La gran mayoría de jóvenes consigue trabajo, pero los empleos son precarios

El 47% de las personas que tienen entre 14 y 29 años ganan hasta un salario mínimo nacional, Bs 2.362, y el 42%, entre uno y dos sueldos mínimos. El 60% de estos trabajadores cumple jornadas laborales de más de ocho horas diarias

Juan Carlos Fortún.

Los jóvenes realizan este tipo de trabajos / Foto: Ricardo Montero
Los jóvenes realizan este tipo de trabajos / Foto: Ricardo Montero

 

Fuente: El Deber



En Bolivia, si bien la mayoría de los jóvenes económicamente activos, entre 14 y 29 años de edad, logra ingresar a una fuente laboral, una gran mayoría de estos casos se trata de empleos altamente precarios, con condiciones laborales y salariales nada ventajosas. Según datos extraídos del último boletín del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), elaborados con cifras de la Encuesta de Hogares del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el país el 47% de los jóvenes trabajadores ganaba hasta un salario mínimo nacional, Bs 2.362, y el 42%, entre uno y dos sueldos mínimos.

Los datos también mostraron que el 60% de estos trabajadores cumplía jornadas laborales de más de ocho horas diarias, incluso llegando hasta las 14 horas. Además, la gran mayoría dependía del Seguro Universal de Salud (SUS) y no de una caja de salud, a pesar de que el 42% eran trabajadores dependientes.

Por otro lado, solamente el 12% de los sondeados afirmó estar afiliado al sistema de pensiones, ello sin considerar los aportantes efectivos.

Ante estos datos, la presidenta del Colegio de Economistas de Santa Cruz, Claudia Pacheco, dijo que es bueno contar con estas cifras para saber cómo se están insertando los jóvenes en la población económicamente activa. Con relación al informe también dijo que, si bien se menciona que los trabajos o los empleos a los que acceden son altamente precarios, “para nosotros como economistas estamos viendo que no están alcanzando empleos acordes a su formación universitaria, en algunos casos, y muchos acuden al subempleo, ganando por debajo del salario mínimo nacional”.

Otro tema, dijo Pacheco, tiene que ver con que están trabajando más de las ocho horas que permite el horario laboral, esto debido al ingreso extra que necesitan debido a la ausencia de un poder adquisitivo. “Si bien nuestra formalidad donde están insertos los trabajadores es del 15%, entendemos que el 85% no cuenta con un seguro de salud y no accede a las condiciones básicas”.

Para el analista Fernando Escobar la realidad del empleo juvenil es preocupante y de lento avance según los indicadores presentados por el Cedla. Por consiguiente, en relación al segundo mito que tiene que ver con la formación académica, se puede apreciar que no dan una respuesta clara de que “a mayor instrucción, mayores posibilidades de conseguir empleo”, ya que el mismo se tendría que realizar mediante un análisis correlacional o causal.

“Empero, solo mencionan que el 99,5% de los jóvenes (personas entre las edades de 14 y 29 años) cuentan con algún grado de instrucción y que el 32% está matriculado y asiste a algún curso de instrucción al mismo tiempo que trabajaba. Así pues, solo se puede considerar como refutación lo que ellos mencionan textualmente: ‘los datos exhiben que la instrucción superior no es una garantía para obtener empleo’”.

En resumen, manifestó que es valioso e importante que el Cedla siga realizando este tipo de estudios porque muestran una foto de la realidad del mercado laboral nacional, “pero que estos deberían trasladarse en la implementación de políticas públicas para atender a las problemáticas actuales”.

Por su parte, la analista económica Estela Nava dijo que si bien el 47% de los jóvenes trabajadores ganaba hasta un salario mínimo nacional y 42% de uno a dos salarios mínimos, “se desconoce la calidad de dichos empleos, considerando que el nivel de informalidad de nuestra económica está muy cercano al 80%, asumiendo que dichos empleos son precarios, sin acceso a la protección social y altamente vulnerables”.

Agregó que el sobrepasar las 14 horas es la realidad del empleo informal, “a la que los jóvenes de hoy se enfrentan, con limitado acceso a los beneficios sociales y alta precariedad. No obstante, es la vía para generar recursos que les permitan concluir estudios y/o mantener a sus familias”.

También señaló que el informe desmiente varios mitos sobre el empleo juvenil en Bolivia, mostrando que la mayoría de los jóvenes son económicamente activos y trabajan en empleos precarios, de baja remuneración y sin protección social.

“Aunque se espera que obtener educación superior mejore las condiciones laborales, muchos jóvenes con educación superior están desempleados o trabajan en puestos no cualificados, lo que sugiere un desajuste entre habilidades y oportunidades laborales. Además, se destaca que la mayoría de los jóvenes trabajan en el sector informal, enfrentando inestabilidad laboral y bajos salarios”, complementó.

En tanto, el analista Martín Montero indicó que los jóvenes constituyen un grupo vulnerable dentro de las estadísticas de empleo, y puso como ejemplo lo que ocurre en la Unión Europea, donde el desempleo promedio para este grupo es de 15% (en España es 28%). Mientras que en Estados Unidos es del 8%. Con estos datos, complementó, preocupa que las políticas gubernamentales de salario mínimo y aumentos salariales afectan a un grupo que ya de por sí es vulnerable.

“Es interesante el debate planteado por el Cedla ¿Por qué tantos jóvenes trabajan? Lo cual puede explicarse por la precaria situación económica del país. El problema es que esto puede generar problemas de largo plazo al bajar la calidad del capital humano”, apunta Montero.

Por último, le preocupó una de las conclusiones que tiene que ver con la formación académica, la cual no garantizaría conseguir un empleo sin ahondar en las áreas de profesionalización de los jóvenes. “Para tomar una conclusión así debería responderse a las preguntas siguientes: ¿mayor instrucción en qué áreas? Podría ser que se estén formando profesionales en áreas que no requiere el mercado laboral”.

El analista financiero Wálter Morales dijo que con la inserción laboral, “cada vez es más palpable la sobreoferta de mano de obra, dado que la presión normativa y exigencias gubernamentales recurrentes llevan al incremento sostenido que venimos observando de la informalidad, con la consecuente pérdida de puestos de trabajo de calidad”.

Agregó que dentro de esta dinámica, los empleadores erróneamente piensan que “por necesidad y urgencia”, trabajadores menos calificados cumplirán de forma razonablemente satisfactoria.

“Hay que tener en cuenta que usualmente mejores habilidades tienen mejores probabilidades de cumplir con las exigencias y expectativas. De acuerdo al estudio, pareciera que mayores habilidades no generan mejores posibilidades laborales. Probablemente, por una generalización y heterogeneidad de clústers formativos o tal vez un sesgo por datos de 2021, muy cercanos a la pandemia”, finalizó.

Fuente: El Deber