De políticos y desarrollo sostenible

Ovidio RocaovidioEs un lugar común decir que el pueblo no tiene memoria y que es adicto a las promesas más que a las realidades, de ahí que las repetidas elecciones sean para los populistas, el nuevo circo para entretener al pueblo y mantenerse en el poder.En este fandango plurinacional, mientras las masas puedan vivir sin mayores contratiempos y que algo les caiga de arriba, poco les preocupa el accionar de los políticos populistas en su afán de mantenerse en el gobierno, manejar las instituciones, la justicia y los sistemas represivos, para impunemente asaltar las arcas estatales.Ahora mismo cuando nos enfrentamos a una tremenda crisis ambiental, por tratarse de nuestra supervivencia deberíamos como ciudadanos nacionales y del planeta, preguntar y preguntarnos: qué  piensan nuestros dirigentes sobre el mañana, sobre el que hacer en la época de las vacas flacas y como enfrentara el país el nuevo escenario del cambio climático. Sobre estas dudas, necesitamos interrogar y demandar a los gobernantes y candidatos sobre sus planes y cuales sus experiencias y calificaciones para proponer y aplicar soluciones.Pues no se trata de soluciones parches, se trata de estrategias nacionales e internacionales de desarrollo sostenible con horizonte de al menos de 20 años; es decir a lo largo de varias generaciones, que permitan crear y cimentar las aptitudes, las tecnologías, las infraestructuras para construir una economía de bajo consumo y baja emisión de carbono, que es la opción si queremos sobrevivir al Siglo XXI.Son grandes retos estratégicos que tienen que ver, fundamentalmente, con una población que crece sin control en un único planeta, y con una economía de consumo cada vez más dispendioso, que avasalla los espacios, destruye la biodiversidad y contamina los ecosistemas con gases, basuras y vertidos.Un programa de acción nacional e internacional debería revertir esta situación, estabilizando la población y practicando una economía sostenible de bajo consumo y no contaminante. Para ello se necesita de tecnologías limpias, una sociedad cada vez más educada, con capacidad de aprender e innovar rápidamente. Y sobre todo una nueva forma de vivir, de construir, de transportarnos, de producir, de consumir, pues como vamos, estamos destruyendo  al ecosistema y con ello a nosotros mismos.Es urgente promover la ciencia y la investigación especialmente aquella orientada hacia una economía limpia y de bajo consumo, evitando la interferencia de  Corporaciones y países que tiene recursos e inversiones en el sector hidrocarburos y otros sectores industriales, que se verían afectados por las nuevas tecnologías y por tanto le ponen cortapisas a la innovación, por decir lo menos.Para evitar esto, los ciudadanos de la nueva sociedad de la información, deberían ejercer masivamente su poder de opinión y convocatoria para obligar al  Estado que trabaje en favor de la sociedad y no de los intereses corporativos y de gobiernos totalitarios.El ahorro de los ciudadanos, que es administrado por el Estado, necesita ser volcado a crear la infraestructura básica, de comunicación, transporte protección, salud, educación, ya sea mediante la inversión pública y estimulando la inversión privada.El Estado tiene como función principal crear y mantener el ambiente institucional favorable para el trabajo y la inversión, dotar de seguridad jurídica y sistemas de protección, que dan confianza al ciudadano y a las empresas, para invertir y producir bienes y servicios. También, garantizar el libre funcionamiento de los mercados, evitar los monopolios, definir y garantizar los derechos de propiedad y el cumplimiento de los contratos, así como establecer el sistema monetario que permita el intercambio de bienes y servicios.El Estado ha demostrado ser un pésimo empresario y centro de corrupción e ineficiencia, pues no actúa en un marco de la competencia y dispone de recursos ilimitados que no le cuestan, pues los toma de los ciudadanos vía impuestos, endeudamiento, emisión e inflación. Por ende no debe invertir en los sectores productivos que requieren de alta eficiencia y competitividad; para comprobarlo basta revisar la ineficiencia y corrupción con que se manejan las empresas petroleras estatizadas (nacionalizadas), en Argentina, Brasil, Bolivia, Venezuela.La propuesta liberal es la de construir una sociedad de confianza: un Estado de Derecho con pocas leyes sensatas, una gestión eficiente de los asuntos públicos y justicia confiable, generando esta confianza que hace posible la inversión, la innovación, los negocios, el comercio, las finanzas.En este modelo corresponde igualmente al Estado y sus instituciones realizar un rígido control para evitar las externalidades negativas, sancionando a quienes con sus impactos sobre el ecosistema afectan a todos: deforestación, contaminación ambiental, emisiones de gases, vertidos, basura. Es decir implementar una economía sostenible usando la ciencia, la tecnología y la educación ciudadana.El cambio climático nos obliga a un cambio en la forma de vivir, de producir y corresponde que la sociedad asuma su responsabilidad actuando en consecuencia y eligiendo dirigentes con capacidad e idoneidad para enfrentar los nuevos retos y esto implica exigirles propuestas concretas, no promesas ni discursos y demandar el concurso de estadistas, servidores públicos honestos y con capacidad profesional e ideas claras. Ya basta de circo, aunque sea originario y folklórico.