IPad desde los siete añitos

Mauricio Airaaira“Abuelo, ¿sabes que yo también voy a tener mi IPad?” Respondí presto: “Es una buena cosa. ¿Quién te dará una máquina así?” Y la réplica: “La profesora. Pero no será un regalo, será como un préstamo hasta cuando llegue al noveno curso y entonces tendré que devolverla a la escuela”. En efecto, algunos días después, su computadora portátil de 24×18 estaba ya en poder de Josecito, que trataba de enseñarme los juegos de inteligencia que había aprendido de su profesora en la escuela Ebba Pettersson del sistema privado (se trata de una cooperativa de padres), que había resuelto experimentar con los alumnos principiantes del ciclo básico.¿Se trata entonces de un experimento?, comenté con la maestra. “En realidad, es la primera escuela de la región que ha realizado el esfuerzo económico de entregar una computadora a cada niño, por el sistema como se maneja el material escolar”. Porque, sea propia la ocasión, en Suecia los padres de familia no están obligados a comprar los textos de aprendizaje, es la escuela que tiene la propiedad y entrega a cada alumno el material que necesita para cada periodo de clases, dos por año. A cambio firma un recibo comprometiéndose a cuidar el libro y devolverlo al fin del ´termin”, como se llama el ciclo de 5 meses, de modo que pueda el libro ser utilizado en buenas condiciones por el siguiente alumno. Así, en un país considerado desarrollado, donde la abundancia es un hecho, la escuela sigue por una línea de austeridad y de ahorro de recursos, lo contrario de lo que pasa en nuestra subdesarrollada Bolivia, donde existe despilfarro. Los textos que adquieren los padres de familia, año tras año pueden servir eventualmente a los hermanitos menores, pero en general terminan en la basura, ni siquiera hay la iniciativa de recogerlos en la escuela para enviarlos a otras más necesitadas.Marcar tan sólo que es el propio alumno, en este caso mi nieto de 7 añitos que firma de su puño y letra la obligación de cuidar y devolver el material recibido, del que bien puede usar, pero que debe devolver en el mejor estado de conservación posible y es consciente de ello, porque su IPad está siempre en un sitio que no corra el riesgo de hacerse mil pedazos y tiene una bolsita de protección.Si los “reformistas de la educación” tuvieran en cuenta unos pocos principios pedagógicos indispensables pronto cambiarían los hábitos de los niños que van a las primeras letras. Para empezar, todos sin excepción tienen su “almuerzo de lunes a viernes”, en cuya preparación participan dietistas especializados, con la mira puesta en dos objetivos: el mayor aprovechamiento en calorías y vitaminas de los alimentos que se sirven y, sin perder de vista el buen sabor y hacer la comida atractiva para los chicos y chicas, la economía. No puede darse el despilfarro, ni tener lugar un gasto excesivo en la alimentación. Hay normas que se cumplen al pie de la letra, eso sí, leche natural en abundancia, ningún niño puede ser privado de uno, dos o más vasos de leche en cada almuerzo. Finalmente, jamás se permite la venta de “dulces y golosinas” que crean malos hábitos y dañan la salud de los estudiantes; además, significan una fuente de negocios para “porteros, allegados y muchas veces de maestros” que hacen de los negocios de dulces, salteñas y hamburguesas un ingreso económico extra que nadie observa. Esta forma de negocio tendrá simplemente que desaparecer.Cuotitas aparte, como en nuestro país con el menor motivo, cumpleaños de la maestra, el Día de tal o de cual, que para flores, que para un regalo del director, etc., etc., que son un sacadero de plata para los padres, tendrían que desaparecer igualmente. Eso sí, al menos una vez por año fomentar, controlar y hacer trabajar a los alumnos y profesores en alguna colecta, bazares, rifas, venta de objetos usados, etc., para un fondo de ayuda a las grandes catástrofes. Hoy están de actualidad las lluvias huracanadas en Filipinas y la Guerra Civil en Siria, desde donde huyen cientos de miles de familias, niños especialmente en busca de un sitio en que estén a salvo de mayores desgracias y puedan, así sea en forma temporal, gozar de seguridad y paz.Pecaríamos de injustos al generalizar. Hay maestros consientes, responsables, sensibles y muy humanos, que trasmiten a los niños sus mejores sentimientos, que tienen que ver, como en los casos que estamos citando con la responsabilidad, el cuidado de los materiales comunes, el buen uso de los alimentos y la prohibición de vender “chucherías y golosinas” en el ámbito escolar.De esos buenos maestros está cubierto el docentado en notable proporción que ojalá vaya en aumento.