‘El juego del calamar’ y las narcoseries: por qué enganchan a los jóvenes



Squid Game o El juego del calamar es el mayor éxito de la historia de Netflix. Más de cien millones de personas han visto esta serie coreana que cuenta la historia de un concurso televisivo en el que los jugadores, personas arruinadas o que viven en los márgenes de la sociedad, compiten, en realidad, por salvar su propia vida. Las escenas de violencia se encadenan en esta superproducción que ha levantado mucha polémica.



Teresa Nicolás Gavilán, doctora en Comunicación por la Universidad de Navarra, España y comunicadora de la Universidad Panamericana de México, es especialista en el impacto de las series de televisión entre los jóvenes. ¿Se puede calificar a Squid Game o El juego del calamar de ultraviolenta en comparación con otros contenidos?

Teresa Nicolás Gavilán – Sí, porque hay una violencia constante, gráfica y detallada. Hay asesinatos a sangre fría, se usan tanto armas de fuego como armas punzantes. Incluso hemos visto capítulos con cuerpos abiertos de los que se extraen órganos. El guión se escribió hace una década, pero no se ha emitido hasta ahora. Es como si hubieran esperado a que nuestros niveles de tolerancia de la violencia fueran más altos para emitirla.

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RFI – Esta serie ha alarmado a muchos padres y profesores, que han visto cómo en algunas escuelas se han repetido los juegos de la serie, en principio infantiles, pero que acaban en verdaderos baños de sangre. ¿Se deben alarmar los adultos? ¿Los niños y adolescentes copian literalmente lo que ven en las pantallas?  

TNG – A mí me recuerda esa frase de Hobbes, [el filósofo], que decía: ‘El hombre es un lobo para el hombre’. Para que algunos millonarios se diviertan, organizan una especie de lucha de gladiadores moderna. Personas desesperadas por resolver sus deudas participan en juegos infantiles. ¿Podemos justificar que alguien organice un juego en el cual se va a perder la vida solo para entretenerse? ¿Utilizando la necesidad o el sufrimiento del otro como un motor de diversión?”

Debemos seguir fomentando la educación a de los medios en las escuelas primarias. Educar a los niños a diferenciar lo que es la realidad o la ficción. – Teresa Nicolás Gavilán

RFI – ¿Qué tipo de mensajes vehiculan estas series, con una trama muy simple de seguir, que mezclan temas y escenografía infantil con una fuerte violencia, manteniendo al espectador en ascuas?  

TNG – Hay que tener en cuenta que el cerebro adolescente, que está en pleno desarrollo, formando su identidad y personalidad, se alimenta de todo lo que le rodea, ficción o realidad. Buscan la aprobación de sus iguales. Si un grupo de amigos está viendo la serie y juega al juego, hay una reafirmación como parte del grupo al entrar al juego. En el caso de los niños también es alarmante, puesto que están formando su percepción de la realidad y hay partes de la serie que les pueden llamar la atención: los colores primarios, los muñecos grandes. Esto puede hacerles banalizar lo que está ocurriendo en la serie. Cada padre o cada educador tiene que hablar con el niño o el adolescente, para saber qué efectos tiene en él o en ella la visión de la serie.

RFI – En Francia, en el caso de Squid Game ha intervenido el propio ministro de Educación, pidiendo a los padres que no dejen a sus hijos solos ante las pantallas, que intervengan para protegerlos de estos contenidos. ¿Los niños siguen quedándose solos? 

TNG – Es una acción tripartita, entre padres, escuela y gobierno. Debemos seguir fomentando la educación a de los medios en las escuelas primarias. Educar a los niños a diferenciar lo que es la realidad o la ficción. Los padres deben dedicar más tiempo a ver contenidos televisivos con sus hijos. Si ya la han visto, acompañarlos en una labor de catarsis. El gobierno de Francia tiene el mismo problema que la mayoría de los gobiernos del Planeta.  Los contenidos que se transmiten por streaming escapan de muchas prohibiciones. La productora argumentará que, a la hora de emitirlo, está clasificado como contenido para públicos maduros. Me parece que en el mundo en el que vivimos, el tema del control es insuficiente. Debemos pasar al autocontrol. Dialogar y descubrir qué está dejando el visionado de la serie en el menor.

RFI – En América Latina, y muy especialmente en México, hay otro fenómeno televisivo que inquieta por su influencia sobre la juventud: son las llamadas narcoseries o narconovelas. Hay muchas de fabricación 100% latina, como La reina del sur Sin senos no hay paraíso. ¿Cuál es la influencia de estas narcoseries entre los jóvenes mexicanos y latinoamericanos?  

TNG – Esas series son construcciones culturales que forman parte de un fenómeno social más amplio, la ‘narcocultura’, que influye mucho, especialmente entre los jóvenes. Se han hecho distintos análisis. Hay uno muy interesante, llevado a cabo por América Becerra y Diego Hernández, en el contexto de Nayarit, entre chicos en riesgo de caer en la drogadicción. Querían saber si les influyen o no las narcoseries, y por supuesto que les influyen. Les presentan de una manera heroica y atractiva al líder del cártel. Después de hacer estudios cuantitativos y cualitativos vieron que esas series pueden alentar el ingreso o la permanencia en el mundo del narcotráfico entre jóvenes en situación de marginación.

‘Mi entorno es negativo, la ficción me presenta una oportunidad’. A nada que haya un contacto en el mundo real, tomarán ese camino [del narco]. – Teresa Nicolás Gavilán.

RFI – ¿Se puede vincular el aumento de la criminalidad a estas producciones? ¿Vemos a los narcotraficantes como una especie de Robin Hoods, pobres que se alzan en un mundo de ricos y reparten sus ganancias? ¿Personajes con los que identificarse?  

TNG – Hay factores subjetivos y factores objetivos. Factores subjetivos: si el personaje es similar al vidente, personas que vienen de entornos de pobreza e injusticia y que llegan a ser poderosos. Si se lo deben a sí mismos. Si son triunfadores, si consiguen lo que quieren. Esos son elementos subjetivos, con gran poder de influencia en el joven. Pero también hay cuestiones objetivas, que son reales, como la corrupción e ineficacia de las fuerzas del Estado. Eso lo ven los jóvenes, y de ahí sale el planteamiento de ‘yo, convertirme en un Robin Hood, que traiga para mi comunidad y los míos ganancias que el Estado no me puede proporcionar’. Hay como una sensación catártica. ‘Mi entorno es negativo, la ficción me presenta una oportunidad’. A nada que haya un contacto en el mundo real, tomarán ese camino. 

Debemos educar en valores que nos saquen de esta lógica consumista donde el narco lo que consigue rápido es dinero, armas y mujeres. – Teresa Nicolás Gavilán

RFI – ¿Qué pueden hacer las autoridades ante la proliferación de estas producciones para proteger a los jóvenes?  

TNG – La prohibición no sirve de nada. No hay manera de controlar en esta época qué se puede ver y que no. Los Estados tienen que resolver los problemas de impunidad y corrupción. Mientras esto exista, parece que reafirmas que no hay otra vía que el ‘sálvese quien pueda’. Alentar también otros caminos de salida para los jóvenes. Presentarles otros modelos de éxito. Me parece también que los padres y las escuelas no debemos quedarnos de lado. Debemos educar en valores que nos saquen de esta lógica consumista donde el narco lo que consigue rápido es dinero, armas y mujeres. Habría que buscar otra lógica de valores que no presente como exitoso a aquel que, siguiendo cualquier medio, consigue esos fines. Y desde luego involucrar a los jóvenes para saber qué estilos de líderes ellos están esperando.

Fuente:Radio Francia Internacional