Los juristas del horror

Arturo Yáñez CortesAYC OKHace unos dos años, leí en la autopista mundial del conocimiento el prólogo de “Los Juristas del Horror. La Justicia de Hitler” (1987) del jurista alemán Ingo Müller, tratando infructuosamente de conseguir un ejemplar. Gracias a la gentileza de un colega que acaba de traerme uno en castellano desde Colombia, mi búsqueda tuvo resultados y pude por fin, leerlo.Si bien no tengo espacio para transmitir todos los juicios que su lectura deja –peor a un abogado con sentencia ejecutoriada de garantista– intentaré resumirles algunos en varias entregas no continuadas, especialmente porque: es un libro que todo ser humano debiera leer con cuidado y atención, para evitar que la perversión de la justicia se repita, que nunca más la justicia se politice y se coloque en situación de servilismo frente a un poder ejecutivo intransigente y antidemocrático. No hay justificación alguna para que en nombre de una revolución se le haga tanto daño a pueblo alguno.Su prólogo, pregunta: ¿Qué pasa cuando la justicia deja de ser independiente y se hace política? ¿Qué ocurre cuando la justicia se pliega a los amos del poder de un país? Respondiendo que lo que ocurrió en la Alemania nazi fue inenarrable: no menos de 7 millones de hombres, mujeres y niños asesinados; millones de desplazados muertos de hambre y enfermedades; centenares de miles de ciudadanos perseguidos y martirizados; miles de personas inocentes privadas de sus derechos más elementales, y centenares de miles de seres humanos condenados –muchos de ellos a muerte– por jueces y fiscales que actuaban, aparentemente, bajo el imperio de la ley, pues desde que el partido nacionalsocialista llegó al poder, el ser opositor o el no ser nacionalsocialista, se convirtió en crimen penado por jueces y fiscales sometidos a la voluntad del Führer Adolf Hitler, que estaba por encima del bien y el mal. El libro pretende alertarnos sobre los peligros que implican el fanatismo y la irracionalidad cuando, en nombre de una revolución, los abogados se convierten en siervos de una corriente política en la que impera el populismo y la demagogia o, como les apodó el escritor HOCHHUTH, en Horrendos Juristas.Es un texto espeluznante que no sólo describe sucesos que acontecieron hace décadas, sino se convierte en una profecía de hasta donde puedan llegar las autocracias en su afán de conculcar las libertades y los derechos; especial sentido tiene la confesión de su autor sobre la poca participación de los intelectuales y juristas ante los actos bárbaros que sucedían, pues muy pocos se opusieron, pensando que eran pasajeros y no había necesidad de enfrentarlos, o tal vez el miedo terminó por silenciarlos y ponerlos de rodillas ante la brutalidad y el salvajismo.El libro es un acto de mea culpa de un abogado sobre la “justicia” alemana durante el nazismo y muestra la manera como un país enfermo en su moral logra desfigurar la justicia y ponerla al servicio de intereses políticos, mostrando los pasos que un régimen sigue para poner todo el ordenamiento jurídico a su servicio, es toda una radiografía de cualquier proceso totalitario.Lo peor de todo es que encontré varios parecidos con sucesos recientemente ocurridos en Bolivia. Por ejemplo, en 1935 el régimen nazi modificó el Cgo. Penal Alemán derogando el clásico: “no existe pena ni delito sin ley previa” para disponer: “será castigado quien cometa una acción que la ley declare punible o que merezca castigo de acuerdo con el principio fundamental de una ley o de la sana opinión popular”, con lo cual se borró –como ocurrió en Bolivia con el art. 123 de la NCPE y las leyes 04 y 07– la prohibición de analogía y especialmente, la garantía prácticamente universal de irretroactividad de la ley penal fijada hace ocho siglos atrás, para: “enviar a la cárcel alevosamente a cada opositor tenaz, a pesar de que ninguna ley castigase el acto que hubiera realizado” Niekisch. ¿Serán simples coincidencias? …Correo del Sur – Sucre