De nuevas y viejas urgencias…

susana-selemeSusana Seleme Antelo

Es época de nuevos tiempos, como parece que marca la última elección en el Comité Cívico Pro Santa Cruz. Sobre ella se ha vertido mucha tinta sobre papel y no menos voces de distinto tenor. Pero ante todo, felicidades a los ganadores, no tanto porque dicen que esa plancha rompió con el monopolio de las llamadas ‘logias’, sino porque fue una limpia, democrática y transparente justa electoral, distinta a las que orquesta el centralismo, sin zancadillas, ni segundas vueltas, con resultaos aceptados por moros y cristianos. Felicitaciones también a los valientes que se fueron ahora, y a los otros que se fueron antes.

¡Qué justo y digno homenaje a los 450 años de fundación de la vieja ciudad. Los resultados de esta elección son la consecuencia de una urgente necesidad: la renovación clip_image001como impulso imperioso de la historia, para avanzar cambiando las formas, no los contenidos. Es decir, tomar la posta en la conducción del Comité Cívico Pro Santa Cruz, sin aquel preestablecido ‘ahora me toca a mí, la próxima a vos’, como dicen que se decían los unos y los otros para alternarse la dirección del Comité. No haberlo hecho hoy así, no implica, necesariamente, que la fórmula ganadora hubiera desdeñado el apoyo de tradicionales sectores cruceños, más allá de logias o lo quieran llamarse.



No tengo la última palabra sobre las trajinadas ‘logias’, pero el apelativo siempre me olió, más que a ‘misterio’, a enmascarar el carácter de la lucha por el poder político interno entre las diferentes fracciones burguesas emergentes y las elites cruceñas. No por cívico, el Comité deja de ser una institución política, negarlo es un sinsentido, aunque no forme parte del sistema de partidos políticos ni se adhiera a alguno, pues ante la ausencia de partidos políticos nacionales que hicieran suya las demandas cruceñas, aquí las emergentes clases dominantes –no es mala palabra- sus elites y profesionales se dotaron de un instrumento cívico. Sin embargo, la lucha del Comité fue y es política ya que representa las aspiraciones de progreso de una región que quiere liberase de las trabas del poder central-centralista, para ejercer el poder local en función de sus necesidades. Aún el mismo término con el se bautiza de ‘gobierno moral de los cruceños’, define su naturaleza cívico-política, como toda y tantas acciones humanas en una sociedad organizada, de ahí la categoría de gobierno.

Tuvo y tiene el Comité -con más o menos tinte conservador- el mérito de haberle impuesto al centralismo sus demandas, convertidas luego en políticas de Estado con sus profundas transformaciones, que no las propuso ningún partido político nacional. El pago de regalías como política redistributiva de la riqueza energética en todo el país; democratización y elección de alcaldes, para que dejen de ser nombrados a dedo desde el centro-centralista; elección universal de prefectos-gobernadores para que no sean apéndices políticos de nadie, y como antesala a los gobiernos departamentales autonómicos, que hoy están reconocidos en la CPE, aunque ‘secuestrados’ por el centralismo más secante de los últimos tiempos. Nada más político que esas luchas y sus logros para todo el país, logros que merecen todavía un reconocimiento pendiente, tanto de la sociedad política como de la sociedad civil en Bolivia, a Santa Cruz, por aquello de la honestidad y gratitud políticas.

El fondo de este conflicto, estriba en que el centralismo nunca entendió los impulsos de lo que se conoce en los estudios sociopolíticos e históricos como ‘la cuestión regional’, entendida como la expresión de reclamos y demandas políticas válidas social y culturalmente, ante la ausencia de atención o desidia del ‘centro’ siempre lejano, frente a su periferia. En todo caso, los componentes de toda ‘cuestión regional’, como se dan en el caso cruceño, no son ni separatistas, ni regionalistas, ni oligarcas, ni más racistas que otras regiones de Bolivia, ni terrorista, desde luego, como apunta el gobierno actual, tanto o más centralista que otros, merced a su proyecto de dominación y poder total. En las raíces de la cuestión regional cruceña, está su vocación y demanda autonomista, sin ser separatista ni divisionista, como le mintieron al país los diferentes gobiernos centrales. La mejor expresión de esa añeja tendencia la constituye el memorable Memorándum de 1904, tesis geopolítica de una lucidez encomiable de las elites cruceñas de entonces.

Las llamadas ‘logias’ cruceñas, fueron y son grupos de poder y presión, como los hay en todo el mundo. Son los famosos ‘lobbys’ anglosajones, unos más conservadores que otros, algunos muy conservadores, algo más liberales otros, pero todos con poder económico y político, que como en el caso cruceño, le disputan el poder al poder central-centralista para ejercerlo local y autónomamente. Que se siga usando el nombre impuesto por los propios representantes de aquellos sectores es cubrir con un velo, hasta ahora impenetrable, las luchas por el poder político en una institución que, reitero, es la naturaleza política y cívica, y no es pecado que así sea. Utilizar ese nombre y seguir utilizándolo, ha impedido reclamarle mayor democracia en términos políticos.

No obstante, esas elites, sectores de clase y muchas generaciones de profesionales cruceños han tenido más luces que sombras, aun en el cerrado y excluyente manejo de las tres cooperativas de servicios públicos -las mejores de Bolivia- a la hora de hacer el necesario balance político institucional de los últimos 50 años. Y el balance debe hacerse con la suficiente capacidad política para ver las contradicciones, los costos y los benéficos de una determinada época en la historia regional y nacional.

Hoy estamos en nuevo tiempo en el que se tendrá que hablarse de más y mejor democracia interna, más inclusión y apertura. Tiempo nuevo con urgencias nuevas, entre ellas, como expresó en una entrevista el actual presidente, doctor Herland Vaca Díez, con rotunda firmeza, conciso, sin aspavientos “exigirle al gobierno una explicación por los agravios” perpetrados contra Santa Cruz. Pienso en el caso Rózsas-Sosa-terrorista separatista, sus muertos y sus daños políticos y éticos conexos. Habrá que reiterarle al gobierno una vieja urgencia: respetos guardan respetos, y que la lucha por la autonomía no ha concluido, ya que desde Santa Cruz se construye la nueva Bolivia autonómica, sin excluir a nadie que la respete. Y no sólo por lo que ya es y representa en el contexto sociopolítico y económico nacional, sino porque quienes deben ‘cambiar de chip’ como nos reclamaban antes y siempre, son los andino y etnocentristas de ayer y de hoy.