La Carta Pastoral y la carta “científica”

zarattiFrancesco Zaratti*Conozco a Carlos Romero Bonifaz desde que él era dirigente estudiantil y compartíamos ideales en el Consejo Universitario de la UMSA. Aprecié entonces su sensatez y honestidad, y sigo respetando su trabajo en el CEJIS y en el Gobierno. Por eso su carta dirigida a los obispos, a las pocas horas de hacerse pública la Carta Pastoral sobre Narcotráfico y Drogadicción, me ha sorprendido, no sólo por la capacidad del Ministro de leer, asimilar y meditar en tan corto tiempo  un documento bien fundamentado, denso y extenso, sino, sobre todo, por el carácter de su reacción que recurre a términos inapropiados y contrapone lo «científico” (lo del Gobierno) a lo «temerario” (lo de los obispos).Admito que no soy un experto en temas de narcotráfico, ni me interesa serlo, pero me considero capaz de aplicar el rigor de la lógica a toda área del conocimiento, de manera que analizaré críticamente los argumentos «científicos” del Ministro.El primer argumento se refiere al Estudio Integral de la Hoja de Coca, realizado por el Gobierno con recursos propios y de la Unión Europea. Evidentemente, los resultados presentados expresan la necesidad de contar con 20.000 toneladas (TM) de coca para el consumo legal, equivalentes a unas 15.000 hectáreas (Has) de cultivos.Al respecto, no me parece tan «científico” que el estudio sea realizado por el propio Estado, considerando que el actual Gobierno está estrechamente vinculado a los productores de coca (y no es necesario recordar el porqué), lo que genera sospechas de manipulación. Si de veras se buscaba objetividad, ¿por qué el estudio no fue encargado a un organismo independiente?Para continuar, aún menos «científico” es el factor de conversión de TM a Has, fijado en 1.407. Si ese factor fuera mayor, la cantidad de hectáreas necesarias sería menor. De hecho, un dirigente cocalero que conoció el borrador del estudio alertó en su momento que la superficie «legal” se reduciría a 6.000 Has, cuando las bases cocaleras pretendían (y pretenden aún) que fueran 20.000. Curiosamente salió el resultado de casi un promedio.Finalmente, el informe de las Naciones Unidas estima que Bolivia produjo más de 33.000  TM el año 2014. Una simple «regla de tres” muestra que la superficie cultivada ese año, si se acepta el factor del estudio, debía alcanzar a más de 24.000 Has y no las 20.400 reconocidas oficialmente (datos de UNODC). Algo no cuadra en ese estudio: más que científico parece «sesgado e incompleto”.También tengo serios recelos sobre la metodología del II Estudio Nacional sobre el consumo de estupefacientes.Una encuesta que basa sus conclusiones en las respuestas de la población a la pregunta de si consume sustancias ilegales, merece muchos más cuestionamientos que las encuestas preelectorales, debido a la connotación «penal” que conllevan los estupefacientes.En un entorno cultural en que es común mentir, desde el ciudadano de a pie hasta el gabinete en pleno  de ministros, es lícito desconfiar de las encuestas, como suele afirmar el mismo Presidente. La gente tiende a mentir y miente más si se le pregunta si ha violado la ley, de modo que, «empíricamente”, me inclino por la percepción de los obispos de la Iglesia Católica, cuyas obras atienden diariamente a las víctimas de la drogadicción y tocan con mano esa realidad.Es una pena que la hipersensibilidad del Gobierno a la temática coca-cocaína le impida reconocer la alta valoración que la Carta Pastoral da a los esfuerzos del Gobierno y del Estado para avanzar en ese pantanoso terreno de la economía de la coca, drogadicción y narcotráfico y apreciar todo lo bueno que juntos, Estado e Iglesia, están haciendo y pueden seguir haciendo en esa lucha desigual entre el bien y el mal.*Físico y analistaPágina Siete – La Paz