¡Es la economía… !

José Gramunt

Por Jose Gramunt de Moragas Son innumerables las frases que se han hecho famosas por su oportunidad e ingenio. Existen diccionarios en todas las lenguas cultas que colocan tales expresiones por orden alfabético, por el apellido de quienes las pronunciaron, por el tema que tratan o por cualquier otro método de clasificación. Por el general conocimiento de esas frases notables, casi da vergüenza utilizar aquí una, muy repetida en los últimos años en círculos políticos “neoliberales”.

Me refiero a la exclamación: “¡Es la economía, estúpido!”. Estas simples pero intencionadas cuatro palabras ayudaron a Clinton a ganar las elecciones de 1992, cuando su adversario George H.W. Bush parecía contar con una aplastante mayoría, gracias a su contribución política a la terminación de la “Guerra Fría” y la Guerra del Golfo. Pero en aquel momento, los norteamericanos exigían correcciones en la economía.



Pues éste es precisamente el actual problema para el Gobierno de don Evo. Una vez que dedicó su primer mandato a la edificación del nuevo Estado Plurinacional, previo derribo de la República de Bolivia, ahora, Sr. Presidente ¡es la economía! La economía de la gente común, dañada por mil y un factores, unos imprevisibles como los desastres naturales, otros razonablemente previsibles como ya lo han repetido los mejores economistas del país. Suma y sigue.

Como quiera que Bolivia y Chile siguen negociando la cuestión marítima —y no voy a evocar aquí el grito del héroe Eduardo Avaroa— veamos qué efecto sigue teniendo aquella otra simplificación tan cuestionada de, “gas por mar”. Por cierto, el trueque es la forma más elemental del comercio, el balbuceo de la economía. Recordemos también la otra formulación, hostil por sí misma, de “ni una molécula de gas a Chile”. Me imagino que los dos patinazos diplomáticos van a entorpecer ahora las aproximaciones entre los dos países vecinos. Supuesto que ambas expresiones olvidaban que el mar no es sólo para bañarse en la playa como bromeó el Presidente venezolano, sino para facilitar el intercambio comercial, fortalecer la economía y también ensanchar los pulmones culturales. A quienes pronunciaron aquellas ideas habría que gritarles: “¡Es la economía…!”

Esto supuesto, y mientras se desarrollan, una vez más, negociaciones con Chile, mucho me temo de que el presidente Morales se equivoca cuando exige que las propuestas chilenas lleguen antes del 23 de marzo, justo para exhibirlas en los actos públicos del Día del Mar, y que vengan por escrito. Y, además —propone don Evo— que las tratativas sean de Presidente a Presidente. ¿Para qué, entonces, servirían los diplomáticos, como “adelantados” (así se llamaban, siglos atrás) sino para abonar el terreno en vista de un posible encuentro presidencial?

Creo entender de sentido común que, cuando se entabla una negociación, el hecho de señalarle al otro la fecha en la que tiene que entregar su tarea, automáticamente está facilitando a la contraparte cualquier pretexto para no cumplir ni el plazo impuesto ni el texto obligatorio en letra impresa. Al respecto me viene a la memoria aquella cumbre latinoamericana de Jefes de Estado en la que el presidente chileno Ricardo Lagos se sintió presionado por su homólogo boliviano, y le respondió abruptamente: “a mí no me convoca nadie”. La cuestión marítima es política, pero también… “¡Es la economía…!”.

La Razón – La Paz