Las banderas nacionalizadas

Carlos Cordero CarraffaCORDEROEl partido de gobierno y el presidente del rebautizado Estado ‘Plurinominal’, ni duda cabe que tienen la estampa de exitosos guerreros de la política, con una extraordinaria capacidad de adaptación que consiste en combatir ideas con ferocidad y tiempo después de hacer suyas las ideas que tiempo atrás rechazaban. Así ocurrió con la democracia, sistema por el cual sentían un desprecio olímpico y consideraban una patraña burguesa e instrumento de la dominación política de oligarquías parásitas enquistadas en el lomo del capitalismo. Luego de décadas de fracasos políticos aprendieron que el camino no violento para llegar al poder, controlar el Estado y producir transformaciones en la sociedad, era la vía electoral. Aprendiendo de sus seculares errores se convirtieron la democracia y ahora son sus más fieles promotores y aventajados alumnos.Una vez encumbrados en el poder, gracias a la propaganda y márquetin electoral, dos eructos del mercado e inventos tan liberales como el sufragio universal, combatieron con denuedo todo aquello que promoviera la autonomía en un Estado secularmente centralista. Luego, reconociendo nuevamente su equivocación, arrebataron las banderas de la autonomía a la región y líderes que durante casi un siglo habían enarbolado las banderas autonomistas.Años más tarde, adentrados en el poder, descubrieron que el enemigo principal era la corrupción en el ámbito de la justicia y convencieron al país de llevar adelante una reforma que consistía en elegir magistrados por el voto individual, secreto, directo y libre. La elección de autoridades judiciales mediante el sufragio ha demostrado ser un fracaso total; sin embargo, el primero en admitir el mayúsculo desacierto es el Gobierno. Quienes en el pasado reciente promovían que las estructuras de justicia cambiarían por efecto del voto, en la actualidad han orientado toda su artillería para desmontar el sistema judicial que propiciaron.Los revolucionarios han dejado constancia de su desprecio por cualquier religión, en particular por la Iglesia católica. Hoy reivindican la figura del papa Francisco y se muestran ante el mundo como devotos católicos, hostilizados por una jerarquía eclesial criolla que los discrimina y ataca sin misericordia, desde las mortíferas homilías dominicales o los demoledores comunicados de la Conferencia Episcopal. Como se puede advertir, muchas banderas que antes combatían, tiempo después fueron nacionalizadas por el MAS. Esto no ocurrirá con la fe, pues el santo padre sabe discernir el trigo de la cizaña.El Deber – Santa Cruz