vez de adecuar sus acciones estrictamente al marco legal, ha cuestionado públicamente una y otra vez la acción de la Justicia y, en esta línea, no sólo presentó una apelación ante la Corte para que levantara la medida cautelar, sino que realizó presiones explícitas sobre el Tribunal para que actuara según sus intereses. Esta política incluyó una manifestación frente a Tribunales en la cual se denigró a la Corte, a un juez en particular y, por lo tanto, al conjunto de la Justicia.

Sin embargo, la Corte, siguiendo la jurisprudencia, y por unanimidad, ratificó la suspensión del artículo en cuestión, ordenando que se fije un límite razonable a la medida cautelar.

Las medidas cautelares, entonces, preservan un ámbito de juridicidad puesto en riesgo por abusos estatales. Es de esperar que las autoridades respeten las decisiones judiciales y adopten conductas prudentes ante los jueces que las dictan y, sobre todo, que dejen de impulsar medidas que lesionan la seguridad jurídica.

Las medidas cautelares, como la suspende la aplicación de un artículo de la ley de medios, son remedios procesales y preservan la juridicidad.

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