Karen ArauzSi hay alguien a quien ensalzan por ser el más letrado de toda la administración masista, es al vicepresidente García Linera, quien ha adquirido un amaneramiento que convalida su fama. Pero sus maneras cuidadas desdicen frecuentemente con el tono de sus declaraciones públicas que consolida su procedencia revolucionaria de ascendencia extrema.Hace unas horas, refiriéndose a la última vergüenza judicial por la farsa macabra en la que se ha convertido la muerte del bebé Alexander, lanzó sagazmente: «la justicia está podrida». Y rubricó que eso demuestra la «ineptitud» de algunas instituciones. Sin ánimo de sembrar dudas sobre su erudición, no deja de mover a reflexión, si contará con aquello que los profanos solemos adjudicar a los doctos: honestidad intelectual.El domingo 16 de octubre de 2011, quedó establecida como la fecha del descrédito nacional. La inédita decisión del régimen de realizar elecciones para que sea la ciudadanía la que supuestamente elija a los personajes que debían impartir justicia en el país, fue un absurdo, necio, despilfarrador y retorcido proceso para avanzar en su plan de sojuzgar a la población entera.So pretexto de dar fin con el cuoteo mediante el cual eran los partidos políticos con representación parlamentaria los que designaban en oscuros acuerdos a los magistrados, la agudeza se centró en disfrazar de voto popular a las decisiones que derivaron en la designación, esta vez, de un solo partido político: el MAS. Para su propósito, embaucaron desde la presentación de antecedentes de «candidatos» con abultados expedientes llenos de supercherías y culminaron en la posesión de jueces con ofensivos porcentajes de votación.La calificación de antecedentes ante una patética Comisión de Admisiones, -que sabían tanto menos que los mismos postulantes-, obedecieron a una clara consigna: los candidatos solo deberían necesariamente, ser afines al «proceso de cambio». ¿Ignoran que con una persona falta de integridad, cualquiera puede transar una y mil veces? De un puñado de masistas o confesos funcionales, se elaboró la papeleta de votación que fue proporcional en tamaño con la atrocidad que se articuló. Ridículos papelotes de casi un metro por cincuenta, repletos de fotos de totales desconocidos, porque además, -para no dejar evidencia de su charlatanería- se prohibió hacer ningún tipo de campaña. Este voto ciego marcó la bufonada más crítica a la institucionalidad de la justicia desde que este territorio mereció el apelativo de país.Todo el proyecto masista de cooptar el poder judicial a fin de que sea un órgano más parte de su supremacía política, dejó a los opositores al régimen, -que nunca salieron del todo del estupor de cómo se gobierna Bolivia- limitados a proponer el voto nulo que dio por resultado un 60% entre estos y los blancos pero con total inutilidad. Designar de modo tan truculento, entre otros al Tribunal Constitucional, -pivote guardián de toda la institucionalidad de una nación-, en manos de simples obsecuentes, ha sido lo más abominable e imperdonable de todas las acciones de la dupla en el poder.La justicia boliviana siempre gozó de una dudosa reputación. Pero hoy, gracias a la desmedida ambición de poder y la voluntad de sometimiento, se han transgredido todos los límites. Y si alguno de los mal elegidos, se siente en capacidad de pensar por sí mismo y discrepa desafiando a sus mandamases, penderá sobre su cuello, -sin escapatoria- la implacable guillotina activada por los otros poderes del Estado.Sin duda la justicia está «podrida». Por supuesto que las instituciones relativas están sumergidas en absoluta ineptitud. ¿No se hallan acaso en la cárcel, los otrora poderosos operadores del gobierno ante los juzgados, que durante años se encargaron de dejar sentado, desde un juzgado de mínima cuantía, hasta el Tribunal Supremo, quién da las órdenes y quién obedece? ¿No hay presos con «detención preventiva» que llevan el doble de lo que correspondería de ser sentenciados como verdaderos sacrificados del sistema implantado? ¿No está claro que la imagen partidaria es el objetivo supremo y no importa si para eso hay que encubrir atrocidades en la que se convierte en mártires nada menos que a los niños bajo su custodia?El señor vicepresidente, ¿no creerá que hay momentos dentro de la profundización de sus vastos conocimientos, en los que sería honesto detenerse a reflexionar que entre conjetura y teoría hay que darle un espacio al espíritu crítico? ¿Las «estratagemas inmunizadoras» tratadas por Popper y a las que con sus actos alude para defender la teoría de su error ¿no lo aleja de lo conocido como honestidad intelectual?Viene la Navidad. Es obvio que como todo un comunista que se respete, estas celebraciones merecerán alguna sarcástica sonrisa benevolente. Los infalibles canastones que fluirán por sus dependencias, los regalos y la magnífica cena que llenará su mesa, ojalá desplacen a su materialismo dialéctico para dar espacio a cierta humanización, que como él debe saber, tiene que ver con el universo de sentimientos como el amor, la solidaridad o la defensa de causas de conmiseración y sensibilidad. Por ahí, si tenemos suerte, le regalan el libro que le falta leer para descubrir que el corazón es algo más que un órgano músculo, que solo funge de bomba mecánica.El Día – Santa Cruz